Sostener el sistema público de pensiones es uno de los mayores retos económicos que tiene España por delante. Las proyecciones de la pirámide poblacional actualizadas la semana pasada por el INE para los próximos 50 años reflejan a la perfección el tamaño del problema. Los datos muestran que a partir de la segunda mitad de los 40, cada persona que haya trabajando en España tendrá que sostener, no solo a su familia, sino también a un jubilado. Actualmente esta carga se reparte entre 2,5 trabajadores, lo que significa que la carga de pensiones que tendrá que sostener cada español se multiplicará por dos en menos de 30 años.
Los datos de la proyección de la población española muestran que el problema de las pensiones no es solo de creación de empleo, como repite el Gobierno hasta la saciedad, también es de demografía. Actualmente la población en edad de trabajar, entre 16 y 67 años (teniendo en cuenta que esta es la nueva edad de jubilación fijada por la reforma de las pensiones de 2011) multiplica por cuatro el número de personas en edad de retirarse. En concreto, las personas en edad de trabajar superan los 31,5 millones, mientras que los mayores con 68 años o más son casi 8 millones.
Esta proporción se deteriorará rápidamente durante las próximas tres décadas, según las proyecciones del INE. En 2031 ya habrá menos de tres personas en edad de trabajar por cada uno en edad de jubilarse, en 2044 serán menos de 2 y en 2051 serán ya menos de 1,7 personas. En estos 35 años 7 millones de personas se jubilarán, lo que multiplicará por dos el número de jubilados, lo que significa que uno de cada cuatro ciudadanos en edad de trabajar, dejará de estarlo.
El trabajo
La presión demográfica es indudable. 1,7 personas en edad de trabajar por cada jubilado difícilmente puede sostener el sistema público de pensiones, ya se financie con cotizaciones o con impuestos, sigue siendo muy poco. Pero todas las personas en edad de trabajar no están interesadas en hacerlo. De hecho, la población activa (personas en edad de trabajar que están ocupadas o que quieren hacerlo) se ha movido tradicionalmente en el entorno del 60%. En otras palabras, de cada 10 españoles en edad de trabajar, 4 decide no hacerlo.
La tasa de actividad es especialmente baja entre los más jóvenes, ya que siguen estudiando. Solo un 23% de las personas entre los 16 y los 19 años quiere trabajar y entre los 20 y los 24 años son un 63%. Estos datos son el promedio de toda la serie histórica de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE y evidencian que toda la fuerza laboral del país no se utiliza para producir. La población activa también se reduce a partir de los 60 años por las enfermedades y las prejubilaciones. Por lo tanto, la proporción de las 1,7 personas que hay en edad de trabajar por cada jubilado es demasiado optimista, la realidad es peor.
Si se combina la media histórica de actividad con las proyecciones de la pirámide poblacional se anticipa un deterioro mucho más rápido de la sostenibilidad del sistema de pensiones. El número de personas integradas en el mercado de trabajo por cada pensionista caerá por debajo de 2 en 2030 y en 2051 apenas habrá 1,13 activos por cada jubilado. Esto significa que, en el mejor de los casos de que el mercado laboral pueda absorber a todas las personas que buscan un empleo (o lo que es lo mismo, eliminar el paro), cada trabajador tendrá que pagar casi una pensión de jubilación completa.
El cruce de estos datos se ha realizado teniendo en cuenta las tasas de actividad de las distintas franjas de edad. Esto es muy importante para España, ya que en los próximos años perderá mucha población situada en las horquillas de edad más activas: entre los 30 y los 55 años. En los próximos 35 años, el número de personas en esta franja se reducirá en casi 5 millones, lo que supone más de un 25% de la población que trabaja actualmente en España.
El paro
Al problema de la baja tasa de actividad, común a todos los países desarrollados, se le une en España el del paro. Este es un drama que da la puntilla al maltrecho sistema de pensiones. La tasa de desempleo ha sido tradicionalmente más alta que en el resto de países occidentales, lo que refleja un problema estructural de la economía española. Si se utilizan los datos históricos de desempleo por franjas de edad y se combinan con las proyecciones demográficas, se obtiene el dato inicial: a partir de 2046 habrá más jubilados que trabajadores.
Esta proporción es, actualmente, de 2,4 trabajadores por cada jubilado, pero se deteriorará tan rápido que no tardará más que 30 años en caer de 1. El Gobierno está estudiando adoptar medidas como compatibilizar el cobro del 100% de la prestación con seguir trabajando para prolongar algo más la edad media de jubilación. El éxito de esta medida y otras similares podría hacer cambiar unas décimas estos cálculos, pero voltear la tendencia será prácticamente imposible.
Los datos históricos del paro también podrían cambiar, precisamente este es uno de los grandes retos del país, el de rebajar el desempleo estructural, pero cambiar la tendencia no será fácil. En este sentido, estos cálculos pueden subestimar la capacidad del país para mejorar el mercado laboral. También los ciclos económicos tendrán su efecto coyuntural, estos datos marcan la tendencia estructural proyectada.
Pero también hay un riesgo de que se estén sobrevalorando, ya que todas las personas que están trabajando no cotizan, lo que provoca que, sistemáticamente, el número de ocupados que se obtiene en la Encuesta de Población Activa sea superior al número de cotizantes. El éxito o el fracaso en la lucha contra el fraude afectarán también a estos cálculos. Al margen de que se cotice o no, estos datos reflejan que en España habrá menos personas trabajando de las que habrá jubiladas dentro de 30 años.
El INE considera que el efecto de la inmigración no será tan fuerte como en la década de los 2000 y teme que España seguirá envejeciendo y perdiendo población. Estas proyecciones también pueden estar equivocadas, pero reflejan el escenario central y más evidente actualmente. Un escenario perfecto para una película de suspense.