Los organismos internacionales han revisado en bloque las previsiones de la economía española para este año al alza. El último fue el martes el FMI, que subió su estimación del PIB hasta el 3,1%, otros organismos son más ambiciosos, como es el caso del Banco de España, que elevó su proyección la semana pasada hasta el 3,2%. Pero la duda de todos es la misma: ¿Estas tasas de crecimiento son sostenibles? El economista Josep Olivier no tiene dudas: en su opinión la recuperación vuelve a incurrir en algunos de los errores del pasado.
En un informe elaborado para el think tank Europe G, el profesor de economía advierte que “los motores de la salida de la crisis no son los que uno desearía”. El motor al que se refiere es el consumo interno, que ha disparado la demanda interna y, una vez más, vuelve el peligro de las importaciones. Por ejemplo, la balanza de bienes no energéticos (que excluye el petróleo y el gas) que alcanzó un superávit del 2,3% del PIB en 2013 cerró el año 2015 en el 0,3% del PIB. La consecuencia es que el saldo de la demanda externa, esto es, las exportaciones menos las importaciones, suma ya dos años de contribución negativa al PIB. En otras palabras, que resta al crecimiento.
Este es el gran vicio de la economía española que vuelve a repetirse en esta salida de la crisis. Esto no significa que las exportaciones sean ya mayores que las importaciones, que no lo son, sino que el saldo de la balanza por cuenta corriente no crece y, por tanto, resta al PIB. Entre el primer trimestre de 2014 y el primer trimestre de 2016 restó 0,4 puntos porcentuales al crecimiento del PIB real. A pesar de la debilidad del sector exterior, la economía ha seguido creciendo a ritmos superiores al 3% gracias al tirón de la demanda interna. Ese consumo que lo soporta todo, pero que amenaza con volver a los viejos déficit exteriores del pasado.
Josep Oliver señala que “la devaluación interna no parece que haya generado la sustitución de importaciones que podía esperarse”. Esto significa que la recuperación del saldo exterior de España que se produjo durante la crisis se apoyó en la caída de las importaciones y, una vez que la renta de las familias y las empresas ha mejorado. Una vez que el consumo ha vuelto a repuntar han vuelto a crecer las importaciones, lo que significa que una parte de la recuperación del saldo exterior era cíclica. Una vez más, problemas permanentes de la economía española y que se consideraban ya resueltos, vuelven a aparecer. Las estimaciones del Banco de España respaldan que la demanda de bienes y servicios extranjeros tienen una alta correlación con la demanda.
Un castillo de naipes
La economía española es una de las que más crece de la eurozona, sí, pero también es una de las más vulnerables de la región. Esto es así porque no se ha resuelto el grave problema de la deuda externa. España tiene 2,3 billones de euros en pasivos frente al exterior, de los cuales, 1,4 billones son deudas que tiene que refinanciar, esto es, en torno al 140% del PIB. Una cifra tan elevada que supone un riesgo para el conjunto del país. “Cualquier duda sobre la economía española dificultaría la refinanciación de todo este montante”, advierte Oliver.
Por ejemplo, un escenario de una posible recesión, por leve que fuese, podría volver a elevar el déficit público hasta el 6% o el 7% (este año se cerrará con un 4,6%). La consecuencia es que la deuda pública podría alcanzar el 120% o el 125% del PIB y, así, dificultar la sostenibilidad de las cuentas públicas y la refinanciación de los distintos vencimientos.
El economista señala que el problema de España es que no ha conseguido solucionar el grave problema de deuda externa que tiene. Es cierto que el sector privado ha reducido su pasivo, pero una parte ha sido asumido por las Administraciones Públicas, con lo que la posición del conjunto del país sigue siendo muy parecida a la que había al inicio de la crisis. “Creernos que hemos solucionado los problemas porque la prima de riesgo haya caído a 100 puntos básicos es lo peor que podemos hacer, queda mucho por hacer”, advierte Oliver.
España podría caer como un castillo de naipes si vuelven los problemas. De hecho, en estos años de crisis y posterior recuperación “se han corregido muy levemente los desequilibrios estructurales”, explica el catedrático de Economía. El informe revela que es “crítico conseguir que el PIB crezca impulsado por la demanda exterior”. Sólo así se conseguirán los superávit primarios que permitan rebajar la deuda externa neta hasta niveles sostenibles.