Casi el 95% del manganeso que importó la Unión Europea (UE) en el año 2021 procedió todo de un único país: China. Este dato es solo un ejemplo de la preocupante dependencia que tiene el Viejo Continente de terceros como el país asiático, Turquía, Rusia o Estados Unidos para abastecerse de las consideradas materias primas críticas, como el cobalto, el magnesio o el feldespato, entre otras.
Un análisis publicado por el think tank europeo Bruegel avisa del riesgo que presenta para Europa la elevada concentración en un puñado de países tanto de la extracción como del refinado y el procesamiento de numerosas materias primas. Elementos que son fundamentales para abordar los procesos de digitalización y descarbonización en los que se encuentra inmersa la economía.
En este sentido, apunta que la UE corre el riesgo de crear en el suministro de materias primas críticas nuevas dependencias como las que ya tiene, por ejemplo, en el ámbito de los combustibles fósiles y que tantos problemas están causando como consecuencia de la crisis energética derivada de la invasión rusa de Ucrania.
Con una importante diferencia: mientras que los combustibles fósiles se consumen de forma generalizada en la economía, las materias primas críticas son necesarias en pequeñas cantidades, pero se han convertido en elementos imprescindibles de numerosos e importantes procesos de fabricación.
Por ejemplo, el litio, el cobalto y el manganeso son claves en la fabricación de baterías para el vehículo eléctrico y los elementos de tierras raras y los boratos son necesarios para producir imanes permanentes, esenciales en los motores de los coches eléctricos o los aerogeneradores.
Alta dependencia
Tras la reciente publicación por parte de la Comisión Europea de un listado con las 34 materias primas "críticas" en función de su importancia económica y la seguridad de suministro, Bruegel ha llevado a cabo un estudio del grado de dependencia que en estos momentos tiene la UE de terceros países en dichos elementos.
El análisis, elaborado a partir de los datos de información de Eurostat, refleja que hay "ocho elementos particularmente problemáticos" tomando como referencia el objetivo que se ha marcado Bruselas de que no más del 65% del consumo anual que hace la UE de cada materia prima estratégica proceda de un solo país.
En concreto, del análisis realizado por el think tank se desprende que las importaciones procedentes de China superan ese umbral del 65% en cinco materiales: bismuto (78,54% del total), estroncio (82,55%), mineral de cobalto (86,77%), magnesio (89,45%) y manganeso (94,66%).
También está por encima de esa marca el berilio, ya que un 85,48% de las importaciones que se realizaron en 2021 procedieron de Estados Unidos. En el caso de los boratos y el feldespato, los datos reflejan niveles similares de concentración, ya que más del 90% de las importaciones de ambos materiales proceden de Turquía. En el caso de Rusia los porcentajes no son tan elevados, pero alcanzan el 43,32% en el caso del níquel o el 35,26% en el de la roca de fosfato.
Producción
El alto grado de concentración en torno al suministro de materias primas críticas no se da solo en las importaciones a la Unión Europea, sino también en la propia producción de estos elementos, tal y como constata un reciente informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
"La producción de materias primas críticas se está concentrando cada vez más en unos pocos países, con China, Rusia, Australia, Sudáfrica y Zimbabue entre los principales productores y poseedores de reservas", remarca la organización.
Así, por ejemplo, apunta que China se encuentra entre los tres principales productores de seis de las diez materias primas críticas en las que más concentrada está la producción. Por su parte, Australia y Rusia están en el 'top 3' de productores en tres de ellas, y Sudáfrica y Zimbabue en dos.
En estas diez categorías establecidas por la OCDE (minerales de metales preciosos y sus concentrados, magnesio, litio, platino, cobalto, elementos de tierras raras, grafito, arsénico, componentes orgánicos e inorgánicos de metales preciosos y otros metales menores no ferrosos como el germanio o el vanadio) tres países concentran más del 75% de la producción.
Por ejemplo, Sudáfrica acapara alrededor el 90% de la producción mundial de minerales de metales preciosos y sus concentrados y el 70% de la de platino. Por su parte, Australia tiene más del 80% de la producción de magnesio y la República Democrática del Congo acapara cerca del 70% de la de cobalto.
En el caso de China, el país asiático es el productor del más del 85% del magnesio y de cerca del 70% de componentes orgánicos e inorgánicos de metales preciosos, tierras raras y grafito.
Refino y procesamiento
Sin embargo, según advierte Bruegel, el mayor grado de concentración no está en la extracción de las materias primas, sino en las etapas de refino y procesamiento de los materiales y en la de fabricación de bienes intermedios y finales, como demuestra la situación actual de las cadenas de suministro de vehículos eléctricos y paneles solares.
Por ejemplo, el 94% de la producción de minerales de litio de Australia se exporta a China para su refino, así como el 99% del cobalto que sale del Congo. Además, el país asiático importa el 67% de la producción mundial de mineral de manganeso y exporta el 70% del manganeso refinado.
"Las refinerías chinas son actualmente intermediarios inevitables en varios mercados de materias primas clave, lo que otorga a China un poder de monopolio como mayor comprador de minerales sin refinar y como mayor productor de metales refinados", incide Bruegel.
En este contexto, añade que la mayor exposición de Europa a las materias primas críticas es a través de la importación de productos manufacturados. Y esto se debe en gran parte a que la UE apenas produce bienes internamente. Por ejemplo, solo el 10% de la demanda de paneles solares en la región se cubre con producción doméstica.
El think tank señala que este es un problema común en las economías avanzadas, que a menudo subcontratan en países emergentes las fases de fabricación de menor valor agregado. Y ahí es donde se suele concentrar el uso de las materias primas críticas, lo que hace que estas lleguen muchas veces ya integradas en productos fabricados.
Por este motivo, advierte de que mientras la extracción y el refino de materias primas críticas continúen estando concentrados en un único país, incluso una exposición indirecta sigue generando todos los riesgos que se derivan de una concentración excesiva en el mercado.
Respuesta de Europa
La Comisión Europea propuso a mediados de marzo un conjunto de medidas para garantizar el acceso de la UE a un suministro seguro, diversificado, asequible y sostenible de materias primas fundamentales, dado que la excesiva dependencia de la región puede poner en peligro sus esfuerzos por cumplir sus objetivos climáticos y digitales.
Sin embargo, Bruegel defiende que este problema requiere de un enfoque internacional que tenga como objetivo tanto diversificar el suministro que llega directamente a Europa como reducir la exposición de sus principales socios comerciales a esa concentración de estas materias primas.