Se estima que el cambio de rumbo se traduce en un retraso de diez días, al menos para llegar al siguiente puerto. En realidad las mercancías pueden acumular 30 días de demora hasta alcanzar su destino final. 

"La experiencia de la Covid-19 y lo que sucedió con Ever Given, que en marzo de 2021 encalló en el canal de Suez y lo bloqueó, nos ayuda a visualizar qué impacto puede tener esta crisis", resume Cristian Castillo, profesor de Logística y Producción en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

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Lo que aquellas crisis mostraron es que lo más pernicioso es el efecto dominó que generan. El primer retraso detona una concatenación que culmina, en el caso de alimentos, en los lineales, donde se refleja el coste de toda esa demora, que ya empieza a advertirse; los precios de algunos fletes, señala Castillo, pueden subir "hasta un 100%".

"Y también está la incertidumbre. En este sector no saber lo que va a pasar dispara precios", advierte este experto. De hecho, a día de hoy sólo está claro eso: los precios van a subir.

Café en el punto de mira

En el caso de España, concretamente en el sector alimentario, esa escalada se sentirá especialmente en dos productos que importamos en abundancia de Asia y ante los que somos muy sensibles: el café y el arroz.

En el caso del café, más del 40% del total de lo que llevamos importado este año vino de ese continente. Así lo indican los datos de comercio exterior agroalimentario del Ministerio de Agricultura, actualizados hasta octubre. En los diez primeros meses del año el ranking de países a los que compramos café lo lidera Vietnam: de allí han llegado 112.900 toneladas (el 38% del total). 

Café. iStock Omicrono

La situación en mar Rojo retrasará las llegadas del grano desde ese país y lo encarecerá. Y no sólo en esta ruta. También afectará a las que se inician Indonesia o India, otros estados asiáticos a los que compramos. Su condición de commodity hace que las tensiones en esta ruta comercial afecten a los precios internacionales del café, que han cerrado el año con una subida del 11,8%.

Es decir, no importa que España tenga otros mercados alternativos en los que buscar café, como Brasil, el segundo país al que compramos (44.236 toneladas este año): en todo el mundo el grano va a subir de precio.

Mayor necesidad de arroz

Situación igualmente compleja es la que se vive con el arroz. O quizá más, dado que la sequía ha hecho que este año no se haya sembrado en Andalucía (el 45% del arroz que produce España sale del Bajo Guadalquivir) y tengamos, por tanto, mayor necesidad de importar.

De hecho, "el tipo de arroz que se importa sólo se cultiva en Andalucía y Extremadura", subraya a EL ESPAÑOL-Invertia María Carmelo, responsable de arroz en COAG. Llega habitualmente de Tailandia, India y Camboya.

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En los datos de este año ese orden ha variado un poco. India, el segundo mayor productor de arroz del mundo, prohibió a finales de julio las exportaciones de la variedad índica sin cocción previa para asegurar su propio abastecimiento.

Los precios habían escalado considerablemente por temor al impacto de El Niño en la cosecha y el país quiso evitar que la inflación afectase a un alimento básico para su población.

Una mujer cultiva arroz en Tailandia. Europa Press

La situación hizo que compráramos más a otros países. Myanmar encabeza ahora la lista de estados a los que hemos comprado arroz en los diez primeros meses de 2023: 83.467 toneladas; el 24,6% del total de grano que hemos importado en ese tiempo.

Le siguen Argentina y Uruguay. Pero de nuevo aquí sucede algo parecido a la presión de los mercados internacionales ya señalada con el café. El movimiento de la India el pasado verano también encareció los precios mundiales del arroz: con su cierre se reducía su suministro sin que aliviara un ápice la demanda.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) registró en julio el índice de precios para todos los tipos de arroz más alto desde septiembre de 2011. 

Entonces el índice se situó en 129,7 puntos. El pasado noviembre, el mes más reciente sobre el que la FAO tiene registros, se situaba en 138,9 puntos. 

Algeciras, puerto clave

El aceite de palma y los pescados, incluidos los crustáceos, también se verán afectados por lo que está ocurriendo en el mar Rojo. De Asia importamos el 66,8% del aceite de palma que compramos a otros países, con lo cual es de esperar que se sienta también un impacto considerable.

Menos afectación se espera en los pescados, que son uno de los elementos a destacar en las importaciones desde Asia. De allí viene el 9,8% de los pescados que compramos fuera, y también de allí llegan el 4,5% de los subproductos y piensos.

Una lancha de la Guardia Costera de Yemen cerca del barco comercial Galaxy Leader el pasado mes de diciembre en el mar Rojo. Reuters

Ésta última puede parecer una cifra modesta, pero Castillo advierte: los precios van a subir en productos concretos, pero también en elementos claves para el campo, como los ya citados piensos o incluso el petróleo, que pueden al final repercutir en próximos meses en alzas para todos los alimentos que produzca el campo español.

Habrá que esperar para ver en qué medida impacta en futuras producciones. Por ahora la prioridad es llegar a puerto, y los primeros tras bordear África son Tánger y Algeciras, especialmente para carga y descarga de los grandes buques, aquellos que transportan entre 16.000 y 24.000 contenedores. El puerto español será, por tanto, aún más clave en esta situación.