“Necesito contratar pilotos de drones y no los hay en el mercado laboral”. Esta es sólo una de las quejas de los responsables de recursos humanos de una de las grandes empresas españolas. Un país en el que conviven casi 4,8 millones de parados con multinacionales que no encuentran trabajadores para algunos puestos de trabajo tiene un grave problema: la disociación entre el mundo educativo y el empresarial.
En España hay más de dos millones de desempleados que llevan más de dos años en el paro, son grandes bolsas de trabajadores que tienen muy difícil acceder al mercado laboral ya que su formación y sus habilidades distan mucho de lo que necesitan hoy las empresas. Este es uno de los principales problemas del mercado laboral español y será uno de los grandes retos para el próximo gobierno.
Ante esta coyuntura tan compleja, EL ESPAÑOL y Deloitte organizaron un evento con los responsables del área de laboral de cuatro grandes empresas españolas para debatir sobre ‘Las nuevas tendencias del mercado laboral’, moderado por Fernando Bazán, socio responsable del departamento de Laboral de Deloitte Abogados.
Nuevos perfiles profesionales
De una anécdota se extrae un ejemplo que es extensible a muchas empresas. “Necesito contratar pilotos de drones y no los hay en el mercado laboral, los tenemos que formar nosotros”, explica Alberto Santos Iglesias, responsable nacional de Relaciones Laborales y Asesoría Laboral de Prosegur.
“La educación es un auténtico desastre, se necesita una transformación completa, no sólo un maquillaje”, explica Eduardo Miguel Orense, director de Recursos Humanos para el Sur de Europa de Campofrío. “Hay un 'gap' importante entre el sistema educativo y las necesidades de las empresas”, protesta Juan María Gorostidi, director corporativo de Relaciones Laborales de Grupo Santander, “hay ciertos perfiles que no los encuentras en este mercado o son muy escasos”, asegura.
“El sistema educativo está muy disociado de la realidad de las empresas y del mercado laboral”, señala Antonio García, subdirector general adjunto de Relaciones Laborales y Sociales de Mapfre. Esta situación es una auténtica tragedia en un país con cuatro millones de desempleados.
“Hay carreras que no van a tener salida en el mercado laboral y que se siguen potenciando”, denuncia Gorostidi, mientras que los nuevos perfiles que necesitan las empresas son imposibles de conseguir. Hay un segmento de la población que no conseguirá tener trabajo de forma estable si no se adapta a las nuevas necesidades del mercado.
Las cuatro empresas reconocen que la política educativa debería ser una prioridad para el futuro gobierno, ya que sería útil tanto para los parados, que les ayudaría a encontrar un empleo, como para las empresas, que tendrían más fácil encontrar candidatos para sus puestos de trabajo. “Cuando vas a contratar a un nuevo empleado, lo que necesitas es que esté ya formado, no que tengas que formarlo en la compañía, remarca Santos Iglesias.
Orense demanda a los partidos políticos un cambio “desde el acuerdo y la estabilidad”, para poner en marcha una reforma educativa que no cambie con cada gobierno. “El Ministerio de Educación y el de Trabajo tendrían que ir de la mano en esta reforma”, señala Santos Iglesias.
Flexibilidad laboral no es despido barato
Los representantes de las cuatro compañías coincidieron durante el debate en la necesidad de cambiar la reforma laboral de 2012 para adaptarla a las nuevas exigencias del mercado. El punto en común es que se necesita flexibilizar las condiciones del trabajo, pero eso no significa abaratar el despido, el debate está muy lejos. Se necesita flexibilidad cuando el empleado está trabajando, no cuando se le quiere despedir.
Un ejemplo es el control que tienen que hacer las empresas del horario de sus trabajadores. ¿Qué pasa si hacen teletrabajo? ¿Y si tienen horarios flexibles? “Ninguna de las reformas laborales se ha dirigido a adaptar la regulación a las nuevas tecnologías”, denuncia Santos Iglesias. García pone el ejemplo de Mapfre: “En Mapfre Reaseguro establecimos un horario flexible de adscripción voluntaria y, salvo un número pequeño, la mayoría de la gente se quiso incorporar”.
Este tipo de flexibilidad que aprovecha las ventajas de las nuevas tecnologías, se complica con la normativa estricta, como por ejemplo el control de los horarios. “La flexibilidad de la jornada laboral no permite controlar los horarios, o el teletrabajo no permite la prevención de riesgos laborales”, señala Santos Iglesias.
La flexibilidad también es fundamental para las empresas, tanto para conseguir un nivel más alto de satisfacción laboral, como para adaptarse a la demanda. Por ejemplo, hace unos años era impensable que los comercios estuviesen abiertos los domingos, todavía hoy es extraño en muchas provincias, sin embargo, en las que sí se puede abrir, las empresas han podido satisfacer una demanda de los consumidores. “Se necesita flexibilidad de lunes a domingo”, apunta Santos Iglesias.
“Las nuevas necesidades de las empresas se producen por los cambios en la demanda de los clientes”, apunta Orense, “por eso hace falta que se asuman y se aborden estos cambios a todos los niveles, jurídico, sindical y empresarial”. “Se necesita una regulación adaptada a las necesidades de las empresas y que mire al futuro”, pide García, de Mapfre, una normativa “que nos permita aplicar los criterios de flexibilidad y de distintos modos de trabajo”.
“Queremos que la nueva legislación no dé pasos hacia atrás, pese a todo lo criticada que ha sido, la reforma laboral de 2012, ha demostrado sus efectos positivos para la creación de empleo y la adaptación de las empresas”, asegura Gorostidi, del Santander. En su opinión, “la capacidad de crecimiento de las empresas exige una situación laboral más flexible, sólo así se conseguirá crear más trabajo y de mejor calidad”.