La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propugnado este lunes una respuesta coordinada de los Gobiernos de la UE para combatir el impacto económico negativo de la expansión del coronavirus basada en dos pilares centrales. Por un lado, máxima "flexibilidad" para permitir a los Estados miembros que se desvíen de sus objetivos de déficit con el fin de poder responder a la crisis. Por el otro, más "dinero", es decir, un plan de estímulo fiscal coordinado en la UE para evitar la recesión.
"Tenemos dos diferentes enfoques posibles. Uno es flexibilidad y el otro es dinero", ha dicho Von der Leyen en rueda de prensa para hacer balance de sus primeros 100 días en el cargo.
Ursula von der Leyen ha revelado que está en estrecho contacto con los líderes europeos y con la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. El objetivo es preparar la reunión del Eurogrupo del próximo lunes 16 de marzo, en la que los ministros de Finanzas discutirán la situación y estudiarán "medidas a nivel de la UE". Por su parte, el Consejo de Gobierno del BCE se reunirá este jueves 12 de marzo.
De momento, los gastos que se destinen a responder a la epidemia del coronavirus no computarán a la hora de calcular la cifra de déficit público que Bruselas tiene en cuenta para determinar si un Estado miembro ha hecho el ajuste que le exige el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Además, el Ejecutivo comunitario quiere relajar las reglas que limitan las ayudas públicas.
La primera consecuencia de esta mayor flexibilidad es que la Comisión avala el paquete de medidas por valor de 6.300 millones de euros anunciado por el Gobierno de Italia para hacer frente al coronavirus, que hará que el déficit público suba del 2,2% al 2,5% del PIB.
"Por lo que se refiere a este paquete de medidas, cualquier gasto puntual realizado en respuesta al brote se excluirá por definición del cómputo del déficit estructural y no se tendrá en cuenta a la hora de evaluar el cumplimiento del esfuerzo fiscal exigido bajo las actuales reglas", anuncian los comisarios Valdis Dombrovskis y Paolo Gentiloni en una carta remitida esta fin de semana al Gobierno italiano.
Una respuesta fuerte, masiva y coordinada
Por su parte, el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, ha dicho este lunes que "habrá un antes y un después del coronavirus en la historia de la economía mundial". Le Maire ha pedido al Eurogrupo que adopte "un plan de estímulo que incluya medidas fiscales y presupuestarias".
"Esta respuesta debe ser fuerte, masiva y coordinada", asegura Le Maire en una entrevista radiofónica. De acuerdo con sus previsiones, el impacto del coronavirus sobre la economía francesa "será grave, de varias décimas del PIB".
Por su parte, el BCE celebra el jueves su primera reunión desde la expansión del coronavirus por Europa, cuyo último episodio ha sido el aislamiento de 16 millones de personas en el norte de Italia, que es el motor de la tercera economía de la eurozona.
Tanto la OCDE como la Comisión prevén que Italia, Francia y el conjunto de la eurozona caigan en recesión si la situación sigue empeorando. Lagarde ya anunció la semana pasada que está lista para adoptar "medidas selectivas y apropiadas" proporcionales a los riesgos. La Reserva Federal se le ha adelantado con una rebaja por sorpresa de medio punto de los tipos de interés. Pero el BCE tiene mucho menos margen de maniobra por su política de tipos negativos.
Pese a todo, los analistas esperan que Lagarde recorte en 10 puntos básicos el tipo de la facilidad de depósito, hasta situarlo en el -0,6%. También pronostican que el BCE reactivará la barra libre de liquidez para la banca con tipos negativos mediante el programa TLTRO. El objetivo es animar a las entidades a que den créditos a las empresas en dificultades por el coronavirus.
El tercer pilar de la nueva ronda de estímulos podría ser un aumento de 20.000 a 40.000 millones de euros del volumen mensual de compras de deuda pública. La duda está en si todas estas medidas se aprobarán ya el jueves o algunas se aplazarán a la reunión de abril.