Cuando estalló la crisis económica, España era uno de los países europeos con las finanzas públicas más saneadas. La ratio de deuda pública sobre el PIB cerró el año 2007 en el 35,5%, esto es, por cada euro de producción del país se acumulaban 35 céntimos de deuda. Una situación muy cómoda en apariencia, pero que escondía detrás una gran crisis de deuda.
Desde entonces han pasado casi ocho años y España ha disparado su deuda en 720.000 millones de euros, lo que en porcentaje del PIB se traduce en 65 puntos más. Esta subida casi en vertical de la deuda durante la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y la primera de Mariano Rajoy (con la prórroga en funciones incluida) han llevado a España a acumular más deuda de lo que produce en un año. Esto es el pasivo ha superado el 100% del PIB, hasta el 101% en el segundo trimestre del año, según los datos del Banco de España.
¿A qué se ha destinado todo este dinero? La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha calculado la procedencia de toda esta deuda, unos datos de los que se extrae que ya en 2007 los problemas estaban latentes, pero existían. En esos años la burbuja inmobiliaria disparó los ingresos de las Administraciones Públicas y así quedó camuflado el grave riesgo que tenía el país. Cuando desaparecieron, simplemente cayó el castillo de naipes que eran las cuentas públicas.
Un error común es pensar que todo este dinero ha ido a parar a bolsillos corruptos, pero la magnitud de las cifras derriba este argumento. Otra cuestión distinta es si la corrupción influyó en la mala gestión política y terminó provocando este agujero. Por ejemplo, el caso de los ERE de Andalucía, uno de los mayores que ha habido nunca en España, la fiscalía lo valora en 700 millones de euros, apenas el 0,1% de toda la deuda acumulada durante la crisis.
Esta mala gestión se aprecia en el coste de las ayudas al sector financiero, en especial a las antiguas cajas de ahorro. Según los cálculos de la AIReF, 7 puntos de la deuda se corresponden al rescate de las distintas entidades, algo más de 75.000 millones de euros. Bruselas obligó a que el rescate se canalizara a través del Estado, por lo que se contabilizó directamente como deuda pública. En torno al 10% de los pasivos acumulados durante la crisis se corresponden a las ayudas al sector financiero. ¿De dónde procede el resto?
Cuatro puntos de deuda proceden de otro rescate, pero esta vez no es el del sistema financiero, sino de la aportación de España a los paquetes para ayudar a Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre. En total, algo más de 40.000 millones de euros aportados a los socios europeos que han ido directamente a engrosar la deuda pública. De hecho, España ha aportado más a los rescates europeos de lo que recibió en el rescate financiero, que fueron 41.300 millones de euros.
¡Ay, el ciclo!
Cuando estalló la crisis la aparente solidez de la economía española mostró su verdadera cara. El superávit de 21.000 millones de euros del que presumía Zapatero durante la campaña electoral no era más que el resultado de la burbuja de ingresos insostenible. En dos años la recaudación del conjunto de las Administraciones Públicas se desplomó en 69.500 millones de euros. Por cada cuatro euros que ingresaba perdió uno. Además, la Seguridad Social redujo sus ingresos por cotizaciones en 2.500 millones de euros.
Al mismo tiempo, aumentaron los gastos, ya fuesen discrecionales, como el famoso Plan E, o automáticos, como el gasto en desempleo. En esos dos años de la crisis, las transferencias sociales aumentaron en 37.000 millones de euros, según los datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE). El resultado es que en 2009 las transferencias sociales eran un 25% de las que fueron en 2007.
El aumento del gasto y la reducción de los ingresos provocaron que el déficit público se disparara y se acumulara como deuda hasta superar el tamaño del PIB. Una parte de este efecto fue meramente cíclico. Por ejemplo, cuando aumenta el paro se eleva el gasto en prestaciones, o cuando caen los beneficios de las empresas, se reduce la recaudación con el Impuesto de Sociedades.
La AIReF estima que el efecto del ciclo económico ha elevado la deuda pública en 21 puntos del PIB, esto es, en torno a 230.000 millones de euros. En conjunto, el efecto de la crisis económica (déficit cíclico, crisis bancaria y crisis de deuda europea) ha provocado que la deuda aumentase en 32 puntos del PIB, la mitad de todo el incremento.
¿Y la otra mitad?
En la segunda mitad de toda la nueva deuda se ven reflejados los defectos de la economía española y europea. El factor principal es la debilidad estructural de las cuentas públicas que hacen que aunque la economía alcance su crecimiento potencial, los gastos sigan siendo superiores a los ingresos. En otras palabras: España necesita que la economía se recaliente y así generar unos recursos mayores a lo que sería su nivel de equilibrio para equilibrar el presupuesto de las distintas Administraciones.
La AIReF estima que la debilidad estructural de las cuentas públicas, con déficit primarios acumulados, ha provocado un incremento de la deuda de 25 puntos del PIB desde 2008. En otras palabras, el desfase estructural de las cuentas públicas ha tenido un coste mayor que el efecto cíclico de la crisis (que fueron 21 puntos del PIB).
De hecho, según la AIReF, España tiene una brecha estructural de 2,5 puntos del PIB. Esto es, que gasta unos 25.000 millones más de lo que recauda. Para cerrar esta brecha no hay que confiar en el ciclo económico, porque como señala la Autoridad, es estructural. Unos ingresos extraordinarios podrían reducir el déficit, o incluso llevar al país a superávit (como ocurrió durante la burbuja inmobiliaria), pero cuando la economía vuelva a su nivel de equilibrio, el déficit volverá a aparecer.
Los 8 puntos de déficit que faltan son los correspondientes al coste de los intereses. A medida que aumenta la deuda, se tienen que emitir más bonos (y otros instrumentos), lo que incrementa la factura de los intereses. Según los cálculos de la AIReF, para pagar a los acreedores hemos tenido que elevar la deuda en unos 85.000 millones de euros.
La factura de los intereses se ha reducido en los últimos años a pesar de que el montante de deuda no ha hecho más que aumentar. El principal motivo de este cambio ha sido la actuación del Banco Central Europeo (BCE), cuyos estímulos monetarios ha rebajado los tipos de interés que paga el Tesoro a mínimos históricos. Sin embargo, esta política expansiva del BCE no empezó a producirse hasta 2012, lo que condenó a España a pagar intereses muy elevados durante cuatro años y, por lo tanto, a asumir un coste mayor por su deuda.