La tensión en Ucrania trae los peores presagios a los agricultores y ganaderos españoles, que temen que esta situación pueda derivar en nuevas restricciones. Han pasado ya ocho años desde que Rusia, el principal mercado no comunitario por aquel entonces para España, impusiera el veto a la gran mayoría de productos agroalimentarios de Europa.
El sector lamenta que desde 2014 "paga los platos rotos de la geopolítica". Fue en ese año cuando el gobierno de Vladímir Putin adoptó esta medida como represalia a las sanciones económicas que tanto la Unión Europa como Estados Unidos establecieron como respuesta a la anexión rusa de la península de Crimea.
En el escenario actual de tensión por la llegada de tropas rusas a las fronteras de Ucrania, los agricultores y ganaderos creen que no se levantará este veto que tiene como fecha de caducidad diciembre de 2022, aunque es una fecha que se ha venido prorrogando anualmente.
¿Nuevos embargos?
La situación no es halagüeña, según el sector. "No va a mejorar, ahora se puede recrudecer e incluso se habla de nuevos embargos, ya asumimos que no habrá ventas de frutas y hortalizas a Rusia", lamenta el encargado de estos productos en COAG, Andrés Góngora.
La preocupación actual es que las restricciones se extiendan a otros productos. Los rusos permiten la entrada de todo tipo de alcohol así como de aceites. "Tememos que se agrave aún más, no tenemos nada que ver, pero no sabemos qué consecuencias podría tener la situación actual", advierte el encargado de internacional en Asaja, Ignacio López.
El veto actual afecta a las hortalizas y frutas, el porcino y el bovino así como el pescado (fresco y congelado), los crustáceos, los moluscos, la leche y los derivados lácteos.
El año previo al veto, las exportaciones agroalimentarias españolas a Rusia tuvieron un valor de 337 millones de euros, según el Ministerio de Agricultura. En concreto, se superaron las 230.000 toneladas y, además, a ello habría que sumar las frutas y hortalizas españolas que entraron indirectamente desde otros países.
Las frutas (con 158 millones de euros vendidos) representaban la mayor parte de las exportaciones españolas al que era el mercado no comunitario más importante. Dentro de estas, el melocotón y la nectarina eran los productos más demandados, según cifras de cooperativas agro-alimentarias.
Las hortalizas (72 millones), el pescado (16 millones), el vacuno (ocho millones), y la leche y productos lácteos (3,8 millones) fueron los siguientes sectores productivos con más exportaciones.
Las exportaciones españolas de algunos productos eran estratégicas, dado que al estar más al sur podía ofrecer determinadas variedades antes que otros países con tradición agrícola y más próximos a Rusia como son Polonia o Lituania.
"Se apreciaba mucho el producto español, ahora han tomado fuerza productores de Egipto, Turquía (donde también hubo veto, pero se eliminó al año) o Marruecos, que son nuestros competidores", explican a este medio desde Asaja.
Con la llegada del veto, los productores que se habían especializado en este mercado llegaron a "arrancar sus producciones", como ocurrió con algunas frutas sin hueso el paraguayo o el melocotón, según recuerda Góngora.
La despensa rusa apreciaba los productos sin hueso españoles y, en general, aquellas variedades de mayor poscosecha. "Ahora hay variedades de tomate que prácticamente se han eliminado", explica el responsable de frutas y hortalizas de COAG.
Para sortear este veto durante los primeros años, Bielorrusia se ocupó de comprar algunos productos europeos, como los tomates, y "triangularlos" para mandarlos a Rusia. "Hasta que se dieron cuenta y se cerró ese grifo también", explica Góngora.
Falta de interés
Aunque ahora no parezca que sea el momento más idóneo para ello, el sector agroalimentario español considera que se deberían emplear "todas las vías diplomáticas" para levantar este veto.
El sector critica que la Unión Europea no ha mostrado todo el interés necesario en negociar con Rusia el levantamiento de este veto. "No nos hemos sentido apoyados ni por Europa ni por España", critican desde COAG y Asaja.
Son muchos los agricultores que esperan que algún día llegue una solución como la recientemente alcanzada con Estados Unidos para acabar con los aranceles a determinados productos agroalimentarios impuestos en la época Trump a raíz del conflicto por las ayudas concedidas al sector aeronáutico y que en ocasiones llegaban al 30% del valor del producto.
"Es muy difícil introducir productos a mercados nuevos y luego, te viene algo así que daña al sector sin tener nosotros nada que ver", lamenta el encargado de internacional en Asaja.