Juan Ramón Rallo (Benicarló, Castellón, 1984) acaba de publicar Anti-Marx, crítica a la economía política marxista. Una obra cuyo título se inspira en el Anti-Dühring de Engels y que ha dividido en dos tomos con los que primero, acerca al lector al marxismo y después, expone su crítica a uno de los pensadores claves para entender la sociedad moderna.
Este economista es uno de los referentes del liberalismo en las aulas, las redes sociales y YouTube. Sin embargo, en este caso, defiende la necesidad de promulgar las ideas liberales con un trabajo académico. De hecho, recuerda que Marx publicaba artículos en prensa, pero lo que ha quedado como gran obra influyente ha sido El capital, "que no es de fácil lectura y no es más breve que Anti-Marx", advierte.
P.- El contexto en el que publica este libro es el de una guerra cultural por las ideas.
R.- Desde hace 20 años, siempre me he tomado muy en serio la batalla cultural. Es verdad que esto no es muy marxista, porque los marxistas dirían que no hay que cambiar las ideas o que lo fundamental es cambiar las condiciones materiales y que sin la reforma de esas condiciones materiales, las ideas, se quedan en la nada. Pero, precisamente, porque no compro, al menos plenamente, esa tesis, creo que las ideas tienen una influencia en la estructura de las sociedades y, por tanto, hay que tratar de influir sobre ellas.
Máxime si tenemos en cuenta que en cada generación hay lecciones que hay que volver a aprender, porque los que nacen y los que crecen no han vivido el pasado. Hay muchos errores que se pueden repetir si no se da esa batalla. Podemos llamarlo memoria histórica o simplemente conservar las buenas ideas y desechar las malas. Y muchos están en la batalla por intentar difundir las malas y esconder las buenas.
En la sociedad actual asistimos a debates ideológicos en redes sociales como Twitter, con 140 caracteres. La crítica que acaba de publicar son más de 1.700 páginas en dos tomos.
Decía Keynes en su Teoría general que los hombres prácticos que se creen libres de cualquier influencia externa normalmente son unos esclavos de algún economista difunto. Es verdad que se puede viralizar mucho más un tuit que en libros de este tamaño, pero el objetivo, ya veremos si lo consigo, es que muchas de sus ideas vayan permeando entre gente que luego a lo mejor las simplifica, pero partiendo de un poso que sea correcto y aceptable y no fruto de la manipulación o de la pseudociencia.
Marx ha sido un gran referente y estamos en un momento en el que faltan referentes.
Lo fundamental no es el culto al líder, sino la crítica racional a las ideas. Efectivamente, puede haber una falta de referentes en un mundo cada vez más complejo en el que parece que la complejidad debe ser manejada por algún hombre sabio o por algún referente político. Pero el mensaje liberal dice lo contrario. Para hacer frente a la complejidad necesitamos reglas fundamentales simples, a partir de las cuales se puedan construir de manera bilateral entre partes -no para toda la sociedad-, normas más sofisticadas o complejas, como puede ser un contrato. Este regula la relación entre partes, no pretende regular toda la sociedad.
"El mensaje liberal dice que para hacer frente a la complejidad necesitamos reglas fundamentales simples"
Con reglas simples: libertad individual, propiedad privada, autonomía contractual, libertad de asociación, se hace frente a la complejidad en lugar de lo que propugnaba Marx, que era una planificación central de toda la sociedad, de toda la economía, para supuestamente hacer frente a esa complejidad.
¿En qué vemos a Marx en el Gobierno de España?
Hasta cierto punto, no es equivocado llamar al Gobierno español 'social comunista' desde la perspectiva de la etiqueta de los partidos que lo componen. Pero el partido comunista, hoy por hoy, no defiende ideas comunistas. Esto es debatible porque el comunismo se ve como una trayectoria progresiva hacia una sociedad donde los medios de producción estén socializados y el Estado en una primera etapa, lo controle todo y en la última etapa, incluso desaparezca como órgano político coactivo. Pero si este es su objetivo no lo verbaliza.
