Día D, hora H. Si aplicamos este lema al cambio de hora, el resultado no es otro que el siguiente: el cambio de hora tuvo luchar la madrugada del 29 de octubre. Ese día, hubo que atrasar los relojes, desde las 3 a las 2 horas.
El principal objetivo que tienen los cambios horarios como el que se avecina es aprovechar al máximo la luz natural y, por tanto, consumir menos energía y pagar menos en las facturas. Esa fue la razón de ser cuando se implantó pero, con el paso de los años, ya no es tan útil.
De hecho, su origen se centró en la disminución del consumo energético por parte de la industria. Pero el mayor uso de dispositivos electrónicos por parte de las familias ha incrementado la factura de las familias. Y el ahorro pretendido no es tal.
¿Hay realmente o no ahorro?
Con el cambio de hora, lo que se pretende es ajustar la jornada laboral con las horas de luz diarias. Es decir, aprovechar más la luz natural y fomentar el ahorro de energía. Aunque ha habido voces discordantes al respecto, y debido a la falta de acuerdo entre los países de la Unión Europea (UE), será una costumbre que seguirá vigente al menos hasta 2026.
De hecho, la propia UE ha reconocido que ya no existe un impacto económico sustancial. Una afirmación con la que ha estado de acuerdo la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), calificándolo de “irrisorio”.
En concreto, y según el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), cada familia puede ahorrarse entre 6 y 8 euros al año. Eso sí, en el mejor de los casos. Por tanto, alrededor de un 5%.
Además, hay que tener en cuenta otra circunstancia. Desde el año 2020, todas las tarifas cuentan con discriminación horaria. Y eso viene a traducirse en que las franjas horarias más caras suelen coincidir con los momentos del día en los que es más necesaria la electricidad.
¿Cómo pagar menos en la factura?
Al retrasar la hora, los días serán más cortos, amanecerá antes, anochecerá mucho más pronto y habrá menos luz natural. Y todo ello se traduce en un mayor consumo eléctrico que acaba notándose en la factura.
Ante esta tesitura, conviene recordar una serie de consejos que vienen como anillo al dedo para ahorrar energía en el otoño y en el invierno. Así, y según Kolondoo, hay que contratar la potencia adecuada según las propias necesidades. Se trata del precio fijo que, sí o sí, pagas en todas y cada una de tus facturas de la luz. Por tanto, al ajustarlo, se paga sólo por el uso que realizas.
[El autoconsumo permitiría ahorrar hasta un 70% en la factura de la luz]
Asimismo, es pertinente mantener la casa aislada para que el calor no se escape. De esta manera, al ser puertas y ventanas selladas, no habrá que tener tantas horas funcionando calefacción o radiadores. Menos horas, menos cargo en la factura.
Es cierto que las bombillas de bajo consumo son más caras, pero son muy útiles. Porque su vida útil supera hasta 10 veces la de las bombillas tradicionales. El ahorro gira en torno a los 100 euros al año, según Kolondoo. Y si se tiene un termostato, miel sobre hojuelas. Es un aparato indispensable para mantener la temperatura idónea, evitando saltos bruscos, que son los que incrementan el gasto.
¿Más consejos? Lavavajillas y lavadora, siempre con carga llena. Son dos de los electrodomésticos que más consumen. De ahí que sea vital usarlos cuando están llenos y con ciclos cortos. Por último, cuidado con el stand by. El pilotito de la tele, o de cualquier otro aparato, supone hasta un 7% del consumo total. Traducido a euros, entre 50 y 100 euros anuales.
Junto a todo ello, otra opción es mirar las ofertas que ofrecen las diferentes compañías. Y si alguna convence, cambiar de compañía eléctrica. De hacerlo, hay una serie de elementos que conviene tengas en cuenta: ver si está en el mercado libre o regulado, si la tarifa que usas depende o no de franjas horarias, y cuál es el consumo de kilovatios al mes. Datos que están en tu factura. Con ellos, el siguiente paso es ver las diferentes rebajas en algunos de los comparadores que existen en el mercado.