Resulta poco común ver al ministro de Economía de un país mencionar en público la preocupación de los inversores internacionales por algún aspecto concreto de su economía doméstica. Es una estrategia con la que nunca experimentaría el consejero delegado de una empresa del Ibex 35 por temor a las represalias de los mercados.
Sin embargo, con el reloj electoral ya en marcha y el tiempo para una eventual investidura llegando a su fin, la ministra de Economía en funciones decidió jugar con una pistola sin balas este lunes para allanar el camino de Pedro Sánchez a La Moncloa como garante de la estabilidad política.
En su primera intervención de este curso, Nadia Calviño reconoció que en los road show que mantiene con inversores para ofrecer deuda española, sale a relucir la preocupación de los mercados por la "falta de estabilidad" política "para los próximos años".
Sus palabras llaman la atención no solo por inusuales, sino también porque la factura en intereses de deuda que ha tenido en los últimos meses la ingobernabilidad de España ha sido muy limitada. Algo que se debe a la combinación de varios factores. El primero, el escenario de tipos bajos que ha consolidado Mario Draghi en Europa en el último año. Y el segundo, la caótica situación de Italia.
El hecho es que con un cuadro macroeconómico mucho más deteriorado, la prima de riesgo española era este lunes 24 puntos más baja que el 1 de junio de 2018, fecha en la que Sánchez llegó al poder tras su moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy.
Esa rebaja se debe más que a la gestión de los políticos españoles, a la de sus colegas italianos. Italia es el mercado de deuda con el que tradicionalmente compite España debido a factores diversos, como el tamaño de su economía, su peso en Europa y su geografía.
En estos últimos meses, el terror de los mercados al Gobierno de coalición que rompió en agosto Matteo Salvini era tal, que la prima de riesgo italiana llegó a superar los 330 puntos. Una situación que ha permitido a España esquivar el protagonismo de los focos de la situación política. Ello a pesar de que el conflicto de Cataluña aún sigue sin resolver y que la fragmentación parlamentaria ya recuerda al país transalpino en algunos sentidos.
Esta situación, lleva al otro punto por el que llama la atención que Calviño pronuncie estas palabras ante los medios de comunicación, justo ahora que el tiempo apremia para mantener La Moncloa en manos socialistas.
Los bajos tipos a los que se está financiando el Tesoro Público hacen que el Ministerio de Economía en funciones anunciara hace apenas dos semanas que el organismo que preside Carlos San Basilio recortará este otoño sus objetivos de emisión neta para 2019.
Según los datos de la última presentación del Tesoro, el 45% de la deuda pública española está en manos de inversores no residentes, con una presencia de fondos asiáticos creciente.
Un contexto de calma en la renta fija que podría celebrarse, de no ser por el hecho de que los sucesivos Gobiernos de España lo están utilizando para no acometer las reformas estructurales necesarias para recortar el ingente volumen de deuda que asfixia a la economía española y que alcanzó otro máximo en agosto con la deuda pública rozando de nuevo el 100% del PIB.
Calviño no fue la única en echar un cable a Sánchez este lunes pidiendo estabilidad política para combatir las amenazas económicas. También la ministra de Industria en funciones, Reyes Maroto, utilizó un argumento similar. Pero en esta ocasión, lo hizo para pedir fortaleza de cara a afrontar el desafío de un posible 'brexit duro'.
En tono preelectoral, Economía e Industria se suman así a la construcción del relato que inició la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, al congelar por consejo de la Abogacía del Estado las entregas a cuenta de la financiación autonómica que muchos Gobiernos regionales no podrán recibir hasta que en España haya un Ejecutivo en plenas funciones.