La primera quincena del mes ha recibido una avalancha de noticias económicas negativas a nivel global y local, que auguran un otoño caliente y un fuerte frenazo en la economía. Guerra comercial, inestabilidad del gobierno italiano, crisis en Argentina e incertidumbre en la formación del gobierno español, el cóctel perfecto para abonar el terreno de una recesión de la que ya pocos dudan.
La puntilla se produjo el miércoles, cuando se conocieron los datos del PIB alemán, al borde de la recesión, y el desplome de las ventas de la industria en España, que augura un parón de uno de los sectores claves de nuestro tejido productivo con nada menos que el 12,6% del PIB. El resultado fue el hundimiento de la Bolsa española hasta mínimos anuales, perdiendo todo lo ganado en lo que va de año.
Pero no son los únicos datos que preocupan. Diferentes cifras vienen apuntando en una misma dirección y desde hace varias semanas: la caída en la venta de viviendas, las matriculaciones de coches, el paro, el dato del PIB y la confianza del consumidor confirman que la recesión toca la puerta de la economía española. Indicadores que comienzan a parecerse demasiado a los que se vieron en los meses previos a la crisis de 2007 y 2008.
Una evidente ralentización de la economía española, pese a que la ministra de Economía, Nadia Calviño, sigue hablando de “dinamismo” en el mercado laboral y manteniendo su intención de subir su previsión de crecimiento, pese a que el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea han rebajado sus previsiones para la economía española por debajo del 2% para el próximo año.
Malos datos de empleo
Precisamente, respecto al empleo, el número de afiliados a la Seguridad Social aumentó en 15.514 personas en el mes de julio, lo que supone el peor mes de julio desde 2012, justo después del rescate a España, y el segundo peor dato de toda la serie histórica de la Seguridad Social.
En tasa desestacionalizada (que sirve para corregir la fluctuación debida a la estacionalidad), el empleo apenas aumentó en 4.334 personas, el peor mes desde noviembre de 2013, cuando España estaba todavía afectada por la crisis económica. Uno de los males endémicos de la economía española durante la crisis de 2007 fue precisamente el paro, que llegó al 25% y afectó a más de seis millones de personas.
La caída de la industria
Del mismo modo, las malas señales de la industria son más que evidentes. Este miércoles, el INE publicó que la cifra de negocios de la industria bajó un 5% el pasado junio respecto al mismo mes de 2018, su mayor recorte en tres años, mientras que las entradas de pedidos del sector se redujeron un 3,3%.
Con el dato interanual de junio, la facturación de la industria regresa a tasas negativas y marca su mayor descenso desde julio de 2016, cuando las ventas se hundieron más de un 8%. Del mismo modo, los pedidos encadenan dos meses consecutivos de caídas, aunque la registrada en junio es la más pronunciada desde marzo de 2018.
Por su parte, el Índice General de Producción Industrial (IPI) cayó un 1,8% el pasado mes de junio, una tasa 3,6 puntos inferior a la de mayo, según el INE. Con el retroceso interanual de junio, la producción industrial regresa a tasas negativas tras repuntar un 1,8% en mayo después de dos meses consecutivos encadenando descensos. Este indicador suele anticiparse al comportamiento del PIB.
La confianza del consumidor
Otro de los pilares de la economía, el consumo, también muestra síntomas de debilidad. La confianza de los consumidores en la economía descendió en julio y volvió a situarse en terreno negativo ante el empeoramiento de la evaluación de la situación actual y de las expectativas de futuro. El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de julio publicado por el CIS se situó en 97 puntos, 5,3 puntos menos que en junio.
El CIS también detectó un empeoramiento de las expectativas de consumo y ahorro, al tiempo que repuntan los temores de inflación y de subida de los tipos de interés. Casi la mitad de los encuestados asegura que llega justo a final de mes y solo un 37,7% afirma ahorrar "un poco", situación económica que para el 64,4% no ha cambiado en los últimos seis meses.
En un reciente informe, el BBVA ya advirtió que el gasto de los hogares se situará en el 2,1% este año, tres décimas menos que en 2018, y en el 1,8% en el año 2020. La estimación, sin embargo, es anterior a la avalancha de noticias negativas en verano, por lo que se estima que el indicador podría verse perjudicado a medida que avanza el año y los consumidores reduzcan su gasto al comprobar que la situación económica empeora.
