El Gobierno ha empezado el año con mucha paciencia en cuanto a la negociación de los Presupuestos para 2017. Con la prórroga de las cuentas de 2016 ya en funcionamiento y con el ajuste más urgente que pedía Bruselas ya aprobado, el Ejecutivo se está tomando con mucha calma las conversaciones para elaborar el Presupuesto. De hecho, todavía no ha empezado a negociar con ningún partido de forma seria en lo que va de año. Para Moncloa, solo hay un interlocutor, el PSOE, y el resto son actores secundarios.
Fuentes próximas al Gobierno explican que se esperará hasta que el Partido Socialista esté dispuesto a negociar los Presupuestos. Rajoy no se arriesgará, bajo ningún concepto, a presentar un proyecto de Presupuestos que la Cámara le pueda rechazar, por lo que darán tiempo al PSOE a que arregle su casa para permitir la aprobación de las cuentas de 2017. Eso sí, no habrá negociaciones con Ciudadanos y cualquier acuerdo con la formación de Albert Rivera queda supeditado al sí de los socialistas.
Pero no todo será esperar con paciencia al PSOE. El Gobierno se siente con fuerza y cree que es un signo de debilidad no tener la capacidad de aprobar los Presupuestos. Por este motivo ha empezado una campaña de comunicación en la que culpa a los socialistas del bloqueo de las cuentas públicas, que incluye aspectos como la subida del sueldo de los funcionarios o las transferencias a las comunidades autónomas.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, hizo el martes un llamamiento a Ferraz ante los inversores internacionales reunidos en el 'Spain Investors Day': “Estamos en un Gobierno en minoría; el resto de grupos comparten la responsabilidad [legislativa]”. “Podemos estar de acuerdo hasta con el PSOE”, insistió Pablo Casado, vicesecretario de comunicación de los populares.
A favor
En el Gobierno todo el mundo reconoce que los Presupuestos son la ley más importante del año, por lo que intentarán aprobarlos por cualquier medio. “Restaría mucha credibilidad al Gobierno y a España”, explicó Casado. Aunque técnicamente sería posible pasar el ejercicio sin unas cuentas públicas, el Ejecutivo se niega a aceptarlo, al menos de momento.
Esto significa que lo que ahora es paciencia con el PSOE, se irá convirtiendo en una presión mucho más intensa a medida que pasen las semanas, hasta tal punto de amenazar con adelantar las elecciones. Esta es la opinión actual del equipo de Rajoy y es lo que dejó entrever el martes Guindos: “Nadie quiere elecciones otra vez, por lo que este será el mayor factor de estabilidad para el próximo año”. En otras palabras, o leyes o urnas.
Nadie quiere elecciones otra vez, por lo que este será el mayor factor de estabilidad para el próximo año
El Gobierno jugará con la baza del adelanto electoral para forzar al PSOE que no se ha cansado de repetir que ni siquiera se sentará a negociar. Sin embargo, Rajoy cuenta con varios argumentos de peso para seducir a los socialistas. El primero es para un buen puñado de votantes: los funcionarios. El Gobierno se niega a aprobar la subida del salario de este colectivo con un Decreto-Ley y sólo aceptará hacerlo dentro de los Presupuestos.
El segundo es el presupuesto de las comunidades autónomas, muchas de ellas gobernadas por barones socialistas. Como ya ocurrió en el pasado, hasta que no se firman los Presupuestos del Estado no se sabe cuál va a ser la transferencia a cada autonomía, por lo que las regiones no pueden disponer de estos recursos nuevos. Para los barones del PSOE las cuestiones autonómicas son muy importantes, por eso decidieron aprobar al Gobierno el reparto de los objetivos de déficit en diciembre y consiguieron 1.000 millones más de margen fiscal para este ejercicio.
El Gobierno irá jugando sus cartas a medida que pasen las semanas, con el objetivo de tener los Presupuestos aprobados en primavera gracias al apoyo del PSOE. Si Ciudadanos se adhiere posteriormente al acuerdo, o si se pueden incluir algunas de sus demandas será un extra, pero no es el objetivo prioritario para Rajoy. Moncloa está en un momento de hacer números y con Ciudadanos no salen.