“España se encuentra en una posición razonable”. Con estas palabras la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, mostraba su complacencia con la situación económica de nuestro país. La número dos del Ejecutivo de Pedro Sánchez echaba mano de los indicadores tanto internos como internacionales que apuntan a un crecimiento de la economía española este año entre el 2,2% y el 2,4%.

No le faltaba razón, puesto que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) sorprendió a finales de julio al revisar dos décimas su previsión del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) para España, hasta el 2,3%. Con carácter general, los más pesimistas, entre quienes se encuentra el propio Gobierno, sitúan ese avance en el 2,2%. Una apuesta que también hacen la OCDE, Bankia, la Cámara de Comercio de España, Funcas, ICAE-UCM, Intermoney y Repsol.

Sin embargo, la media estimada por el panel de Funcas (revisado por última vez en julio de este año) apunta a un avance de la economía del 2,3%. Incluso, AFI, Ceprede, Solchaga Recio & Asociados, la Universidad Loyola Andalucía y Axesor prevén un crecimiento mayor, que en el mejor de los escenarios llegaría al 2,5%.

'NO SOLO DEL PIB VIVE EL HOMBRE'

Ahora bien, el PIB, pese a su evidente protagonismo, no lo es todo. En los cuadros macroeconómicos dibujados por este panel de expertos destacan otros dos indicadores que se ‘pasaron por alto’ en los comentarios de la vicepresidenta: el déficit y el paro.

El Gobierno es especialmente optimista con sus previsiones de déficit público (2% del PIB) a tenor de lo que esperan otras instituciones. El saldo negativo de estas cuentas públicas es del 2,3% para la mayor parte de los panelistas, lo que supone una desviación de tres décimas sobre el objetivo oficial. Solo la OCDE y la Autoridad Independiente de Responsaibilidad Fiscal (AIReF) siguen confiando en que el desequilibrio presupuestario no supere el 2% del PIB.

Entre quienes más negro lo ven estarían BBVA Research, Cemex, el Centro de Estudios de Economía de Madrid, Ceprede, Equipo Económico y el Banco de España.

El Ejecutivo, en cambio, no tiene muchas esperanzas en terminar el año con buenos indicadores de paro y empleo, al menos si se compara con las de otras instituciones.

El Gobierno sitúa la tasa de paro en el 13,8%, a solo dos décimas de la tasa máxima esperada por el consenso. El peor de los escenarios lo dibujan el FMI (14,2%), el IEE (14%) y Banco de España, Santander, Centro de Estudios de Madrid y Cemex. Todos ellos considera que la tasa de desempleo no bajará del 13,9%.

La mejor de las estimaciones la sitúa en el 13,4%, y la comparten BBVA, CaixaBank y Bankia. Otro tanto ocurre con el crecimiento del empleo este mismo año. El Gobierno tampoco es de los más eufóricos ya que estima que el ritmo será del 2,1% frente al 1,9% de los más pesimistas y del 2,9% de los más confiados.

TRAS SEIS AÑOS CRECIENDO...

El problema que late tras estas cifras de paro y déficit es doble. Por un lado, porque tras casi seis años de crecimiento, puesto que el ciclo expansivo de la economía española comenzó en el cuarto trimestre de 2013, España 'luce' un paro que prácticamente duplica el de la Eurozona -7,5%- y uno de los mayores desequilibrios públicos de la región, puesto que el déficit público de la Europa del euro se sitúa en torno al 0,5%, con el aditivo de que la deuda pública española se encuentra cerca del 100% del PIB, frente al 85% de la Eurozona. 

Y por otro, porque estas cifras constituyen un delicado punto de partida ante el incierto escenario en el que se encuenta la economía mundial, y en especial la europea, hasta el punto de que ha obligado al Banco Central Europeo (BCE) a adoptar una amplia batería de medidas expansivas para luchar contra una ralentización que amenaza con ser duradera e intensa. Un BCE que, a través de su aún presidente, Mario Draghi, aprovechó esta semana para reclamar actuaciones fiscales "efectivas y oportunas a los países que tengan margen para hacerlo". Y en este campo, en el fiscal, España arrastra ese déficit que no ha logrado quitarse de encima y que limitará su capacidad de maniobra en el futuro. Porque el PIB, su crecimiento, está muy bien. Pero no lo es todo.  

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