"El partido comunista se queda en una izquierda más intervencionista que el PSOE"
El partido comunista se queda en una especie de izquierda más intervencionista que el PSOE, pero al menos, de momento no defiende cargarse la propiedad privada de los medios de producción. En ese sentido, se alejaría del marxismo y creo que cuando menos se parezcan los partidos a ese maximalismo liberticida, tanto mejor.
Una de las cosas que estamos viendo en esta legislatura es un aumento del tamaño del Estado.
Es cierto que este Gobierno ha incrementado muchísimo el tamaño del Estado. Aprovechó la pandemia para aumentar el gasto público, a lo mejor de manera justificada por cuestiones sanitarias y de mantenimiento de rentas. Pero lo trágico desde el punto de vista de las libertades individuales, es que superada la pandemia, ese Estado no ha vuelto a su tamaño anterior, sino que se ha reconfigurado para mantenerse al nivel de la pandemia a través de otras políticas de gasto.
"Aunque gobernaran PP y Vox, dudo muchísimo que devolvieran el tamaño del Estado al nivel prepandemia"
El Estado suele aprovechar las crisis para justificar su crecimiento como algo excepcional, extraordinario. Para luego, cuando la crisis ha sido superada, ya no volver atrás. Y eso sí ha sido una conquista para la ideología de este Gobierno, que desde el principio tenía en la agenda incrementar mucho el tamaño del Estado a costa de la sociedad civil.
La pandemia supuso una oportunidad para hacerlo, la aprovechó y mucho me temo que, por desgracia, lo ha consolidado de una manera más o menos estructural. Es decir, aunque el año que viene gobernaran PP y Vox, dudo muchísimo que ni en cuatro, ni en ocho años devolvieran el tamaño del Estado al nivel prepandemia.
También se ha configurado el 'Estado emprendedor' que defiende Mazzucato y que invierte con las empresas en proyectos estratégicos.
Muchas veces, el intervencionismo estatal se camufla de interés general o de bien común, y realmente suelen ser los intereses de determinados grupos de presión que consiguen convertir su agenda e intereses privados en apariencias de bien común. Esto es algo que sucedía antes del nacimiento del liberalismo en sentido estricto con Adam Smith. Smith se rebela contra un movimiento ideológico previo: el mercantilismo, que consistía en políticas estatales que abogaban por el interés nacional, pero que en realidad eran los intereses de grandes compañías bien conectadas políticamente.
"¿Quién pierde si el Estado emprendedor invierte en un proyecto que no va a dar absolutamente ningún resultado?"
Las ideas de Mazzucato entroncan con el neomercantilismo. No solo es que el Estado tenga la iniciativa en las innovaciones, sino también que tome un cierto control o emprenda con un sector privado, que tiene capacidad para orientar al Estado en su propio beneficio.
Pero la propia Mazzucato reconoce que el Estado se tiene que meter allí donde no sabemos qué va a pasar. Es un reconocimiento de que va a ciegas en muchas de esas políticas. ¿Qué ocurre si el Estado invierte en un proyecto que no va a dar absolutamente ningún resultado? ¿Quién pierde? Pierde el contribuyente, que es una masa dispersa de ciudadanos. Y en el caso de los PERTE con los fondos europeos no el contribuyente español, sino el contribuyente alemán.
En España también se han visto intentos de planificar la economía, por ejemplo, con el tope a los alimentos.
En el caso de los supermercados, es un disparate porque son una industria con unos márgenes de beneficio por producto estrechísimo. Si ganan dinero no es porque ganen mucho por cada unidad que venden, sino porque venden muchísimas unidades. Pero son ideas que aunque no se terminan aplicando, van calando en el discurso público.
Logran que ideas que parecían absurdas se vayan volviendo aceptables y que cada vez una mayor parte de la sociedad trague con ellas. Así en un futuro, a lo mejor se dan otras circunstancias más propicias para que estas ideas disparatadas se terminen aplicando.
