Las abundantes lluvias que cancelaron procesiones y todo tipo de planes al aire libre en Semana Santa desbordaron la alegría en el campo. Era el alivio que ansiaban tras casi dos años de una sequía que no podía paliarse ya con algún chubasco de primavera. Tenía que caer profusamente, y conseguido el objetivo, pueden verse las consecuencias.
El cambio es palpable en los precios en origen del aceite de oliva, estrella de los encarecimientos vistos durante 2023 en los supermercados -escaló un 54,6% en el conjunto del año, según el INE-.
En los últimos diez días se han desplomado un 10% en la variedad virgen extra. Es su mayor caída en dos años.
De acuerdo con los datos recogidos por el observatorio Infaoliva, el aceite de oliva virgen extra pasó de costar 7,8 euros el kilo el 22 de marzo a 7 euros en el inicio de abril. La variedad virgen, por su parte, pasó en ese periodo de costar 7,5 euros el kilo a 6,7 euros, y la lampante cayó de 7,25 euros a 6,4 euros.
En circunstancias normales, una caída en los precios de origen tiene su reflejo en los supermercados. Tarda algunas semanas, mientras esa rebaja va pasando por todos los eslabones de la cadena. En este caso, sin embargo, hay muchas dudas de que esto vaya a suceder.
De hecho, lo que prevé el sector es que no llegue a verse un alivio del 10% este año. Como mucho, lo que sí ven probable es que los precios fluctúen imitando unos "dientes de sierra".
"No creo que esta bajada vaya a llegar a los consumidores", apunta rotundo Rafael Sánchez de Puerta, presidente de Cooperativas Agroalimentarias.
Dudas con las previsiones
¿Qué se puede entonces esperar en los supermercados? "Creo que es muy pronto, porque pienso que a esta bajada le van a seguir subidas, al final éste ha sido un movimiento muy poco reflexivo", sostiene a EL ESPAÑOL-Invertia al ser preguntado por la caída de precios.
¿Por qué se han desplomado entonces? "Ahora mismo ha habido muchos agricultores que han salido diciendo 'oye, está lloviendo', yo me quito de en medio y vendo", expone.
Ese "me quito de en medio" hace referencia a vender el aceite que se tenga mientras los precios son altos, porque el agua ha hecho prever que quizá esta sea la última campaña corta y este panorama, en consecuencia, cambiará.
Al final la lógica es que, si llueve bastante ahora, podrá haber una buena cosecha a partir del próximo noviembre, que es cuando llegarán las nuevas aceitunas, y entonces los precios de venta bajarían. ¿Resultado? El rendimiento del kilo será menor, así que conviene vender el stock mientras siga alto. Y a más oferta a la venta, los precios han bajado.
Una "partida de póker"
Pero actuar de acuerdo a este razonamiento es "como jugar a una partida de póker" tratando de adivinar las cartas de un oponente que ahora ni siquiera está en la mesa, advierte Sánchez de Puerta.
"La realidad se va a acabar imponiendo en el mercado. ¿Y cuál es la realidad? Que hay el aceite que hay, que queda todo el año prácticamente y que con esta situación de oferta y demanda alta pues no tienen que producirse estas bajadas", subraya.
Es decir, podrá -o no- haber más cosecha en noviembre, pero antes hay que llegar a noviembre. Para este año hay que recordar que la producción de aceite de oliva en nuestro país seguirá siendo inferior a la media. No obstante, se estima que sea un 27% superior a la del año pasado, que fue en realidad calamitoso, puesto que se produjo menos de la mitad que en un año normal.
Vender ahora deprisa por miedo a que bajen los precios el próximo año es una apuesta que no ve demasiado lógica.
Luego está, además, el papel de los envasadores que compran ese aceite en origen. "Están aprovechando para comprar todo lo que pueden, pero tampoco hay muchos kilos a la venta. En el momento que hubiera más ganas de comprar, los precios subirían inmediatamente", razona Sánchez de Puerta.
Estos envasadores también tratan de ver las cartas que tienen los productores. Ahora ganan al comprar más barato, pero dudan: "si la tendencia va a más y sigue bajando el precio, puedo creer que estoy comprando barato y al final puede ser que en realidad esté comprando caro".
Al final, concluye Sánchez de Puerta, es un mercado "muy de sensaciones". "Quienes mandan son las personas, las sensaciones de las personas. Y aquí te equivocas todos los días", considera.