Pues no lo hizo. A menos de 24 horas para que el Brexit se convierta en una realidad y abra de par en par una miríada de incógnitas, el Banco de Inglaterra (BdI) ha entendido este jueves que no hay motivos para bajar los tipos de interés, que siguen en el 0,75%, pese a las especulaciones que apuntaban a un recorte preventivo para aliviar las posibles incertidumbres del comienzo de la ejecución del divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea (UE).
La decisión se produce, además, en la última reunión presidida por Mark Carney. El actual gobernador de la entidad, en el cargo desde 2013, dejará su puesto a mediados de marzo.
Aunque la entidad reconoce que el crecimiento británico "se frenó" en 2019 "como reflejo de un crecimiento global más debil y de las elevadas incertidumbres en torno al Brexit", considera que la situación está mejorando. "La mayoría de los indicadores recientes sugiere que el crecimiento mundial se ha estabilizado como consecuencia de la relajación de las tensiones comerciales y de las significativas medidas expansivas de política monetaria que muchos bancos centrales aplicaron el último año", señala.
A partir de este diagnóstico, el Comité de Política Monetaria, por una mayoría de 7 a 2, ha decidido mantener los tipos. Es más, incluso anticipa que si la economía se comporta como el Comité espera, "un modesto endurecimiento de la política monetaria podría ser necesario para mantener la inflación de manera sostenible dentro del objetivo".
La libra esterlina reacciona a esta decisión con subidas. Espera en los 1,302 dólares y ahora se estira hasta los 1,308 dólares. Contra el euro se aprecia un 0,4%, hasta los 1,187 euros.