"El control de los alquileres iba a ser extraordinario, pero ahora se va congelando en un restablecimiento de la Ley franquista"
Un ejemplo lo tenemos en el control de precios de los alquileres que iba a ser una norma extraordinaria, pero se va congelando en una especie de restablecimiento de la Ley franquista de Arrendamientos Urbanos del 64 con la que se congeló la renta antigua. Esto lleva a que la oferta de vivienda de alquiler se esté desmoronando y obviamente, los inquilinos están muy contentos, pero quienes tienen que acceder a una vivienda lo tienen mucho más complicado.
Sin embargo, no solo en España vemos un mayor intervencionismo, también en la Unión Europea.
El caso del Gobierno español no es único, aunque aquí se junta el hambre con las ganas de comer, es decir, una ocasión muy propicia para incrementar el intervencionismo con una ideología.
Pero no es que España esté yendo en una dirección contraria a Estados Unidos o a la UE. Es el espíritu de los tiempos y el terreno abonado por la pandemia, en el que el Estado se ha reivindicado como un agente fundamental en nuestras vidas, aunque que se han roto muchas cosas, como la altísima inflación consecuencia de esa intervención.
"El Estado se ha reivindicado como un agente fundamental en nuestras vidas y la consecuencia es la altísima inflación"
Desde España se percibe Europa como un ente garante del liberalismo, del neoliberalismo, incluso. Y Europa no tiene absolutamente nada que ver con eso. Durante algunos años, nos pidieron que cuadráramos las cuentas. Y un poco después, nació Podemos. Se decía que la austeridad que nos exige Europa es neoliberalismo. Pero no. Europa pedía cuadrar las cuentas. No decía si recortando el gasto o aumentando impuestos. Eso no es neoliberalismo, eso es sensatez presupuestaria.
Europa nunca ha defendido las libertades como tal. Ha impuesto un marco general de coexistencia más o menos pacífica. Es decir, que España no parasite a Alemania, aunque lo ha terminado haciendo. Pero el objetivo no era ése. No me sorprende que Europa esté yendo en una dirección más intervencionista. Es, de hecho, la propia naturaleza de la UE, con una organización supranacional que tiende hacia la centralización.
Un ejemplo es la intervención del mercado eléctrico europeo.
El tope de gas es una política que puede tener sentido en el corto plazo, porque tal como se estructura el mercado marginalista, el gas contribuirá a rebajar el precio. Pero lo que se hace con eso es reducir los beneficios de las tecnologías más eficientes, en este caso, de las renovables. Por eso, Europa se ha resistido a adoptarlo. Es esquizofrénico pedir más inversión en renovables, pero en el momento en el que las renovables ganan dinero porque el gas se encarece, reducir los beneficios extraordinarios.
"Si las renovables se hincharan a ganar dinero, se invertiría mucho más en renovables, que es lo que teóricamente busca Europa"
Si las renovables se hincharan a ganar dinero, se invertiría mucho más en renovables, que es lo que teóricamente busca Europa. Y el tope del gas va en la dirección contraria. La transición energética es un ejemplo de cómo se centralizan las políticas y se ahoga la diversidad.
Tendría sentido experimentar cosas distintas en cada país, pero en la medida en que Europa centraliza, impide la experimentación. Así, si los burócratas aciertan, saldrá bien, pero como normalmente fallan y mandan sobre todos, termina saliendo mal o peor de lo que saldría con alternativas.
C's era el partido más próximo al liberalismo que había en España y está a punto de desaparecer.
Ciudadanos no era un partido liberal, pero pretendía conjugar políticas económicas "de derechas": una cierta apertura de los mercados, una cierta afinidad hacia las bajadas de impuestos, una cierta oposición al incremento desbocado del gasto público, una evaluación racional de las políticas públicas. Y a su vez, defendía las libertades personales con lo que se llamaría política civil o política personal de izquierdas. Es decir, que quería mezclar ambos mundos. Y está bien.
"Ciudadanos operaba con votos prestados y claramente no lo gestionó bien tácticamente"
Con esa idea de ampliar las libertades personales y de ampliar las libertades económicas, yo me identifico mucho, aunque obviamente voy muchísimo más allá de lo que haría Ciudadanos. El enfoque no era malo, el problema ha sido la estrategia política. No soy politólogo, pero C's operaba con votos prestados y claramente no lo gestionó bien tácticamente.
