Tambores de guerra en el Servicio Estatal de Empleo Público (SEPE). Los trabajadores de esta entidad, que han sido los encargados de gestionar y tramitar los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) excepcionales a los que se han acogido cientos de miles de empresas y millones de trabajadores, amenazan con ir a la huelga.
Hay varias causas para ello, pero en particular una ha colmado el vaso. Se trata de los preparativos que está haciendo la Seguridad Social para el alud de peticiones que se espera para el Ingreso Mínimo Vital (IMV). En este caso, no solo se ha reforzado la plantilla, sino que ya se han pactado ciertos incentivos para sus trabajadores, como compensaciones para las horas extra y algunas gratificaciones.
“A nosotros sólo se nos planteó, ya avanzada la pandemia, cómo se nos iban a devolver los festivos. Nos dejaron claro que no había dinero, aunque nunca lo habíamos pedido puesto que estábamos siendo responsables y actuando ante una crisis”, indican fuentes de la plataforma Movimiento SEPE, de la que forman parte ya unos 1.000 trabajadores de la entidad (el 12% del total).
Denuncian el agravio comparativo con los trabajadores del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). “Para ellos, para gestionar el IMV, se les ofrecen gratificaciones por las horas extra y se les han concedido condiciones muy, muy cómodas”.
Concretamente, se prevé una compensación económica a los funcionarios participantes en la gestión del IMV por importe bruto de 21 euros la hora completa de trabajo, con una previsión de 1,5 expedientes por hora, además de los apoyos.
Comparaciones difíciles de asumir
En un comunicado emitido por este colectivo, los trabajadores del SEPE consideran que “las comparaciones son muy difíciles de asumir y entender por un personal agotado y decepcionado. A nadie escapa que la gestión del IMV no va a ser más compleja ni más extensa que la que afrontamos respecto de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE)", que han costado numerosas horas extraordinarias, trabajando festivos y fines de semana. "La diferencia entre el reconocimiento de la Dirección del INSS respecto de su plantilla y la gestión realizada hasta el momento en el SEPE es ciertamente desoladora”.
En este sentido, desde la plataforma indican que no quieren una retribución concreta por las horas extraordinarias, sino que se les trate “con igualdad respecto a los trabajadores del INSS y que se haga justicia”. “¿Por qué se pone a unos trabajadores a un nivel y otros a otro? Sobre todo en un organismo en el que la plantilla se siente muy maltratada desde hace muchos años”, añaden.
Más motivos
La falta de compensaciones no es el único motivo que empuja a los trabajadores del SEPE a plantearse una huelga (que aclaran que no sería a corto plazo, dada la situación del país) o, como mínimo, a no hacer más horas extraordinarias. Denuncian el sobresfuerzo que han tenido que asumir en los últimos meses para gestionar los numerosos subsidios aprobados por el Gobierno y que la apertura presencial de las oficinas reviste riesgos para el personal.
Piden que la atención al público no sea presencial hasta que “estén resueltos, subsanados y garantizados el cobro de los ERTE. El clima de violencia hacia los trabajadores del SEPE, del que están haciendo eco la prensa y las redes sociales, está creciendo cada día entre aquellos afectados por los ERTE que un mes más verán incumplidas las falsas promesas que les ha hecho la ministra de Trabajo, con los datos en la mano”.
También reclaman “una evaluación presencial e individualizada de cada oficina y puesto de trabajo”, y elementos de protección individual (EPI) “homologados que eviten que nos contagiemos y no mascarillas higiénicas o quirúrgicas. Aunque nos hayan querido considerar personal de bajo riesgo, hay compañeros que atienden a una media de 500 personas distintas al mes y posibles focos de contagio, en oficinas sin ventilación ni renovación de aire, con salas de espera masificadas y espacios en los que no se puede mantener la distancia de seguridad”.
Además, piden mamparas de protección que “preferentemente estén ancladas a las mesas para que no se puedan usar como arma arrojadiza” y más incorporaciones, además de la eventual que se hizo hace unas semanas “con formación previa”.