Bruselas

Tras tres años de investigación, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este miércoles lanzar la fase final para poner en marcha el euro digital, una polémica iniciativa cuyo objetivo es plantar cara a criptomonedas privadas como la fallida Libra de Facebook o a divisas virtuales de potencias rivales como China, garantizando así la "soberanía monetaria europea".

La etapa de preparación empezará el 1 de noviembre de 2023 y durará inicialmente dos años. El trabajo incluirá la aprobación de la ley que sienta las bases del euro digital, así como la selección de proveedores para desarrollar la plataforma y la infraestructura. Al final de este proceso, el Consejo de Gobierno tomará una decisión final sobre la emisión de un euro digital.

La iniciativa del BCE ha provocado una fuerte controversia (en particular en la Eurocámara) por su impacto en la protección de la vida privada y en la estabilidad de la banca, así como el papel del sector privado.

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Eurodiputados del Partido Popular Europeo y del grupo de derecha radical Conservadores y Reformistas Europeos (al que pertenece Vox) enviaron una carta al Consejo de Gobierno en la que pedía paralizar el proceso. La iniciativa inquieta en países como Austria, que valoran particularmente el uso de efectivo.

"El BCE todavía no ha aclarado los costes que el sistema del euro digital puede imponer a los comercios minoristas obligados a aceptarlo ni para los bancos que tendrían que proporcionar la infraestructura sin poder cobrar comisiones a los usuarios por los servicios básicos de pago digital en euros", señala la carta.

"El valor añadido del euro digital como sistema de pago para los ciudadanos en general sigue siendo poco claro. Las ventajas que puede ofrecer se solapan en gran medida con las capacidades que ya proporciona la combinación de efectivo y los sistemas de pago existentes, que están continuamente evolucionando. Las implicaciones monetarias y tecnológicas del euro digital para el sector financiero siguen siendo inciertas", denuncian los eurodiputados.

"Necesitamos preparar nuestra moneda para el futuro", ha dicho la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en un comunicado. "Concebimos el euro digital como una forma digital de efectivo que pueda utilizarse para todos los pagos digitales, de forma gratuita y cumpliendo con los más altos estándares de privacidad. Conviviría con el efectivo físico, que siempre estará disponible y no dejará a nadie atrás", sostiene Lagarde.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante el Eurogrupo del lunes en Luxemburgo en el que se habló del euro digital Unión Europea

Según el borrador de reglamento sobre el euro digital presentado por la Comisión en junio, el euro digital funcionaría como un medio de pago digital aceptado en todas partes en la eurozona para todo tipo de operaciones: comercio electrónico, tiendas, administraciones públicas o pagos personales. Los bancos estarán obligados a dar acceso al euro digital a todos los ciudadanos de forma gratuita, aunque podrán cobrar una comisión "razonable" a los comerciantes, a tipos comparables a otros pagos electrónicos.

El borrador de reglamento incluye además toda una serie de salvaguardas para paliar el impacto negativo en los bancos. En primer lugar, la norma deja claro que el euro digital no generará intereses en ningún caso. Además, faculta al BCE para establecer límites cuantitativos a la acumulación de criptoeuros, aunque no fija ningún umbral. El responsable del euro digital en el BCE, el italiano Fabio Panetta, ha sugerido que el tope podría ser de 3.000 euros por persona.

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Salvaguardar la privacidad en los pagos es una de las máximas preocupaciones en todas las encuestas que ha hecho el BCE para preparar el proyecto. En este sentido, el reglamento deja claro que ni el BCE ni los bancos centrales nacionales tendrán acceso a los datos de los usuarios, ni siquiera sabrán quién tiene cuentas en euros digitales.

Serán los bancos privados los que gestionen las cuentas y los datos de los ciudadanos (con el fin de garantizar el cumplimiento de las normas de la UE contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo), con las mismas salvaguardas que ahora en materia de privacidad. Además, el euro digital podrá usarse para pagos sin conexión a internet (offline), en los que el nivel de privacidad es comparable al del efectivo.

La norma convierte al criptoeuro en moneda de curso legal, lo que significa que los comerciantes estarán obligados a aceptarlo. No obstante, también incluye una serie de excepciones, en particular para las tiendas que no aceptan medios de pago digitales.