¡Boom! ‘Sorpasso’ de Madrid a Cataluña, que se impone como la nueva locomotora económica del país. El PIB de la región que lidera Isabel Díaz Ayuso asciende a 230.794 millones de euros frente a los 228.682 millones del catalán. Una diferencia de 2.112 millones y que se produce por primera vez desde que comenzara la recuperación económica, ya que durante la crisis sí hubo algún momento en que ambas empataron.
Los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que durante la crisis económica Cataluña sufrió algo más que Madrid; sin embargo, desde que comenzó la recuperación la región catalana siempre había crecido por encima de la media española gracias al tirón que tenían las exportaciones y el turismo.
Sin embargo, desde el año 2017 las cosas han cambiado para la economía catalana. En concreto, desde el último trimestre de ese año cuando el PIB crecía al 2,5% frente al 2,9% de la economía nacional. En 2018 la economía catalana subió un 2,2%, por debajo del 2,4% de la media española.
¿Qué ha cambiado? Es la pregunta que está encima de la mesa en este momento, y que tiene múltiples respuestas.
El procés
Es la clave de todo. La ‘fugaz’ independencia catalana declarada por Carles Puigdemont en 2017 hizo sembrar el pánico entre las empresas catalanas. Más de 5.400 compañías abandonaron la región rumbo a otras comunidades, según datos del Colegio de Registradores de España. Aunque con el paso del tiempo esa pérdida ‘empresarial’ se ha ido frenando, todavía hoy el saldo entre las empresas que llegan y las que se van sigue siendo favorable a estas últimas.
Madrid ha sido la región que más se ha beneficiado de ese éxodo. Se calcula que cerca del 60% de las empresas que abandonaron Cataluña fueron a parar a la capital, algo que supondrá a medio y largo plazo una mejora para su economía dado que habrá nuevas inversiones y contrataciones.
La inestabilidad política
La debilidad del actual gobierno de Quim Torra, y su falta de compromiso con la legislación, es otro de los factores que han influido en que Cataluña haya perdido su liderazgo al frente de la economía española. Una encuesta reciente de PwC entre más de 200 directivos catalanes reflejaba que más de la mitad exigía a Torra cumplir la Ley para dar estabilidad y seguridad jurídica a las corporaciones.
De hecho, el 75% de los empresarios entrevistados aseguraba que estaba convencido de que la vuelta de la estabilidad política ayudaría a que las empresas volvieran y a que la desaceleración económica global afectara menos a Cataluña.
Madrid, por el contrario, tiene estabilidad política. Tanto es así que la ciudad ha conseguido desbancar este año a Barcelona como ciudad más atractiva para los inversores extranjeros. Según un informe de PwC la ciudad tiene una gran salud económica, con un crecimiento del PIB por encima de la media española desde el año 2015, y con un incremento notable de la creación de nuevas compañías.
La desaceleración económica
Otro aspecto que conviene destacar es la ralentización económica que afecta a la economía española. La pérdida de empresas, unida a la caída del consumo y los problemas del sector del motor, han impactado de lleno en una economía catalana que cada vez está más debilitada.
A eso hay que sumarle los fríos vientos que llegan del exterior y que han impactado directamente en la actividad fabril de Cataluña, cuyo tejido industrial tiene un gran peso en la formación del PIB del país.
Las subidas fiscales
Un informe de la patronal catalana Foment destacaba el pasado mes de junio que Cataluña cuenta con 18 tributos propios, siendo la autonomía que más figuras de este tipo tiene y que logra una recaudación, respecto del total de ingresos tributarios, muy escasa (un 3,2%).
Tanto es así que, según el think tank Civismo, los catalanes son los contribuyentes que más días del año dedican a pagar sus impuestos. En concreto, un contribuyente medio en Cataluña tarda 184 días en cumplir con el fisco.
De cara a 2020 los presupuestos de la Generalitat contemplan la creación de cuatro nuevos impuestos, un aumento del IRPF en las rentas más altas, un aumento del gravamen de las bebidas azucaradas y una reducción a la hora de bonificar el impuesto de Sucesiones y pisos vacíos.
¿Es la fiscalidad madrileña más atractiva para las empresas? El economista Juan Manuel López Zafra es claro: “Sí”. La intención de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad, es la de conseguir que Madrid se convierta en la región con menor presión fiscal para los ciudadanos.
La propia Ayuso ha destacado que “Madrid lleva 15 años reduciendo los impuestos”, y que su intención es conseguir que se registre la mayor bajada fiscal de la historia antes de que termine la legislatura. En concreto, su objetivo es conseguir que la Comunidad tenga la menor presión fiscal de toda España.