"Times are hard, but we'll all survive I just gotta learn to economize" Ray Davies
Volvemos a constatar el empeoramiento del empleo mientras el gobierno continúa en la autocomplacencia, algo que un país que tiene el segundo mayor nivel de paro de la eurozona no se puede permitir.
El paro sube en 13.907 personas en septiembre tras un desastroso mes de agosto, en el que subió el paro en 54.371 personas.
La afiliación a la Seguridad Social ha crecido en los últimos 12 meses un 2,44%, el nivel más bajo desde el año 2014 y el desplome del crecimiento comparado entre septiembre de 2018 y 2019 es muy evidente.
En términos desestacionalizados las cifras son ligeramente mejores, aunque no en términos anualizados, pero es triste leer en un medio de comunicación como RTVE que “se antoja improbable volver a alcanzar el récord de cotizantes que se marcó en julio y romper la barrera de los tres millones de parados, que hace pocos meses parecía al alcance de la mano”.
De nuevo, y se está convirtiendo en una triste norma, hablamos de un mal dato comparado con los años anteriores. El peor dato de creación de empleo en septiembre desde 2013. En septiembre de 2017 se creaban 877 empleos al día, este septiembre solo se han creado 107.
El impacto en el empleo de la brutal subida de impuestos al trabajo escondida bajo el subterfugio de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) es evidente. Como siempre pasa, el impacto negativo recae sobre los sectores a los que se finge proteger.
La contratación indefinida muestra una caída anualizada del -5,26%. La contratación temporal creció en septiembre un 7,93% y 22.694 menores de 25 años han perdido su empleo en el último mes.
Los más afectados por la brutal subida de impuestos incluida en el SMI (sector agrario y empleados del hogar) ya registran datos de afiliación acumulada negativos. Las cifras de 2019 hasta septiembre muestran 14.157 personas menos afiliadas en el sector del Hogar y 4.271 menos en el sector agrario.
El número de autónomos se ha desplomado también. En los primeros nueve meses de 2018 aumentaba en 48.992, en 2019, solo 11.595. Seguro que argumentarán que las amenazas de subidas de cuotas y los aumentos de impuestos al trabajo no afectan.
No podemos olvidar que la industria manufacturera permanece en recesión con el índice al nivel más bajo en siete años (47,7). La producción y nuevos pedidos registraban una nueva caída, mientras que la confianza del sector cae al nivel más bajo en seis años.
Por supuesto que le echarán la culpa a los comodines más socorridos, el Brexit y la guerra comercial, como si no llevásemos ya años con ello, pero la realidad es muy distinta. Echarle la culpa a la ralentización de la Unión Europea será un favorito también, pero los datos publicados el lunes muestran una caída del desempleo al 7,4%, y el 6,9% en la Unión Europea, el nivel más bajo desde el año 2000. Alemania, tan criticada recientemente, un paro del 3,1%.
Lo único que se le debe aplaudir al gobierno español ha sido que al menos no ha derogado la reforma laboral, porque el desplome podría haber sido de órdago.
Es ya incuestionable que la brutal subida de impuestos al trabajo de enero de 2019 es uno de los principales factores de empeoramiento del empleo, y que la constante amenaza a empresas y creadores de empleo con enormes subidas adicionales de impuestos suponen un freno a una economía que generaba un 25% más de empleo en las mismas condiciones y sin atacar a las empresas.
España ya demostró hace mucho que puede crear más empleo con menor crecimiento. Se rompió el dogma de que destruíamos empleo si no crecíamos al 2,5% gracias a la mejora en el entorno legislativo y el dinamismo de la economía. La incertidumbre en otros países es un factor más que mitigable, como se ha demostrado en el pasado, si abrimos las puertas a la inversión, facilitamos el empleo y la contratación.
Los creadores de empleo saben navegar la incertidumbre. Lo que no necesita España es un entorno en donde la certidumbre es que se van a poner mayores escollos a la creación de empleo y la atracción de inversión.