El cambio de aires que promete llevar Javier Milei a Argentina a partir de su toma de posesión como presidente este domingo puede llegar hasta el acuerdo UE-Mercosur. Dando un giro a la posición hasta ahora defendida por su antecesor, Alberto Fernández, Milei quiere impulsar cuanto antes el pacto, que lleva negociándose 20 años y que cuenta con una cara y una cruz para España.
Por un lado, los consumidores españoles tendrían azúcar y carne más baratos, pero por otro, algunos agricultores, aquellos que producen para el mercado europeo, afrontarían otro reto en un ciclo marcado por la sequía y las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
Tales son las repercusiones que se sentirían en nuestro país con este convenio, que puede alumbrar una de las mayores zonas de libre comercio del planeta, con un mercado de 800 millones de personas. Ahora está más cerca de materializarse con Milei, según asegura la canciller designada por el nuevo mandatario, Diana Mondino.
"Vamos a desplegar una estrategia para avanzar cuanto antes", ha dicho Mondino al diario El Cronista. Su posición despeja las reticencias mostradas por la Argentina de Fernández, y deja aparentemente como único obstáculo para desatascar la firma final a Francia. Los motivos son eminentemente agrícolas.
"El sector ganadero francés sabe perfectamente lo que se juega. Estamos hablando de la entrada de muchísima carne", apunta a EL ESPAÑOL-Invertia Julio Guinea Bonillo, profesor en Derecho de la Unión Europea de la Universidad Europea, que ha seguido de cerca las negociaciones entre ambos bloques.
Claves del acuerdo
La carne es una de las materias primas clave para entender este acuerdo. Otra es el azúcar. Son los principales productos que podrían disparar su llegada a la UE y con ello bajar precios, teniendo en cuenta, además, que el azúcar influye en multitud de productos, con lo que la reducción en el conjunto de la cesta de la compra sería esperable.
Buenas noticias a priori para el consumidor. "El consumidor siempre termina ganando con un acuerdo de libre comercio", puntualiza Guinea. Cuestión diferente es qué pasaría en las cuentas comerciales o el campo.
¿Hasta qué punto repercutiría en nuestro país? Hasta ahora España sale a perder en la cuenta del comercio agroalimentario con Mercosur. En 2022, el saldo fue de -5.408 millones de euros, de acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura.
Nuestras exportaciones agroalimentarias y pesqueras a los países que integran Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) supusieron el 0,6% del total de exportaciones de nuestro país a todo el mundo, mientras que las importaciones a este grupo representaron el 10,7% del total de nuestras importaciones.
Dicho en otras palabras, necesitamos el agro de Mercosur. Y cada vez nos cuesta más: el valor de las importaciones aumentó el 45,7% en 2022, mientras que en volumen se incrementaron un 29,3%.
¿Qué compramos? Tortas de soja, maíz, habas de soja, crustáceos, café, azúcar de caña o remolacha, aceite de soja, arroz y carne de bovino son los productos estrella, que a priori llegarán en más cantidad.
El acuerdo implica que la UE liberalice el 99% de las importaciones agrícolas del Mercosur: para el 81,7% eliminará los aranceles de importación y para el 17,7% restante ofrecerá cuotas o preferencias fijas.
También permitirá que Mercosur abra su mercado al 88 % de los bienes agrarios comunitarios. Buenas noticias, en el caso español, para el aceite de oliva, las frutas de hueso, el vino, los zumos, cítricos o legumbres, los productos que más exportamos al bloque americano.
Quién gana, quién pierde
"Para el sector agroalimentario español que le interesa el mercado internacional, o para el que no quiere exportar pero que necesita soja o materias primas para alimentar a sus animales, cualquier retraso en el acuerdo es mala noticia", sentencia Guinea.
Ante el pacto, entiende que solo resultan como damnificados aquellos agricultores que producen en nuestro país y tienen como clientes al mercado europeo. "Ese va a perder", expone, porque entrará producto más competitivo.
"A salarios y costes no podemos competir con lo que produce Mercosur. Son más competitivos en ese aspecto. Los europeos hemos ganado en valor añadido, protegiendo el medio ambiente, pero eso cuesta más", sostiene este experto.
Ese valor añadido es lo que puede diferenciar frente al consumidor la elección de unas cerezas cualquiera o unas cerezas del Valle del Jerte, o unos espárragos de Navarra.
"Debería quedar claro en el etiquetado de dónde procede cada producto", sugiere, aunque más allá de ese valor añadido el productor "tendrá que optimizar su actividad". Otro reto, el enésimo, que tiene por delante el campo español.