Donald Trump no comparte la visión de William McChesney Martin sobre el papel de los bancos centrales. El que fuera presidente de la Reserva Federal entre los años 1951 y 1970 dejó para la historia la célebre definición de que un banquero central es el que quita la ponchera cuando se anima la fiesta.
Con la economía norteamericana aún creciendo al 2% (dato del segundo trimestre), pero con la amenaza de que el baile se acabe pronto, el presidente de Estados Unidos cree que la Reserva Federal debe estimular la economía para que siga la música. Y no tiene decoro en insultar -vía Twitter- a Powell y el Comité que dicta en qué nivel debe situarse el precio del dinero o si es preciso lanzar nuevos estímulos.
Más allá de querer sostener el crecimiento económico de cara a las próximas elecciones de noviembre de 2020, Trump quiere contar con más munición en su guerra arancelaria, geopolítica y tecnológica contra China.
En ese contexto de clara injerencia política en una institución que presume de independencia, la Reserva Federal anunciará este miércoles si baja los tipos de interés por segunda vez consecutiva o os mantiene en los niveles actuales.
En cierto modo, la banca de inversión -esto es, el mercado- también presiona para que se cumplan los deseos de Trump a través de múltiples informes en los que apuesta por una bajada de los tipos en la primera economía mundial.
Sin embargo, no está tan claro que Powell vaya a plegarse a esos deseos y anuncie esa coreada bajada de tipos de un cuarto de punto hasta el 2 y 1,75%.
Más allá de la consistencia de los últimos datos económicos en EEUU, la distensión de la tensión comercial entre Washington y Pekín -que han retrasado la entrada en vigor de algunos aranceles para reentablar negociaciones en octubre- y el rebote de las bolsas juegan en contra de ese recorte de los tipos.
División en la Fed
EEUU ya bajó tipos a finales de julio con una decisión que se tomó con el Comité Federal del Mercado Abierto dividido. Dos de los 10 integrantes del órgano que establece dónde deben fijarse los tipos en EEUU, votaron en contra de acometer la primera rebaja de tipos desde la crisis de 2008.
Ahondar en ese camino podría agrietar aún más el Comité y poner en duda la credibilidad de la Reserva Federal, que en verano lanzó el mensaje de que no bajaría los tipos en esta reunión de septiembre y fue duramente señalada por la Casa Blanca.
Trump ha acusado a los miembros de la Fed de ser unos "cabezas huecas" y de "no tener ni idea", al tiempo que ha instado a Powell a seguir los pasos del BCE en Europa: "¡Baja con fuerza los tipos de interés! ¡Estimula!", ha llegado a escribir el mandatario estadounidense, que aspira a conseguir unos tipos al 0% -similares a los de Europa- para competir "en igualdad de condiciones".
Presión del mercado
Washington cree que así el dólar se abaratará y ayudará a impulsar las exportaciones norteamericanas en tiempos de tensiones comerciales con su gran rival asiático.
Y esa petición ha encontrado eco en numerosos informes de gestores y economistas jefes de la banca de inversión.
"En el contexto de incertidumbre, es probable que la Fed se centre más en los tiempos globales que hay por delante que en los actuales flujos de datos que, por el momento, en el frente doméstico de EEUU, permanecen decentes", señalaba este martes el economista jefe de Axa Investment Managers, Guilles Moëc, que apuesta por un recorte de los tipos de 25 puntos básicos.
A esta idea, desde Natixis IM, el responsable de Global Market Strategu, Esty Dwek, añade otro punto importante: lo ocurrido en Europa la pasada semana con la batería de estímulos lanzada por el BCE. "Draghi ha marcado el tono para los próximos meses y, probablemente, los próximos años", explicaba en una nota.
Sin embargo, de seguir esa senda, la Fed estaría gastando artillería en un momento en el que la economía norteamericana aún crece y aunque el empleo muestra algún síntoma de agotamiento en EEUU el paro sigue por debajo del 4%.
Además, la independencia del organismo podría verse cuestionada en un momento en el que la política monetaria europea también va a estar más cerca que nunca de la política del Viejo Continente por el perfil de su próxima presidenta, Christine Lagarde.