Después de los años de estancamiento que sucedieron a la Gran Recesión, el crecimiento de la eurozona se consolida y supera ya al de Estados Unidos y Reino Unido. La economía de los países que comparten la moneda única creció de media un 0,5% entre enero y marzo, al mismo ritmo que durante el trimestre anterior. Una cifra que se traduce en una expansión anualizada del 1,7%, según los datos preliminares publicados este miércoles por la oficina estadística comunitaria, Eurostat.
En el conjunto de la Unión Europea de los 28, el crecimiento durante el primer trimestre del año fue del 0,4% (por debajo del 0,6% registrado entre noviembre y diciembre). En tasa interanual, el avance de la UE fue del 1,9%.
El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, se ha felicitado de que los datos de Eurostat "muestran un crecimiento sostenido en la UE a principios de 2017". El Ejecutivo comunitario presentará sus previsiones económicas de primavera para todos los países miembros el próximo 11 de mayo.
España, a la cabeza
Aunque todavía no se ha publicado toda la información desglosada, España sigue siendo uno de los países miembros que más crece, un 0,8% entre enero y marzo, muy por encima de la media de la eurozona. Por su parte, la economía francesa sólo se expandió un 0,3%, una cifra que los analistas atribuyen a la campaña electoral para las elecciones presidenciales.
Pese al dato decepcionante de Francia, el crecimiento de la eurozona supera ampliamente al de Estados Unidos, cuya tasa interanual durante el primer trimestre fue apenas del 0,7% (frente al 1,7% de la eurozona), el ritmo más bajo en tres años; y al de Reino Unido, que se expandió un 0,3% entre enero y marzo.
La mejora económica de la eurozona aumenta la presión sobre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, para que empiece a eliminar gradualmente su programa de compra de deuda. Draghi ya dijo la semana pasada que prevé que la recuperación "continúe consolidándose y ampliándose". No obstante, avisó de que todavía persisten riesgos a la baja por la lentitud en las reformas y la incertidumbre mundial.
Draghi sostiene que el estímulo monetario sigue siendo necesario para lograr el objetivo de que la inflación se sitúe en el 2% de forma sostenible a medio plazo. El BCE ya ha disminuido su ritmo de compra de deuda de 80.000 a 60.000 millones de euros al mes.