"Todas las partes han dejado de ser constructivas. Los expertos intentan trabajar en Atenas y se encuentran con todo tipo de interferencias políticas", se lamenta ante un grupo de periodistas un alto funcionario europeo conocedor de las conversaciones sobre el rescate griego. Todos los problemas latentes acumulados en el tercer programa de 86.000 millones de ayuda financiera a Atenas han estallado en público en la última semana. La guerra ya no enfrenta sólo a Bruselas contra el Gobierno de izquierda radical de Alexis Tsipras. También el Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha peleado con las instituciones de la UE. Y dentro de la eurozona ha vuelto a emerger la fractura entre Alemania y Francia.
Tras la grave crisis de verano de 2015, en Berlín vuelve a hablarse de expulsar a Grecia de la eurozona. La canciller Angela Merkel se reunió el viernes con Tsipras, pero el encuentro no ha servido para desbloquear el rescate. Merkel le ha dicho al primer ministro griego que no es Alemania la que decide sino la troika y el Eurogrupo. Pero lo cierto es que ha sido su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, el que ha congelado con su veto las tímidas medidas de alivio de la deuda griega que acababa de aprobar la eurozona.
Está en juego la participación del FMI en el tercer programa griego y la propia supervivencia del plan de ayuda. El organismo presidido por Christine Lagarde ha puesto dinero en los dos primeros rescates de 240.000 millones, pero ahora se plantea quedarse al margen. La decisión, que debía haberse tomado antes de fin de año, se ha retrasado. Alemania y Holanda reclaman la presencia del Fondo porque desconfían de la flexibilidad de Bruselas con Atenas. Pero al mismo tiempo se oponen a su principal exigencia: una quita a la deuda griega. En definitiva, un rompecabezas difícil de resolver.
El FMI estalla contra la UE y Tsipras
"El FMI no le está pidiendo a Grecia más austeridad". Este es el título del artículo que ha servido de detonante para la última guerra sobre el rescate griego. Se colgó en la web del Fondo el pasado lunes por la tarde y está firmado por su economista jefe, Maurice Obstfeld y su director de misión en Atenas, Poul Thomsen. Los dos denuncian una campaña de intoxicación contra el FMI. "Se nos critica por pedir más austeridad presupuestaria y en particular por hacerlo como precondición para un alivio de la deuda que se necesita con urgencia. Eso no es verdad y se imponen algunas aclaraciones", escriben.
A continuación, el Fondo arremete contra los ajustes pactados entre Atenas y la UE a cambio del siguiente tramo del rescate. Las medidas en cuestión, sostiene el FMI, ignoran los dos problemas centrales de la economía helena. En primer lugar, el hecho de que más de la mitad de la población no paga el impuesto sobre la renta (frente a un 8% de promedio en el resto de la eurozona). A ello se suma un sistema de pensiones "muy generoso" que cuesta casi el 11% del PIB al año (el 2,25% en el resto de la eurozona)
"En lugar de atacar estos problemas espinosos, Grecia ha recurrido a profundos recortes de la inversión y del gasto discrecional. Y lo ha hecho hasta tal punto que el deterioro de la infraestructura está obstaculizando el crecimiento y que se está poniendo en peligro la prestación de servicios públicos básicos como el transporte y la sanidad", denuncia el artículo.
Sin embargo, la posición del FMI no está exenta de contradicciones. La institución presidida por Christine Lagarde alega que el objetivo de un superávit presupuestario del 3,5% a partir de 2018 que Bruselas ha fijado para Grecia es demasiado ambicioso y asfixiará el crecimiento del país. En su lugar, debería relajarse hasta el 1,5% y el Eurogrupo tendría que perdonar una parte sustancial de la deuda helena.
No obstante, el Fondo acepta que se mantenga la meta del 3,5% y un alivio de la deuda limitado, tal y como pretende el Eurogrupo. Pero en ese caso, como condición para participar en el tercer rescate, exige ajustes adicionales "significativos" y que se legislen ya ahora. Es decir, sí que reclama más austeridad a Atenas aunque lo niegue.
