El FMI cree que España e Italia tendrán que asumir recortes de gasto en algunas partidas para poder hacer frente a las nuevas demandas de inversión pública que han surgido tras cerca de dos meses -en el caso español- de parón económico, aunque reconoce que la perspectiva social no debe abandonarse en la salida de esta crisis.
Al mismo tiempo, considera que otras economías, como Alemania y Holanda, podrán sacar rédito del derrumbe económico provocado por el coronavirus con los retornos que logren sus contribuyentes del aumento de la inversión pública que activarán en los próximos meses.
Con este doble diagnóstico, el fondo con sede en Washington refleja las diferencias de pulmón financiero entre los Gobiernos de los países del norte y el sur de la Unión Europea.
El FMI ha presentado este miércoles una nueva entrega de su Monitor Fiscal, un documento que, en esta ocasión, aprovecha para lanzar propuestas a los distintos países sobre cómo deben afrontar la salida de la pandemia. Es llamativo cómo en el comentario que acompaña los datos del organismo, sus economistas marcan distintos caminos de salida a esta crisis a los países que comparten el euro.
"Para las economías avanzadas con amplio margen en el presupuesto, como Alemania o los Países Bajos, vale la pena gastar más en inversión pública porque el valor de los activos resultantes probablemente superará los pasivos incurridos dados los bajos tipos de interés. Esto a su vez mejora el patrimonio neto del sector público", señalan Vitor Gaspar, director del departamento de Finanzas Públicas del Fondo, y los dos economistas senior W. Raphael Lam y Mehdi Raissi.
A continuación, añaden: "los países con menos margen de maniobra en lo que respecta al gasto, como Italia y España, pueden redirigir los ingresos y los gastos para aumentar la inversión". De este modo, el FMI insinúa que los gobiernos del sur de Europa tendrán que acometer recortes en algunas partidas para poder sostener la inversión pública que será necesaria para salir de la crisis.
El organismo que preside Kristalina Georgieva advierte que los países tendrán que analizar bien a qué sectores dedican sus recursos y mejorar la eficiencia de la inversión pública para evitar que se pierda dinero por el camino. En ese sentido, recuerda que a nivel global, "un tercio de los fondos para infraestructuras públicas se pierden como consecuencia de la ineficiencia y la corrupción".
Este análisis se ha publicado coincidiendo con la presentación de las durísimas previsiones económicas de la Comisión Europea para los próximos meses, en las que se estima que países como España sufrirán una caída del PIB del 9,4%, más de lo proyectado por el Gobierno y por el FMI.
Ante este escenario, una de las mayores gestoras de renta fija del mundo, Pimco, ha pedido a la Unión Europea una política fiscal más agresiva para combatir los riesgos que hay en el horizonte. Entre ellos, ha citado "los posibles efectos secundarios en la economía causados por el alto nivel de desempleo, las quiebras corporativas y los cambios en el comportamiento".
"El hecho de que probablemente muchos modelos de negocio no puedan volver a la normalidad por un largo tiempo (o en algunos casos, nunca más) muestra la necesidad de que el apoyo fiscal no solamente debe ser agresivo, sino más amplio y duradero, abarcando por ejemplo, mayores subvenciones e inyecciones de capital para los sectores en dificultades", ha advertido el analista de crédito soberano de Pimco, Nicola Mai.
Sin recetas mágicas
Sin embargo, el FMI no propone ninguna receta mágica para ese objetivo más allá de las propuestas ya conocidas de aumentar la inversión pública y bajar las cargas tributarias que soportan las empresas a la hora de contratar.
En su informe de este miércoles afirma que "las políticas fiscales han proporcionado grandes líneas de liquidez de emergencia a personas y empresas durante la pandemia de Covid-19" y a diferencia del discurso sostenido en el pasado, esta vez, insiste en que hasta que termine lo que denomina como "Gran Cierre" la política fiscal debe jugar un papel importante para que las sociedades no ahonden la brecha que separa a los que más tienen de los más pobres.