A mediados de la década pasada los olivos de la región de Apulia, en el sur de Italia, empezaron a morirse. El responsable de lo que acabó asolando millones de árboles fue la ‘Xylella fastidiosa’, una bacteria que puso en jaque a la variedad cultivada en esa zona. Puede volver a pasar, y ante ello ejercen de aseguradora los bancos de germoplasma de olivos, una suerte de Arca de Noé que concentra en un mismo sitio el mayor número de variedades posibles para garantizar que no desaparecen.
El banco de referencia en Europa está en Córdoba. Aquí se concentra una colección de 700 variedades plantadas en terrenos de su Universidad, la UCO; son dos ejemplares por cada variedad, es decir, 1.400 olivos, todas diferentes entre sí, todos con miles de posibilidades para investigadores y también empresas que quieran hacer sobrevivir al oro líquido a toda costa.
Porque estamos ante uno de los productos estrella de las exportaciones españolas. El aceite de oliva supuso 4.148 millones de euros en ventas al exterior durante 2023, casi el 6% del total ingresado en exportaciones agroalimentarias. Su saldo es abrumadoramente positivo: más de 3.000 millones de euros el año pasado.
Nuestro país es líder indiscutible en superficie, producción y comercio exterior de aceite de oliva -produce el 70% del total de la UE y el 45% mundial-. Este contexto hace que sea especialmente profundo el conocimiento que se tiene del olivo en España, y que ha remado, junto a la proyección de la UCO en ingeniería agrónoma y en la investigación sobre este cultivo, a favor de que se concentre aquí el banco de referencia de olivos de Europa.
El objetivo fundamental del Banco Mundial de Germoplasma del Olivo de Córdoba (BMGO), su nombre oficial, es conservar la diversidad varietal del olivo. ¿Por qué?
"La tendencia actual en el sector es la de la concentración en torno a diez variedades, que producen los viveros y se están estableciendo en las nuevas plantaciones, como son ‘Arbequina’, ‘Arbosana’ o ‘Picual’. Si tenemos disponible diversidad varietal en los Bancos de Germoplasma, podríamos actuar, por ejemplo, ante la aparición de una enfermedad devastadora que llegase a nuestros cultivos y 'acabase' con un olivar donde sólo tenemos variedades susceptibles", expone a EL ESPAÑOL-Invertia Pablo Morello Parra.
Morello es el responsable de la Unidad Centro de Examen de Variedades de Olivo (CEVO) y del Banco de Germoplasma Mundial de Olivo de la Universidad de Córdoba. Destaca ésta funcionalidad, pero también otra que ofrece la colección cordobesa: permite crear variedades que se adapten mejor a las necesidades del sector.
¿Cómo? Cruzando la genética de dos variedades para obtener, por ejemplo, aceites de gran calidad en olivos más aptos para plantar en seto, un sistema preferido en los últimos años y que necesita un árbol menos vigoroso, que permite la entrada de máquinas que agitan y recolectan la aceituna sin que haya daños en el árbol.
Esos cruces géneticos pueden ser desarrollados por grandes empresas del sector, organismos públicos o colaboraciones público-privadas. Los cruzamientos ofrecen una sugerente promesa: obtener nuevas variedades y aceites únicos por lo que ingresar, además, jugosos royalties. Y todo pasa por Córdoba.
Mejoras genéticas
"Para hacer una mejora génetica tienes que partir de las variedades tracionales de olivo", afirma Morello. Y sobre todo contar con este banco. ¿Cómo funciona? Los llamados mejoradores eligen las variedades que quieren combinar en función de las características deseables, realizan los cruzamientos y tras un largo periodo de evaluación y selección, que puede ser superior a diez años, consiguen obtener una variedad nueva.
Tras ese proceso, los mejoradores ya pueden registrar su variedad. Aquí entra el Centro de Examen de la Universidad de Córdoba, donde durante cinco años se evalúa el resultado de esa combinación sometiendo a un análisis morfológico la nueva variedad.
En la tarea participan examinadores como Morello: "Lo que tenemos que estudiar es que esa variedad sea distinta, estable y homogénea morfológicamente. Si es así, verificamos que efectivamente estamos ante una variedad nueva de olivo".
Emiten entonces un informe para que España o la UE concedan al obtentor algo similar a una patente. Cuando Morello insiste en que todo pasa por ellos, se refiere a que son los únicos autorizados a realizar este tipo de exámenes técnicos, aunque haya otros bancos de germoplasma de olivo en Turquía, Grecia, Italia o Marruecos.
Hace apenas veinte años que se trabaja en la mejora genética del olivo y hay mucho margen de investigación: los expertos estiman que en el mundo hay 1.800 variedades, y los retos que afrontan estos cultivos son numerosos.
Un equipo de investigadores trabaja precisamente consultando esta colección para estudiar, entre otras cosas, de qué forma pueden adaptarse los diferentes tipos de olivos a climas más fríos, pero también al estrés hídrico. Ver hectáreas de olivos bastante alejadas del Mediterráneo puede no ser una utopía dentro de 50 años.
Más de 1.000 registros
Junto a la gestión del banco, el grupo CEVO presta un servicio público de identificación varietal de olivo único en el mundo, que oferta a agricultores, viveristas y al público en general.
Se trata de un registro que contiene 1.300 entradas. El sistema es el siguiente:el equipo busca variedades de olivo, que normalmente proceden de prospecciones en zonas de cultivo, intercambios con otras colecciones del mundo o aportaciones de viveristas. Estas nuevas incorporaciones se analizan con marcadores molecularas (SSRs) y de forma morfológica.
Ese análisis demora una semana y permite saber si se trata de una variedad distinta u otra con la que ya cuentan, pero se trata de una entrada con nombre diferente (sinonimias), o sí, presentando el mismo nombre, en realidad son entradas distintas (homonimias).
Toda la información entra en el registro. "Es información valiosa", señala. Si uno de esos análisis arroja que se trata de una variedad diferente con la que aún no cuenta el banco, se pasa a plantar en campo. Morello estima que cada año se producen unas 40 incorporaciones físicas.
Por ahora hay 700 variedades en el banco cordobés. De ellas apenas 300 son españolas; las restantes proceden de países mediterráneos.