La UE replica con malos modos y defiende a Atenas
A Bruselas no le ha gustado nada el artículo del FMI. El Fondo de Rescate de la UE (MEDE) expresó de inmediato su "sorpresa" por las palabras de Obstfeld y Thomsen y les reprochó que sacaran a la luz pública las desavenencias dentro de la troika. "Esperamos poder volver a la práctica de negociar el programa con el Gobierno griego en privado", dijo un portavoz del MEDE.
Sin embargo, el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha decidido proseguir en público la guerra con el FMI con otro artículo publicado este jueves en el Financial Times. "En esta era de la denominada política posverdad, es importante no dejar que algunas afirmaciones queden sin rebatir", afirma Moscovici. Y a continuación se dedica a contradecir, punto por punto, todos los argumentos del FMI.
A su juicio, no puede acusarse a Tsipras de incumplir sus compromisos, ya que ha llevado a cabo "esfuerzos sin precedentes" en reformas como la del IVA o las pensiones. La pensión media helena (846 euros mensuales) es un 45% inferior a la de Alemania (1.233) y cada vez hay más ciudadanos griegos que pagan el impuesto sobre la renta, sostiene el comisario de Asuntos Económicos.
Pese a partir de premisas opuestas, la conclusión del comisario de Asuntos Económicos es la misma que la del FMI: "No puede condenarse a Grecia a la austeridad para siempre". Las palabras de Moscovici han indignado al polémico ex ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, que le adjudica "la medalla de oro a la hipocresía". "Rechaza más austeridad para Grecia pero le impone un superávit primario del 3,5% durante 10 años!", ha criticado en su cuenta de Twitter.
Alemania bloquea el rescate y divide a la eurozona
Casi al mismo tiempo que Moscovici publicaba su artículo en defensa de Tsipras, Alemania decidía bloquear en solitario las tímidas medidas de alivio de la deuda que el Eurogrupo aprobó el 5 de diciembre. El paquete en cuestión reduciría en 20 puntos porcentuales la carga de la deuda griega de aquí a 2060 y debía empezar a aplicarse a partir de 2017.
Berlín, que siempre se ha resistido a un recorte de la deuda helena, justifica su veto por la decisión del Gobierno de Atenas de aumentar el gasto público y revertir subidas de impuestos sin haberlo consultado antes con sus acreedores, tal y como exigen las condiciones del rescate.
En concreto, el Gobierno de Tsipras ha aprobado una paga extra de 600 millones de euros a los jubilados con pensiones más bajas y ha paralizado una subida del IVA en algunas islas del Egeo afectadas por la crisis de refugiados. Las medidas se financiarán con los ahorros adicionales que Atenas ha logrado este año por encima de los objetivos marcados por la UE, así que en teoría no incumplen los requisitos del plan de asistencia financiera.
A petición de Alemania, la troika ha examinado con carácter urgente estas medidas y ha llegado a la conclusión de que sí plantean "problemas significativos" tanto desde el punto de vista del procedimiento, por su adopción unilateral, como de la sustancia, ya que ponen en riesgo el cumplimiento de los objetivo de déficit tanto en 2016 como en los próximos dos años si se prolongan.
La iniciativa de Schäuble abre nuevas fisuras en la eurozona y enfrenta a Alemania con Francia. El presidente galo, François Hollande, se ha puesto del lado de Grecia y ha criticado que se congelen las medidas de alivio de la deuda. "No puede ser que se pidan todavía esfuerzos suplementarios a Grecia o que se le impida tomar decisiones soberanas que respetan los compromisos adquiridos", ha dicho Hollande.
"Quiero que Grecia sea tratada con dignidad, se quede en la eurozona y que se logre resolver la cuestión de la deuda griega porque estas son las condiciones, tanto para Grecia como para Europa, de la estabilidad", sostiene el presidente francés. Cuando se cumplen seis años y medio del primer rescate griego, estos objetivos todavía parecen muy lejos de lograrse.