Apunto ya de finalizar el año, a muchos representantes del Estado se les pueden atragantar las uvas si durante las campanadas se ponen a pensar cómo van a conseguir en 2020 resolver el problema de las pensiones. Tras la paga de Navidad, para la que el mes pasado hubo que echar mano, una vez más, del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la “hucha de las pensiones” se ha quedado sólo con 2.150 millones de euros, cuando el gasto en pensiones contributivas en noviembre fue de más de 9.700 millones de euros. Definitivamente, no salen las cuentas. No pinta bien la cosa para los futuros pensionistas, y vamos tarde ya si no hemos empezado a tomar medidas para garantizar nuestra jubilación por la vía del ahorro privado.
Lo cierto es que España no se caracteriza por ser un país especialmente previsor en lo que al ahorro se refiere. La cultura, el clima, el estilo de vida mediterráneo nos invitan más a gastar que a guardar, y en el caso de hacer el esfuerzo de reservar una parte de nuestros ingresos, suele ser más bien pensando en objetivos a corto plazo y no como estrategia para planificar nuestro futuro financiero. Tenemos que vernos ya con una cierta edad para empezar a pensar en un plan de pensiones, cuando la decisión más inteligente, en realidad, sería plantearse ese objetivo desde el mismo momento en que entramos en el mercado laboral.
Pero en nuestro país no hemos tenido esa mentalidad de ahorro privado de cara a la jubilación. Sabíamos que al final del camino laboral nos esperaba la pensión, y aceptamos ese destino cuantificado por el Estado sin plantearnos que en nuestras manos habría estado el poder mejorarlo. Según un reciente estudio de la Fundación BBVA, España es el país más sumiso de Europa, donde hasta el 76% considera que el Estado debe proporcionarle todo gratis y asegurar su nivel de vida.
El resultado es que, tomando como referencia los datos del Observatorio Inverco, a cierre de 2018 sólo el 16,2% de los españoles mantenía una parte de sus ahorros para la jubilación en Planes de Pensiones Individuales, porcentaje que se eleva al 20% si incluimos los Planes de Pensiones de empleo (los ofrecidos por las empresas a sus trabajadores), siendo la edad media de los suscriptores o partícipes de 50 años.
Aunque existen diferentes alternativas de productos de ahorro e inversión a los que podemos recurrir, los planes de pensiones son los que mejor responden a esta necesidad. Pero, ¿tenemos claro cómo funcionan y cómo podemos elegir el que mejor se ajuste a nuestros intereses? En Fintup hemos constatado que existe un notable desconocimiento en este sentido, por lo que queremos contribuir a clarificar algunos aspectos, empezando por explicar las diferencias entre un plan y un fondo de pensiones.
La rentabilidad media de los planes de pensiones entre 2013 y 2018 es del 2,11% anual.
El plan de pensiones es un producto financiero que nos permite seguir una estrategia de ahorro a largo plazo. ¿Y qué hacemos con ese dinero? Invertirlo en un fondo de pensiones, es decir, poner a funcionar esos ahorros mediante una estrategia de inversión, similar a la que puede seguir cualquier fondo de inversión.
Existen diferentes tipos de planes de pensiones según el nivel de riesgo o de exposición asumido: los de ‘renta fija’, que son los más conservadores; los de ‘renta mixta’, que exponen a renta variable un máximo del 30% de su cartera; los de ‘renta variable mixta’, donde los activos de renta variable se cifran entre el 30% y el 75%; y los de ‘renta variable’, que exponen más del 75% a un mayor nivel de riesgo. Cabría añadir una nueva variante, los ‘planes garantizados’, en el que un tercero garantiza un determinado rendimiento o rentabilidad.
Esta tipología determina el límite máximo de comisiones que pueden aplicar las entidades gestoras de los fondos, y que oscilan entre el 0,85% y el 1,50% anual, aunque, curiosamente, es posible encontrar fondos de pensiones con comisiones que exceden esta cantidad. Es decir, los españoles asumimos importantes comisiones a la hora de suscribir un plan de pensiones, por lo que es importante informarse bien de este aspecto antes de tomar la decisión de contratarlos.
En cuanto a la rentabilidad, llama la atención que, según el estudio 'Rentabilidad de los Fondos de Pensiones en España 2003-2018' del profesor del IESE Pablo Fernández, la rentabilidad media anual de este producto en dicho periodo fue del 2,11%, frente al promedio anual del 5,33% registrado por el IBEX 35, y que de los 358 fondos de pensiones con 15 años de antigüedad que existen en nuestro país, sólo seis consiguieron superar la rentabilidad del IBEX 35.
Esto quiere decir que el panorama es enormemente mejorable, y en este sentido han comenzado ya a aparecer nuevas alternativas, como los planes de pensiones indexados, que permiten al suscriptor obtener una rentabilidad mayor y que, en el caso del ofrecido por Fintup, aplican unas comisiones hasta un 35% inferiores al máximo legal establecido.
A la hora de suscribir un plan de pensiones es muy importante recurrir a un asesor financiero independiente que nos ayude a determinar tanto nuestro perfil psicológico, que va a determinar, por ejemplo, cuánto riesgo somos capaces de asumir, como nuestro horizonte temporal, pues cuanto mayor sea éste, más recomendable será orientarse hacia un tipo de fondos de pensiones más expuestos a renta variable. En función del nivel de ingresos, el asesor también nos ayudará a determinar el importe mensual recomendable a destinar al plan de pensiones. Un dato: lo ideal sería que todos destináramos al ahorro (en sus diferentes modalidades posibles) entre un 10% y un 20% de nuestro sueldo neto.
Afortunadamente, la búsqueda de asesoramiento financiero es una tendencia al alza, propiciada en gran medida por la democratización de estos servicios gracias a la aparición de las nuevas compañías del sector fintech. Según el Global Investment Survey de Legg Mason, el 61% de los ‘millennials’ españoles utiliza o ha utilizado los servicios de un asesor financiero, lo que supone un crecimiento del 45% en la demanda de estos servicios respecto a la generación anterior de los ‘baby boomers’.
Finalmente, no hay que olvidar que los planes de pensiones aportan la ventaja de que se pueden desgravar al hacer la declaración de la Renta, es decir, reducen la base imponible, lo que permite mejorar la rentabilidad financiera. Y si además nos planteáramos reinvertir esa reducción en una cartera de fondos a largo plazo, conseguiríamos un rendimiento aún más eficaz y aumentaríamos la liquidez de nuestra cartera, lo que contribuiría aún más a alcanzar la jubilación disfrutando del mismo nivel de vida y de ingresos que tuvimos durante la etapa laboral.
Un último apunte: si en el peor de los casos no llegáramos a la edad de jubilación, ese importe ahorrado no se perdería, pues el plan de pensiones pasaría a ser propiedad de nuestros herederos legítimos.
Álvaro Menéndez es weathTech manager de Fintup