La factura de las olas de calor en el campo: un 50% menos de girasol, frutas 'arrugadas' y más plagas
Este mayo fue el más cálido del siglo XXI y ha hecho mella en cultivos como la fruta de hueso.
7 agosto, 2022 02:11El futuro del campo español se ve amenazado por las altas temperaturas. La producción de girasol caerá hasta en un 50% en algunas provincias, peligra el rendimiento de la aceituna andaluza y de la uva de La Rioja y, además, las plagas acechan a las naranjas y mandarinas del levante.
Este mes de mayo, que fue el más cálido de este siglo y el segundo más seco desde que hay registros, fue duro para la floración de algunas frutas de hueso. También golpeó con dureza a los campos de girasol y al olivar, que en el sur ha retrasado este año su floración por la falta de agua.
Junio no trajo tampoco buenas nuevas para el campo: entre el 11 y el 18 se registró la ola de calor más temprana, empatando con la temperatura que marcó el mercurio el 11 de junio de 1981. Un par de datos más: en seis de las principales estaciones de la Aemet, la media del mes fue la más alta de junio desde que hay registros, y en 15 estaciones la media de las temperaturas máximas diarias fue la más alta de las series, según se recoge en el balance climático mensual de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
¿Cómo afecta a cada cultivo?
El olivar es uno de los principales damnificados. Su oro líquido lleva todo un año con precios altos por la amenaza de que la falta de lluvias traiga una campaña corta de producción y, de momento, se cumplen los peores presagios.
La floración del olivar se ha retrasado este año de abril a mayo por la falta de agua y este mes fue precisamente el más cálido de todo el siglo. “Hace una década ocurrió algo similar, la única solución es ponerle agua, pero no tenemos esa posibilidad”, explica Francisco Elvira, agricultor y olivarero, que es secretario de COAG en Jaén.
No pueden añadir riego porque la cuenca del Guadalquivir se encuentra en situación de sequía extraordinaria desde noviembre y tiene, por tanto, limitados los hectómetros cúbicos con los que se puede regar el campo.
Una de las provincias bañadas por esta cuenca es Jaén, considerada la capital mundial del aceite de oliva virgen extra por ser el mayor productor de este oro líquido.
El estrés hídrico provoca que el fruto deje de crecer y 'se arrugue' debido a su imposibilidad de acumular hidratos para luego convertirlos en grasa. Un fruto que no haya engordado dará un menor rendimiento cuando se obtenga el aceite y también complicará la producción de la aceituna de mesa. De hecho, el rendimiento graso es uno de los factores que se miden campaña tras campaña en el olivar.
Sin embargo, aún es pronto para hacer estimaciones de su rendimiento porque la campaña de verdeo (la recogida de aceitunas verdes) empieza en septiembre y la recogida para el aceite se inicia en octubre y, si para entonces el cielo se acuerda de que tiene que regar el campo, aún podría salvarse la temporada.
Naranjas y mandarinas
El calor también influye en el tamaño de las naranjas y otros cítricos del levante español. Para hacerle frente, este año "se está regando mucho más", asegura a EL ESPAÑOL-Invertia Cristóbal Aguado, presidente de Asaja en Valencia.
Las clementinas, mandarinas y otros cítricos se están viendo atacados en mayor medida por los ácaros, la mosca blanca y el cotonet. "Tenemos problemas muy serios para controlarlos y nos están complicando la vida de mala manera: va a ser un año de poca cosecha", lamenta el presidente de Asaja.
Aunque depende fundamentalmente de la disponibilidad del agua, algo que varía notablemente entre regiones, las frutas resisten mejor a las temperaturas extremas que otros cultivos.
"Eso sí, están saliendo antes de tiempo, sobre todo las de hueso -melocotón, ciruelas o nectarinas, entre otros- porque su maduración se adelanta", explica a este medio Andrés Góngora, encargado de frutas y hortalizas de COAG.
Un 50% menos de girasol
El caso más llamativo es, sin duda, el del girasol. Para paliar la escasez de esta oleaginosa tras la guerra en Ucrania, se adoptaron varias medidas para fomentar su cultivo. Se calcula que España cultivó aproximadamente un 10% más.
Además de los altos precios, la Unión Europea permitió que se cultivara en las zonas que antes debían quedar obligatoriamente en barbecho para poder cobrar la PAC. “Ha habido récord de hectáreas, pero con las olas de calor la producción será más limitada”, explica Jorge de Saja, presidente de la Asociación Nacional de empresas para el Fomento de las Oleaginosas y su Extracción (Afoex).
Pedro Gallardo, que cultiva girasol desde hace 26 años en Cádiz, recuerda que “se realizó un gran esfuerzo” y “se prepararon a toda prisa las tierras que, en principio, iban a quedar en barbecho”.
De ese esfuerzo no se podrá obtener el beneficio que estaba previsto. “Hay un 50% menos de producción en comparación con la media de los últimos 14 años”, lamenta Gallardo, que es también el presidente de Cereales, Oleaginosas y Proteaginosas de COPA-Cogeca, la plataforma europea que une a las asociaciones agrarias y cooperativas.
Si su media por hectárea es de 2.000 kilos de girasol, este año ha sido de 1.050 kilos. “He tenido algunas con 600 y 800 kilos y algún que otro agricultor ha decidido no cosecharla porque le costaba más recogerlo”, lamenta.
Este menor rendimiento se debe a los golpes de calor sufridos por la planta en mayo, a los que se han unido las altas temperaturas de este verano. En su caso, esas temperaturas han venido acompañadas del levante gaditano. Lo resume así: “Es como si a la planta le pusieras un secador, claro que pasa factura, las vainas no han crecido y no pesan”.
En el caso de los cereales, en Andalucía la mayoría se terminó de cosechar a finales de junio y el rendimiento fue "un 30% inferior", asegura Gallardo. Pero esa menor producción no afecta solo a la comunidad sureña.
El ministro de Agricultura, Luis Planas, vaticinó a finales de julio que las previsiones de producción de la campaña de cereales se reduciría en el país en un 12% por la sequía. "No vamos a tener una mayor producción como consecuencia de las altas temperaturas particularmente en los meses de mayo y de junio", explicó el titular del ramo.
En las cuencas afectadas por la sequía, con dotaciones de agua cada vez más mermadas, el modus operandi suele ser sembrar menos hectáreas para poder regar más, tener menos agua por hectárea aunque suponga menos rendimiento o cambiar el cultivo por uno que requiera menos aporte hídrico. Tres de las principales cuencas hidrográficas de España tienen restricciones al riego.
La uva de Jerez y de La Rioja
En el caso de la uva gaditana, "la producción puede ser hasta un 50% menor que la media de un año normal", asegura Gallardo. La uva con denominación de origen de Jerez "no se puede regar" por lo que "hay uva que se ha quemado".
Mejor suerte corre la uva de La Rioja, allí hay regiones en las que se puede regar. Algunos viñedos no cuentan todavía con la infraestructura necesaria para ello. De no llover, preocupa que se merme la producción porque "la viña llega a chupar del propio grano, se secan las hojas y se altera la maduración".
"La denominación de origen de La Rioja indica que hasta el 15 de agosto se puede regar y, a partir de ese día, hay que comunicarlo si se hace por goteo y tener una autorización si se hace por aspersión", explican fuentes de la Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja (UAGR).
En este caso, sí hay disponibilidad de agua, pero algunos agricultores hacen frente a la falta de infraestructuras. "La mayoría no se ha regado tradicionalmente, no había costumbre, pero en los últimos 20 años sí está aumentando el riego", agregan desde la UAGR.