El canciller alemán, Olaf Scholz, ha sido el primer ministro encargado de dar, este año, el discurso conmemorativo del Día de Europa ante el Parlamento Europeo. Y el mandatario de Berlín ha hecho un repaso de todos los grandes desafíos en la nueva etapa en la que se adentra la Unión, después de una legislatura marcada por la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania. Es decir, ha marcado posición en los temas económicos, proclamando su posición dura ante la vuelta de las reglas fiscales, y ha impulsado un debate estratégico para los Veintisiete: cómo ser un poder geopolítico.
Son éstos dos asuntos que, en el fondo, están perfectamente relacionados, porque el concepto de "autonomía estratégica" los atraviesa de lleno. Pero para el líder socialista alemán todo parte del respeto al Pacto de estabilidad. "Necesitamos estabilidad. Esto es fundamental y, por lo tanto, debemos limitar la deuda", proclamó en el hemiciclo de Estrasburgo.
"No queremos precipitar una crisis de austeridad en ningún país, pero eso no quiere decir que todo vale en términos fiscales", proclamó el canciller. "Necesitamos asegurarnos de que no solo vemos aumentos desproporcionados e ilimitados de la deuda porque eso simplemente exacerba la crisis en lugar de ayudar a resolverla y, por lo tanto, necesitamos equilibrio".
La posición de Scholz es un serio aviso a Pedro Sánchez. Por muy "amigos personales" que se consideren, y más allá de la compartida militancia socialista, el discurso del alemán ante los representantes de la soberanía europea, el 9 de mayo, supone un pistoletazo de salida que lo pone en ventaja frente a los países que han descontrolado sus cuentas públicas durante los años de "grifo abierto" desde Bruselas.
Presidencia española
La pandemia ha acabado, y la Comisión ya ha anunciado que las reglas fiscales regresan en 2024. Cómo lo hagan es lo que se debatirá, principalmente, durante la presidencia española del Consejo de la UE, entre julio y diciembre de 2023. Pero que Nadia Calviño dirija los debates no le dará posición de preeminencia.
Primero, porque institucionalmente, deberá ser más una facilitadora del acuerdo que la vicepresidenta económica española. Y segundo, porque durante sus años al frente de las cuentas españolas, la deuda pública ha crecido a un ritmo de 60.000 millones al año: desde los 1,2 billones de euros con los que cerró 2018 a los 1,5 billones de 2022.
Es cierto que en el Programa de estabilidad enviado a Bruselas, hace apenas dos semanas, el Gobierno español anticipaba a 2024 el objetivo de dejar el déficit en el 3% del PIB.
Pero ése es sólo uno de los criterios de las reglas fiscales. Ante el otro, el de la deuda pública, el Ejecutivo español se mostraba mucho menos ambicioso, con un horizonte a 2026 de, todavía, un 106,8% de deuda sobre PIB.
El Pacto de estabilidad vigente, clave para que la UE pueda desarrollar una política económica y monetaria común, establece un objetivo del 60%. Y España -junto a Italia y, en menor medida, Francia- pide a Bruselas que las reglas fiscales regresen con un nuevo modelo que contemple planes personalizados para cada país.
La Comisión ya ha hecho una propuesta. En ella, se prevé el regreso a las cifras guía de siempre. Es decir, que los países que superen el 3% de déficit o el 60% de deuda pública sobre PIB, deberán someterse al control (y al castigo) de Bruselas: o lo que es lo mismo, presentar un plan a cuatro años que comprometa Presupuestos Generales del Estado con recortes de gasto de al menos un 0,5% del PIB anual.
Demasiada rigidez para el Gobierno de España, y demasiada laxitud para el Gobierno de Alemania.
Viene de lejos
La dura posición de Scholz está, sin duda, influida por la del ministro de Finanzas de su Gobierno de coalición, el liberal Christian Lindner. Pero hay que recordar que, hasta que ganó las elecciones de finales de 2021 y subió a canciller, Scholz era el que ocupaba esa cartera. Y desde su rango, además, de vicecanciller era el halcón del último Ejecutivo de gran coalición liderado por Angela Merkel.
