El Banco Central de Turquía ha dado la sorpresa. La institución ha decido recortar 100 puntos básicos el tipo de interés de referencia, que ha pasado a situarse en el 13%, a pesar de que la inflación alcanzó en julio máximos de 24 años. Llegó al 79,6% en tasa interanual en el séptimo mes del año.
El instituto emisor del país otomano había mantenido estable la tasa desde el pasado enero, después de haber acometido cuatro recortes consecutivos entre septiembre y diciembre de 2021.
El organismo vinculó su decisión a que el aumento de la inflación, al igual que los meses pasados, se debe a "la subida de los precios de la energía debido a los sucesos geopolíticos".
La inflación en Turquía ha ido aumentando de forma paulatina desde inicios de 2020, al tiempo que el Banco Central iba reduciendo los tipos de interés. A partir del pasado diciembre se disparó, pasando de un 48% en enero hasta el 79,6% en julio.
La institución turca espera que el proceso de desinflación comience gracias a las medidas tomadas, mientras que los indicadores adelantados del tercer trimestre apuntan a cierta pérdida de dinamismo en la actividad económica.
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Sin embargo, en el caso de Turquía, el banco central ha indicado que el crecimiento robusto de principios de año continuó también en el segundo trimestre gracias al apoyo de la demanda externa.
Mientras que el Banco de Turquía ha reducido sus tasas, el Banco de Noruega las ha incrementado 50 puntos básicos. Con esta nueva subida, -y ya van cinco desde septiembre- los tipos de referencia en el país se sitúan en el 1,75%.
Esta ha sido el segundo incremento consecutivo de medio punto porcentual llevado a cabo por el instituto emisor escandinavo, que ha adelantado que "lo más probable es que la tasa suba aún más en septiembre".
En su análisis, la entidad ha señalado que la inflación ha sido considerablemente más alta de lo proyectado y muy por encima de la meta del 2%, mientras que la actividad económica sigue siendo alta y con poca capacidad ociosa. Esto ha permitido que el desempleo baje un poco más de lo esperado.
"Se necesita una tasa marcadamente más alta para aliviar las presiones en la economía noruega y reducir la inflación hacia el objetivo", ha defendido su gobernadora, Ida Wolden Bache.