"It's making your saviour behaviour look evil". Simon LeBon.
Dice el Gobierno que las empresas están beneficiándose de la inflación para ganar más dinero. Yolanda Díaz va más allá, dice que la inflación es culpa de los beneficios empresariales. Bienvenidos al peronismo.
¿La realidad? El único que se está lucrando con la inflación, el único que recibe beneficios caídos del cielo, es el sector público. El Gobierno se ha negado a deflactar los impuestos a la inflación y, con ello, ha recaudado 15.550 millones extraordinarios en los primeros cinco meses del año. Según la AIReF, por cada punto de inflación, el estado recauda 2.000 millones adicionales.
¿La realidad? Un salario de 26.800 euros pagará este año solo en IRPF unos 490 euros más por el efecto de la inflación al no deflactarse el impuesto. Si le añadimos IVA y otros impuestos indirectos, una familia que ingrese esa cifra pagará casi 700 euros adicionales por tributación extraordinaria ligada a una inflación del 10,2%.
El único que se está lucrando con la inflación, el único que recibe beneficios caídos del cielo, es el sector público
Usted dirá que eso es una buena noticia porque supone más servicios y menos déficit, pero no lo es. Ahogar a familias y empresas genera una recaudación aparentemente récord hoy y un desplome después. Además, resulta que el gobierno, con ingresos récord, sigue engordando el gasto político y el déficit estructural –el que se genera con o sin crecimiento- se ha elevado a 50.000 millones de euros
¿Es cierto que los beneficios empresariales sean la causa de la inflación?
Es falso. Si los beneficios empresariales fueran causa de la inflación no habríamos tenido inflación baja e incluso desinflación con aumento de beneficios. Para el comunismo, la productividad es un concepto inexistente.
En términos de Valor Añadido Bruto (reflejo de la actividad), las empresas están todavía por debajo de los niveles pre-pandemia. En 2019, alcanzaban los 172.384 millones de euros, ahora, tras más de un año de recuperación, están un 10% por debajo, 157.463 millones, según el INE.
En términos de excedente bruto de explotación, los beneficios están un 24% por debajo de los niveles pre-pandemia, pasando de 76.801 millones a 61.848 millones en el primer trimestre de 2022 según el INE.
En términos de ratio de participación del excedente bruto de explotación tampoco hay un efecto evidente de beneficios empresariales récord. Está un 13% por debajo de los niveles previos a la crisis, en el 39,3% cuando la cifra del cuarto trimestre de 2019 era de 44,6%.
¿Y las eléctricas? El margen bruto en España en el primer trimestre de 2022 ha caído un 18% en Iberdrola y una media del 7% en el sector. El dato de rentabilidad sobre capital medio empleado en España de las eléctricas (4,1%) es inferior al coste de capital (4,5-5,5%).
¿Y las petroleras? El dato de rentabilidad sobre capital medio empleado (ROACE) de Repsol en el primer trimestre de 2022 es solo del 4,9%, pero –ojo- un 2,5% ajustado, para un coste de capital del 6,5%. El ROACE de Repsol ha caído del 8,2% al 4,9% entre diciembre 2021 y marzo 2022.
Imaginen qué nivel de baja rentabilidad sobre el capital invertido para una empresa cíclica y enormes inversiones globales, ¡y eso con los márgenes de refino disparados!
Pero lo que ya es el delirio es acusar a los bancos de lucrarse con la subida de tipos tras años con tipos negativos y pérdidas en España. Los bancos han mantenido unos niveles de rentabilidad (5,94% para bancos de la AEB en el primer trimestre) por debajo del coste del capital (7,5-8%). El Banco Santander en España, excluyendo dividendos, ha registrado pérdidas continuadas (-700 millones de euros en 2021).
Lo que es delirante es justificar el impuesto a los bancos porque hace años se rescató a cajas públicas gestionadas por políticos. Parece olvidarse que los bancos y cajas eficientes no solo no recibieron rescate sino que la banca privada tuvo que aportar 60.000 millones de euros para el Fondo de Garantía de Depósitos cuando las cajas ineficientes colapsaron.
Es delirante justificar el impuesto a los bancos porque hace años se rescató a cajas públicas gestionadas por políticos
Es decir, lo único que nos dicen los resultados de las empresas españolas es que invierten mucho y generan una rentabilidad muy baja sobre dichas inversiones. Además, que la mayoría de su beneficio viene del extranjero.
Por supuesto, sabemos que estos impuestos extraordinarios que se han anunciado en muchos países son medidas populistas y no tienen en cuenta el elevado nivel de inversión de las empresas ni las pérdidas generadas en épocas difíciles. Es peor, se pone en peligro la inversión en digitalización y diversificación de suministro necesaria.
Cuando el Gobierno dice que en periodos de pérdidas está prohibido despedir y en periodos de beneficios los van a expropiar, el mensaje a todas las empresas, sean del sector que sean, es que nuestro país no es fiable y que la seguridad jurídica está en entredicho.
Un impuesto aleatorio, específico a un sector y además donde no queda claro qué es un beneficio extraordinario, ya que venimos de épocas de pérdidas extraordinarias, atenta contra la neutralidad y proporcionalidad de la fiscalidad.
En otros países, al menos, el impuesto solo se aplicará si el margen de beneficios extraordinarios en nuestro país es de un 10% o más. Sigue siendo una medida contraproducente, pero no un asalto fiscal como el anunciado por Sánchez que, además, ya sabe lo que va a recaudar aunque no sabe sobre qué base lo va a aplicar. Curioso.
Si atendemos a los resultados de las empresas, ninguna ha tenido un aumento de margen bruto en España del 10% o superior o aumento de rentabilidad sobre el capital empleado durante el periodo de la recuperación, año 2021 y el primer trimestre de 2022. Usar beneficios generados en el exterior en empresas multinacionales es querer engañar a los ciudadanos.
Con los datos en la mano, el único que ha recibido beneficios caídos del cielo por la inflación es el Estado. Pero eso a ellos les parece estupendo. Paga usted.