La caída de las matriculaciones
En julio, las ventas de vehículos bajaron un 11%, la primera caída en un mes de julio desde 2012. Este mes se matricularon en España 116.686 turismos y todoterrenos. La cifra queda muy lejos de los 131.182 de hace un año, en un mes tradicionalmente positivo para esta industria.
En lo que va de año las matriculaciones han caído un 6,5%, hasta los 809.159 vehículos. La venta de coches diésel ha caído un 30% respecto al año pasado y ya solo representan el 27,5% del total. Estamos hablando de un mal dato para uno de los ejes de la industria española, que representa el 10% del PIB y el 9% del empleo.
El desplome de la venta de viviendas
¿Y la vivienda? Clave para el desarrollo de la economía española, también se ha desplomado. En términos mensuales, la compraventa de viviendas se redujo un 13,9%, el peor dato en un mes de junio en los últimos cinco años. Si a eso le sumamos que la caída interanual fue del 9%, tenemos un explosivo cóctel que preocupa a todo el sector. La vivienda es otro de los termómetro de la buena salud de la economía española, por lo que estos datos no llaman al optimismo.
Estamos hablando de un parón que se ha notado en todo tipo de viviendas. La compraventa de viviendas libres bajó un 8,5% en junio en tasa interanual, hasta sumar 37.236 transacciones, en tanto que las operaciones sobre viviendas protegidas cayeron un 13,6%, con 3.725 transacciones.
Desplome de la Bolsa y de la deuda
El Ibex 35 cae un 0,2% en el año, la peor plaza europea que se compara negativamente con la mejora del 10% de París, del 9% en Milán, del 8,5% en Francfort y del 5,7% en Londres. Un desempeño que ha llevado a la mayoría de los grandes del Ibex a cerrar en rojo el acumulado anual con importantes pérdidas en su cotización y su valoración.
Pese a ello, los mayores temores se ciernen sobre la deuda. El miércoles los tipos de la deuda cayeron en picado ante el miedo a la recesión (que trae menos inflación e intereses más bajos) y ante la fuga de dinero de los activos de riesgo. El bono español marcó un mínimo del 0,13%, con un descenso de 8 puntos básicos, cifras similares a las previas a la recesión de 2007.
El negativo contexto internacional
El producto interior bruto (PIB) germano cayó un 0,1% entre abril y junio respecto el trimestre anterior. En términos anuales, la economía alemana se mantuvo plana (0,0%) en el segundo trimestre de este año.
Estos datos hundieron los mercados que ya asumen una nueva recesión de la economía más importante de la eurozona y motor del desarrollo industrial del continente. Unos datos que ya se anticiparon hace una semana cuando se conoció el parón industrial de esta economía. Su producción industrial registró una caída mensual del 1,5% en junio tras el aumento del 0,1% de mayo. La última lectura es mucho peor de lo esperado, ya que los analistas esperaban un descenso del 0,4%.
Unos datos que arrastraron a toda Europa. Según Eurostat, el producto interior bruto (PIB) de la eurozona aumentó un 0,2% en el segundo trimestre del año con respecto al primero, por debajo del 0,4% registrado entre enero y marzo, debido en buena medida a la contracción de la economía alemana y el estancamiento de la italiana.
En el conjunto de la Unión Europea (UE), el PIB se incrementó un 0,2%, también inferior al 0,5% del trimestre previo, según los datos difundidos por la oficina de estadística comunitaria, que confirman sus estimaciones previas.
España, por su parte, siguió creciendo por encima de la media europea, un 0,5%, aunque a menor ritmo que en el trimestre anterior (0,7%), una décima menos de lo que había anticipado el Banco de España y el peor en cinco años.
Un crecimiento intertrimestral del 0,5% que sitúa el avance interanual en el 2,3%. Parece evidente que atrás quedan los niveles de crecimiento de 2015, 2016 o 2017. Y ojo, porque el FMI y Bruselas ya dicen que el crecimiento del año que viene estará por debajo del 2%. Una cifra que nos devuelve más a la España post-crisis que a la vigorosa economía que nos intenta vender la Ministra Calviño.