Muchas voces advierten que el gasto público no se sostiene, pero luego, se resiste a llegar la crisis. ¿Qué va a pasar?
España se sostiene porque está el Banco Central Europeo. Si no estuviera, tendría serias dificultades para mantenerse. No solo España, también Italia, Grecia y no sé si Portugal porque ha hecho las cosas mejor. Se sostiene o se ha sostenido con la inflación que ha empobrecido a la población, sobre todo a aquella que tenía sus ahorros en instrumentos de renta fija, indexados a la inflación, etc.
"España se sostiene porque está el Banco Central Europeo"
¿Cuál es la perspectiva para el próximo año?
Es difícil. Por un lado, la economía está aguantando, no solo en España. La referencia porque es una economía adelantada, es EEUU y está aguantando mucho mejor de lo esperado el mercado laboral. En Europa, pasa lo mismo. Es un momento más o menos dulce. Pero el gran enigma es cómo van a afectar las subidas de tipos de interés que ya se han producido y que hasta cierto punto, se van a seguir produciendo.
"La economía está recalentada porque tenemos datos de empleo muy buenos, con inflación muy alta"
Si uno mira la economía, parece que está recalentada porque tenemos datos de empleo muy buenos, con inflación muy alta. Las subidas de tipos son para enfriarla. La inflación empieza a bajar a costa de parar los motores económicos, a costa una recesión -no en España, en otras partes- o de una desaceleración importante. Eso es lo que indica la lógica económica. Pero no siempre sucede lo que el modelo a trazo grueso parece decir. En todo caso, es una buena primera aproximación.
En todo caso, es posible evitar la recesión, pero los ciudadanos van a estar más empobrecidos, aunque viviendo en países con Estados más grandes.
Eso es así. Incluso el BCE, con las medidas que ha tomado, va en esa dirección. Como sabe que tiene que enfriar las economías, sube los tipos, pero al mismo tiempo no reduce el tamaño de su balance. Es decir, sigue extendiendo crédito en condiciones más o menos laxas a los gobiernos o a ciertos gobiernos.
Y a su vez incentiva la reducción del crédito efectivo al sector privado para dar más espacio al crédito público. Es lo que hizo al promover el repago adelantado de los LTRO, que son préstamos del BCE a la banca, para que den préstamos a familias y empresas.
"El BCE sigue extendiendo crédito a los gobiernos y a su vez incentiva la reducción del crédito efectivo al sector privado"
Como decíamos, el Estado ha crecido mucho durante la pandemia y ese incremento del Estado hay que pagarlo. ¿Cómo? De momento, con la inflación. Y a futuro, con subidas de impuestos o si seguimos emitiendo deuda de manera descontrolada, con más inflación.
Las empresas, que representan los intereses del capitalismo, también han cambiado al introducir los criterios de ESG o ASG (Ambiente, Social, Gobernanza). ¿Es positivo?
En la medida en que los accionistas así lo reclamen, tiene sentido. El debate es si las empresas solo se tienen que preocupar por maximizar beneficios o tienen que tener en cuenta otros objetivos. La respuesta tradicional era que maximicen beneficios, que repartan dividendos y si luego cada accionista quiere promover sus causas sociales que lo haga con ese dinero. Pero la empresa es un instrumento para ganar dinero. Esa respuesta sigue siendo válida, salvo en algunos casos en los que la actividad empresarial es consustancial a los adjetivos que puedan buscar los accionistas, como la descarbonización.
Ahora, el problema de este tipo de filosofía es que no se adopte al margen del criterio de sus accionistas. Que sea una especie de consigna político social. Ahí nos moveríamos en un terreno contrario a los intereses de los accionistas y al dinamismo empresarial. Un espacio favorable a un cierto parasitismo de determinadas estructuras dentro de la empresa que no aportan de valor pero sí succionan, por ejemplo, para vigilar o supervisar el cumplimiento de esos estándares.