El popular dicho de ‘suma y sigue’ bien podría aplicarse a los viajes del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales). Porque ‘suman y siguen’ los problemas de los viajes de Turismo Social (Avoris) a la par que la indignación de los jubilados. Y es que las quejas no paran de crecer ante un servicio que consideran es ineficiente y que les acaba perjudicando tanto a nivel humano como económicamente.
La lista es larga: retrasos en los vuelos, intoxicaciones en hoteles, falta de baños en autobuses, cambio de hoteles, horarios a deshoras, falta de señalización, instalaciones hoteleras inadecuadas a sus necesidades...
Complicaciones en unos viajes que, si bien son competitivos en cuanto a precio, no acaban de satisfacer a los usuarios. A continuación, te mostramos algunos de los hechos más relevantes acaecidos este año.
¿Qué sucede con los hoteles del Imserso?
Ya desde el primer día del año, un grupo de 65 jubilados mostró su descontento con el hotel en que estaban alojados en Gran Canaria. Tanto, que llegaron a calificar las condiciones de “inaceptables”.
Así lo explicó uno de ellos a León Noticias, que habló que “deficiencias sustanciales” que afectaron “gravemente” a la experiencia de los huéspedes. Por ejemplo, ausencia de mobiliario en las habitaciones, un comedor con problemas logísticos y una comida, la de fin de año, que no estuvo a la altura de las circunstancias (y pagaron 40 euros de suplemento).
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Ese mismo hotel, en febrero, también ‘levantó ampollas’ entre los usuarios del Imserso. En este caso, fueron 58 las personas afectadas. Y sus quejas tuvieron que ver con una mala ubicación (estaba en una pendiente que hacia peligrosa el acceso para personas con movilidad reducida). Además, con lluvia, resbalaba (una persona recibió tres puntos de sutura tras una caída). Por si fuera poco, estaba en obras, con un comedor pequeño, y escasa comida.
Así lo denunciaron a La Provincia donde fueron categóricos al afirmar que "el hotel no corresponde a los servicios ofertados y a su categoría". ¿Más quejas? Agua fría en las duchas, falta de leche o aceite, y “cenas recicladas”.
Situaciones incómodas que también ocurrieron en Palma de Mallorca. Allí, un brote de gastroenteritis afectó a casi medio centenar de jubilados. Días después, el servicio de Epidemiología del Gobierno balear clausuró la cocina del establecimiento por “una deficiencia estructural”.
En otro establecimiento, los viajeros del Imserso llegaron a ponerse ‘en pie de guerra’ porque querían alojarlos en un hotel de tres estrellas en vez de en uno de cuatro, que era el que habían contratado. Por si fuera poco, en otro destino diferente al estipulado.
¿Qué otras denuncias se han llevado a cabo?
Una de ellas tiene que ver con los conocidos como puntos de encuentro. El grupo del Imserso de León con destino Gran Canaria denunció que la persona de Turismo Social llegó 45 minutos tarde respecto a la hora estipulada.
Otro grupo, por su parte, alzó la voz en la estación de Atocha, en Madrid. Su queja tenía que ver con la falta de señalización respecto al punto de encuentro. Lo que se tradujo en un ir y venir de acá para allá hasta dar con el mismo.
Los aeropuertos también han sido motivo de descontento. En el de Alicante-Elche Miguel Hernández, un grupo de 150 personas con destino Santiago de Compostela estuvo cinco horas viendo como les mareaban con cambios constantes de hora de salida. Salieron a las 20:00 horas. Y al llegar a Santiago, se encontraron con que no había conexiones a su destino final, por lo que tuvieron que coger taxis que pagaron de su bolsillo.
Mientras que, en el de Almería, la situación se repitió coincidiendo con el horario de la comida. En este caso, no les ofrecieron nada que llevarse a la boca. Y, en el aeropuerto de Santiago de Compostela, el retraso fue de nueve horas. Aquí les dieron un vale de comida de 30 euros, pero les advirtieron de que no se lo gastaran de golpe porque no se sabía si el avión saldría ese día.