Es más, el "amigo alemán" ya sorprendió a Sánchez en su primera visita a Madrid, nada más ser elegido canciller, en enero de 2022.
Entonces, Bruselas aún no había confirmado que habría un año más de relajación fiscal en la UE y, aunque el presidente español le pidió ayuda en su reunión para lograr más manga ancha, Scholz dejó su respuesta para la rueda de prensa conjunta que ambos dieron en la escalinata de Moncloa: "Nosotros miramos al pasado para aprender de cara al futuro, y deseo recordar que el pacto de cohesión fue el que sirvió de base para crear el instrumento de los fondos de recuperación".
Entonces, Sánchez sugirió entre sonrisas forzadas que las cuentas públicas españolas -y las de otros países sobreendeudados- no serán "sostenibles" si se volvía a imponer el rigor fiscal. Y añadió que "la Unión Europea debe plantearse dos grandes prioridades, y por ese orden" a la hora de reimponer el Pacto de estabilidad, "primero, la sostenibilidad de las finanzas públicas y luego, la transición ecológica y la digital".
La Europa autónoma
Pero Scholz tiene otra visión del asunto, como dejó claro durante su discurso de este martes en Estrasburgo. Para él será el rigor entre los ingresos y los gastos o inversiones lo que hará de Europa un continente próspero, que pueda aspirar a competir en un mundo que ya no es sólo competitivo, sino que ha convertido en "arma" todos los recursos.
Para alcanzar la "autonomía estratégica", defendió Scholz, Europa debe ser competitiva, lo que pasa por unas cuentas saneadas que permitan una política común en todos los campos: ante Rusia, ante China y ante el llamado "sur global".
Respecto a Moscú, Scholz reclamó que la Unión "no se deje intimidar" por la exhibición de poder militar de Moscú, sino continuar apoyando a Ucrania "durante el tiempo que sea necesario", mientras Vladímir Putin celebraba el mismo día 9 de mayo como el Día de la Victoria, con un desfile.
"A 2.200 kilómetros de aquí, Putin desfila hoy con sus soldados, tanques y misiles", dijo Scholz a los legisladores. "¡No debemos dejarnos intimidar por tales juegos de poder! ¡Permanezcamos firmes en nuestro apoyo a Ucrania, por el tiempo que sea necesario!".
Sobre China, socio de Moscú y "rival sistémico" de Estados Unidos, aliado de Europa, Scholz pidió que la Unión reaccione ante su creciente "rivalidad y competencia", pero "limitando los riesgos" ante Pekín para no desvincularse completamente del gigante asiático. Un difícil equilibrio geopolítico y comercial que sólo será alcanzable si la UE encuentra su lugar entre los dos bloques y recupera una "pujanza industrial" perdida.
"Nuestra relación con China se describe correctamente con la tríada de 'socio, competidor y rival sistémico'", dijo Scholz. "La UE lo ve y reacciona ante ello", continuó el canciller alemán, que apoyó la estrategia europea frente a China que defendió recientemente su compatriota, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
Y para que esa estrategia tenga opciones de triunfar, la Unión debe abrir mercados y "escuchar al sur global". En esto, el alemán sí dio un espaldarazo a su colega español: Sánchez ha convertido el cierre del tratado de libre comercio con Mercosur en uno de los objetivos primordiales de la presidencia de turno del Consejo.
"Los países del sur global son nuevos socios cuyas preocupaciones e intereses legítimos nos tomamos en serio", apuntó el canciller. "Esto también pertenece a una Europa geopolítica", afirmó, calificando de "más que razonable" que la UE cierre esos acuerdos comerciales con Mercosur, con México, con India, Indonesia, Australia, Kenia "y en perspectiva, con muchos otros países".