Bruselas

Desde la dureza antiinflacionista hacia el estímulo económico. El Banco Central Europeo (BCE) completa el giro en su política monetaria y se adelanta a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). Cumpliendo el guión previsto, la institución dirigida por Christine Lagarde ha ejecutado este jueves una primera rebaja de tipos de interés de un cuarto de punto, hasta situar la tasa general en el 4,25%.

El cambio de orientación se produce tras una abrupta subida del precio del dinero (con diez alzas consecutivas en apenas 15 meses, entre julio de 2022 y septiembre de 2023, pasando del 0% al 4,5%) para combatir la crisis inflacionista provocada por la guerra de Ucrania y la energía. Un ciclo alcista que ha ido seguido de ocho meses de pausa, periodo en el que los tipos se han mantenido en máximos históricos

La rebaja de tipos se dejará sentir en primer lugar en un abaratamiento de hipotecas y créditos, aunque los bancos ya la han descontado en buena medida porque el BCE llevaba anunciándola desde principios de año. Bruselas espera además que la disminución del precio del dinero sirva para impulsar la anémica actividad económica en la eurozona.

[La inflación de la eurozona sube dos décimas en mayo, hasta el 2,6%, y pone en aprietos al BCE]

No obstante, el ritmo de bajada de los tipos de interés a partir de ahora no será tan rápido ni constante como el de la subida. El BCE ya ha dejado claro que no puede comprometerse con ninguna trayectoria de bajada de tipos. Tomará las decisiones reunión a reunión, dependiendo de la evolución del IPC, que está demostrando ser más persistente de lo previsto. Los analistas sólo esperan dos recortes adicionales este año, probablemente en septiembre y diciembre.

El índice de precios de consumo armonizado de la eurozona subió dos décimas en mayo, hasta situarse en el 2,6%, debido a un aumento de la inflación de los servicios. Se aleja así de nuevo del objetivo del 2% del BCE, que corresponde a la estabilidad de precios. De hecho, el Consejo de Gobierno ha empeorado este jueves sus previsiones de inflación para 2024 y 2025: el IPC se situará de media en el 2,5% este año (en lugar del 2,3% calculado en marzo), el 2,2% en 2025 (en lugar del 2%) y el 1,9% en 2026.

"Pese a los progresos realizados en los últimos trimestres, las presiones inflacionistas internas siguen siendo intensas debido al elevado crecimiento de los salarios, y es probable que la inflación continúe por encima del objetivo hasta bien avanzado el próximo año", reza el comunicado hecho público al término de la reunión.

Tras el recorte de este jueves, el tipo de interés general se queda en el 4,25%. La facilidad marginal de crédito (lo que pagan los bancos por la financiación a un día) baja al 4,5%; mientras que la facilidad de depósito (la remuneración a las entidades por aparcar su dinero en Fráncfort) se reduce al 3,75%. 

La última vez que el BCE redujo el tipo general fue hace 8 años, en marzo de 2016; mientras que el último recorte en la facilidad de depósito se produjo en septiembre de 2019, hace 5 años.

La gran novedad del nuevo ciclo de rebajas de tipos iniciado por el BCE es que no responde a una gran crisis económica, como ocurrió anteriormente con los atentados del 11-S, la caída de Lehman Brothers o la crisis de deuda.

Al contrario, la institución dirigida por Lagarde actúa justo cuando la economía empieza a remontar tras el estancamiento del año pasado. La eurozona creció un 0,3% durante el primer trimestre del año, mientras que la tasa de paro está en mínimos históricos del 6,4%. El BCE ha mejorado su previsión de crecimiento para este año hasta el 0,9% (en lugar del 0,6% que calculaba en marzo). Y pronostica que la actividad se acelerará al 1,4% en 2025 y al 1,6% en 2026.

Los expertos del BCE han revisado a la baja su proyección de crecimiento para 2024 hasta el 0,6 %, y se espera que la actividad económica se mantenga moderada a corto plazo. Más adelante, los expertos del BCE prevén que la economía se recupere y crezca al 1,5 % en 2025 y al 1,6 % en 2026

En todo caso, el economista jefe del BCE, el irlandés Philip Lane, ha dejado claro que la persistente inflación en el sector servicios obligará a mantener una política monetaria "restrictiva" durante lo que queda de año, aunque ello no impide realizar nuevas bajadas de tipos.

De hecho, ya se ha desencadenado una batalla entre los halcones y las palomas del BCE sobre el próximo movimiento en la reunión de julio.

Tanto la representante alemana en el directorio, Isabel Schnabel, como el gobernador del Bundesbank, Joachim Nagel, sostiene que los datos actuales no justifican un segundo recorte en julio. En contraste, el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, sí ve margen para seguir abaratando el precio del dinero en verano.