El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la economía mundial crecerá un 3,2% este año y el que viene. Se trata de la misma tasa que la registrada en 2023 y supone una mejora de una décima en lo que se refiere a las anteriores proyecciones para este año. En ese lapso de dos años, el Fondo atisba una moderación de la inflación hasta terminar el 2025 en el 4,5%.

Sin embargo, el organismo advierte en su nuevo informe de perspectivas de la economía mundial de que el crecimiento previsto "es históricamente lento". El FMI lo achaca a varios factores, entre ellos unos costes de endeudamiento todavía elevado y la retirada del "respaldo fiscal".

También lo atribuye a los efectos a largo plazo de la pandemia y la guerra en Ucrania, así como al "débil crecimiento de la productividad y el aumento de la fragmentación geoeconómica". "La proyección más reciente de crecimiento mundial a cinco años, de 3,1%, es la más baja de las últimas décadas", destaca el Fondo en su informe.

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Esa menor pujanza en el medio plazo supone, en última instancia, que el ritmo de convergencia "hacia mayores niveles de vida para los países de ingreso mediano y bajo se ha frenado". Así, las diferencias entre países ricos y pobres se mantienen.

Por su parte, el FMI prevé que la inflación mundial descienda. Según sus cálculos, pasará del 6,8% en 2023 al 5,9% este año. Además, se moderará todavía más, hasta el 4,5%, el próximo año. Con todo, el Fondo apunta que las economías avanzadas alcanzarán sus metas de inflación antes que los países emergentes y en desarrollo.

El organismo reconoce cierta sorpresa por el crecimiento de los últimos años, que ha tenido lugar al tiempo que se ha trabajado desde los bancos centrales en contener la inflación. Habla de una "inesperada resiliencia económica" pese a las "considerables subidas de los tipos de interés" que se explica por el mantenimiento del consumo de los hogares gracias al ahorro generado en la pandemia.

Asimismo, también contribuyeron los cambios en los mercados hipotecarios y de vivienda en la década de 2010, que a la postre han moderado el impacto del alza de los tipos de interés.

Kristalina Ivanova Gueorguíeva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional Europa Press

En cualquier caso, el FMI prevé que, una vez la inflación alcance sus niveles fijados como metal y se produzca la esperada flexibilización de la política monetaria, "el endurecimiento de las políticas fiscales dirigido a frenar los altos niveles de deuda soberana, con impuestos más altos y menos gasto público, frenará el crecimiento".

En esa deceleración a medio plazo, el Fondo señala un menor crecimiento del PIB per cápita "que obedece a persistentes fricciones estructurales que impiden atraer capital y mano de obra hacia las empresas productivas". Asimismo, indica que el deterioro de las perspectivas de crecimiento en China y otras economías emergentes, dado su creciente peso en la economía mundial, lastrará las perspectivas de sus socios comerciales.

Riesgos

En el informe, el Fondo alerta de que la estabilidad global enfrenta una encrucijada. Si bien se observan riesgos moderados, la escalada de tensiones geopolíticas -como los conflictos en Ucrania y Oriente Próximo- podría desencadenar una nueva ola de inflación, lo que, sumado a la persistente inflación subyacente en economías con escasez de mano de obra, amenaza con elevar las tasas de interés y reducir los precios de los activos.

Igualmente, la diferente moderación de la inflación por regiones puede desencadenar fluctuaciones en los tipos de cambio, ejerciendo una presión adicional sobre los sectores financieros. Esta situación se agrava con esa posibilidad de un aumento en las tasas de interés, lo que podría ralentizar la economía más allá de las proyecciones actuales.

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El FMI advierte sobre la fragilidad de la situación, especialmente para las economías más endeudadas, donde cualquier desestabilización causada por aumentos de impuestos o recortes de gastos puede debilitar la actividad económica y erosionar la confianza.

Sin embargo, el panorama que dibuja el Fondo Monetario Internacional no es completamente sombrío. También contempla la posibilidad de que políticas fiscales más laxas, la continuidad del aumento de la actividad laboral y avances en inteligencia artificial y reformas estructurales puedan estimular la productividad y reducir la inflación más rápido de lo previsto.