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Empleo Hoy

La pensión, la gran incógnita de la generación Z: así es su largo camino hasta una jubilación que no está garantizada

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Ahora que ya no hay duda de que las pensiones subirán un 2,8% en 2025, ha salido de nuevo a la palestra el debate sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones. Pero, más allá de los problemas a corto y medio plazo —el año que viene es muy probable que se tomen medidas—, queda en el aire una pregunta de mirada larga: ¿tendrán pensiones los jóvenes de hoy? No hay respuesta clara, pero antes de llegar ahí queda por ver cómo podrán vivir hasta su retiro.

Los expertos consultados por EL ESPAÑOL-Invertia coinciden en que, si así lo deciden los españoles en el futuro, la generación Z y todos los que dan sus primeros pasos en el mercado laboral tendrán pensiones. Las cohortes de los jóvenes de hoy no son, ni de lejos, tan numerosas como las del baby boom. Si el número de trabajadores no sufre un revés, cuando lleguen a la edad de jubilación podrán tener pensiones.

Ahora bien, el problema viene antes de ese retiro, es decir, durante toda su vida adulta y laboral. Y es que, a medida que los boomers se van jubilando, el gasto del sistema público de pensiones es cada vez mayor. En 2025, la Seguridad Social tendrá que abonar más de 13.000 millones de euros cada mes sólo para pagar las pensiones contributivas.

"El problema que tienen los jóvenes no es si van a cobrar la pensión, sino cómo van a vivir hasta que cobren la pensión", afirma Miguel Ángel Garcíaprofesor de Economía Aplicada en la URJC e investigador asociado de Fedea. García señala que, con la reforma de 2021, se decidió mantener "la tasa de reposición más generosa de la Unión Europea".

En concreto, la tasa de reposición —porcentaje que representa la pensión respecto al último salario que se recibía antes de la jubilación— en España está en el 78%, frente al 44,5% de media la zona euro. Así, una vez se acerque la mitad del siglo, cuando la gran mayoría de la generación del baby boom estará jubilada, el gasto en pensiones subirá 3,8 puntos, hasta suponer el 16,6% del PIB.

"Entonces, la pregunta que hay que hacer no es si financieramente es sostenible, que podría serlo si se buscan ingresos adicionales. El problema es que facilitar esos ingresos va a implicar una disminución importante de la renta disponible de las siguientes generaciones", sentencia el investigador de Fedea.

Y es que pagar ese sobrecoste de 3,8 puntos del PIB, hoy, supondría tener que conseguir 70.000 millones de euros extra o aumentando las cotizaciones sociales o los impuestos.

"En ambos casos, las generaciones futuras verán como baja su renta disponible, no sólo porque destinen más parte de su salario o bien a impuestos o a más cotizaciones, sino porque va a afectar negativamente al empleo neto", explica García.

Demografía y productividad

Pero ¿cómo superar la coyuntura actual y llegar a un futuro con pensiones para los que hoy son jóvenes? Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, señala como primeros elementos la productividad y la inversión, cuya buena marcha "ayuda a financiar todo el sistema de protección social y particularmente las pensiones".

Por otro lado, la inmigración ha sido un factor determinante del boom del empleo y del crecimiento de la economía española los últimos años. "También ayuda desde el punto de vista demográfico, porque facilita la elevación de la ratio de activos sobre pensionistas", explica Torres.

"¿Hasta dónde tiene que llegar la inmigración para poder financiar el sistema? Probablemente, tiene que subir mucho y no sabemos si eso es posible", indica el director de Coyuntura de Funcas, que añade que pueden surgir problemas por la integración de esos migrantes, pese a que hasta ahora "haya ido muy bien".

En cualquier caso, el sistema de pensiones "todavía sufre un déficit estructural, lo que significa que en este momento los activos están pagando más de lo que van a recibir en un futuro. O dicho de otra forma, los pensionistas están recibiendo más de lo que han contribuido a lo largo de su vida profesional", algo que para Torres habría que corregir.

De esta manera, una corrección del propio sistema (que no fuera drástica), unida a un flujo suficiente de trabajadores foráneos, un impulso a la natalidad y una mejora de la productividad y las inversiones, serían la clave para asegurar el sistema para las futuras generaciones. "Cuanto menos crece la productividad, más difícil es cuadrar ese círculo", sentencia Tores.