"Las discusiones han dejado al descubierto diferencias de opinión sobre varias cuestiones, por ejemplo el tamaño total del fondo de reconstrucción, el equilibrio entre subvenciones y préstamos o la clave de reparto", ha admitido la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, al término de la fallida videocumbre de líderes europeos celebrada este viernes.
Tal y como se esperaba, la reunión sólo ha servido para que los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 repitieran sus líneas rojas en el plan para salir al rescate de Italia y España, los países más golpeados por el Covid-19. Fracaso total en el intento de acercar posturas. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha anunciado que convocará otra cumbre (la primera presencial en Bruselas desde el estallido de la pandemia) para mediados de julio. Antes, presentará una nueva propuesta de compromiso. El enfrentamiento es tal que ni siquiera hay fechas.
Los diferentes bandos en pugna afianzan sus posiciones. Los países nórdicos del club de los frugales (Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia) se han atrincherado en su rechazo al plan de Von der Leyen. Al menos, de cara a la galería. Consideran excesiva la dotación de 750.000 millones para el fondo de reconstrucción, a base de una emisión masiva de deuda por parte de Bruselas. Y exigen que las ayudas a Madrid y Roma sean préstamos y no subvenciones a fondo perdido.
Al mismo tiempo, son conscientes de que no pueden ganar esta guerra. Su aliada tradicional más potente, la canciller alemana Angela Merkel, les ha dejado en la estacada con su pacto con el sureño Emmanuel Macron. Así que empiezan discretamente a retirarse de algunos frentes (en particular la pugna por el tamaño del fondo o la distribución entre créditos y subsidios) y a concentrar toda su munición en las batallas en las que tienen más posibilidades de triunfar.
La prioridad que se han marcado ahora los frugales es doble. Por un lado, garantizar que el fondo de reconstrucción es una solución temporal a la crisis del Covid-19 y no supondrá una "unión de la deuda por la puerta de atrás". Por otro, endurecer los controles y las condiciones que la UE exigirá a España e Italia a cambio de las ayudas multimillonarias de la UE para la reconstrucción.
Austria contra Italia y España
Esta vez no ha sido el holandés Mark Rutte sino el austriaco Sebastian Kurz el que ha ejercido como portavoz del grupo. Kurz ha defendido que las ayudas de la UE sólo se desembolsen a cambio de reformas económicas que hagan más competitivos a los países beneficiarios. El dinero europeo no puede gastarse en ningún caso en ideas como "una renta básica o cheques de viaje", ha dicho en una rueda de prensa en Viena antes del inicio de la videoconferencia.
Aunque no ha mencionado directamente a España e Italia, estaba claro que se refería a dos iniciativas estrella de Pedro Sánchez y Giuseppe Conte. Por un lado, el ingreso mínimo vital (IMV) que acaba de aprobar el Gobierno español; por el otro, los cheques de vacaciones que ha lanzado Italia para salir al rescate de su sector turístico.
"Es necesario analizar en qué se gasta el dinero, cómo se distribuye y a qué condiciones se debe vincular la ayuda", ha insistido el canciller austriaco en su cuenta de Twitter al término de la videocumbre. En esta exigencia, los frugales chocan frontalmente con el presidente del Gobierno, que llegaba a la reunión defendiendo que la ayuda de la UE para España no tenga "condiciones exorbitantes". No obstante, Sánchez se ha negado a dar explicaciones a la prensa de lo ocurrido, lo que ha provocado una queja de los corresponsales en Bruselas.
Kurz ha escrito además en Twitter que "el fondo de reconstrucción no debe ser una antesala de una unión de deuda permanente y por lo tanto tiene que tener un límite temporal claro". Austria, Holanda, Dinamarca y Suecia se conjuran para seguir manteniendo un frente unido, ha anunciado.
Merkel, en una posición intermedia
En esta reivindicación, los frugales sí cuentan con el apoyo de Merkel. La canciller ha dicho este viernes que le parece excesivo que se puedan pedir ayudas al fondo de reconstrucción hasta 2024, como ha planteado Von der Leyen. Los nórdicos quieren que este instrumento desaparezca ya en 2022, pese a que todas las previsiones apuntan a que para entonces la recuperación todavía será desigual e incompleta.
Pese al acuerdo alcanzado con Francia, Merkel está en una posición intermedia en la negociación. La delegación alemana ha sugerido que le gustaría reducir la dotación del fondo anticrisis a 500.000 millones, tal y como había pactado con París. Eso sí, a diferencia de los frugales apuesta por que el rescate para España e Italia sea en forma de subsidios con el fin de evitar otra crisis de deuda en la eurozona.
Por su parte, los países del Sur -España e Italia, los más golpeados por el coronavirus, pero también Francia, Portugal o Grecia- se adhieren sin fisuras a la propuesta de Ursula von der Leyen. La dotación de 750.000 millones es menos de lo que ellos pedían pero más de lo que esperaban lograr.
El equilibrio entre subsidios (500.000 millones) y préstamos (250.000 millones) también conviene a Pedro Sánchez y Giuseppe Conte para mantener bajo control su abultada deuda pública. Y la clave de reparto que ha planteado la alemana convierte a España (140.000 millones) e Italia (173.000 millones) en los principales beneficiarios de las ayudas a la reconstrucción de la UE.
"La piel del oso"
Pero fuentes consultadas en el Parlamento Europeo confirman a este periódico que en Bruselas nadie entiende por qué Pedro Sánchez está "vendiendo la piel del oso sin que siquiera haya nacido".
La propuesta de la Comisión, apoyada por el Parlamento como "punto de partida" -con el objetivo explícito de "mejorarla"-, recibe el rechazo directo de los países frugales pero también la incomprensión de otros, como Polonia. "A ver cómo explicas que Italia y España vayan a recibir tanto y para los polacos sólo haya 40.000", una cifra similar a la que se asigna a Francia.
En realidad, esas fuentes parlamentarias -favorables al acuerdo- advierten de que los movimientos del presidente español, vinculando la negociación de los Presupuestos Generales con el acceso a estos fondos y su destino para la "reconstrucción", han molestado en las instituciones de la UE. "Los suecos, los daneses, los holandeses y los austriacos no quieren ni oír hablar de la propuesta tal como está planteada", abundan, "y harán lo posible por frenarla".
O cambiarla, explica este eurodiputado. Y es que al estar vinculado el pacto en estas cumbres de jefes de Estado y de Gobierno a la negociación del Presupuesto plurianual de la Unión (2021-2027) y contemplar "una mutualización de deuda por la puerta trasera", añade, "nos podemos encontrar con que el acuerdo no sólo tenga que salir por unanimidad en el Consejo, sino que acabe teniendo que ser ratificado en los parlamentos nacionales" de los 27.
Eso haría el proceso mucho más largo y lo llenaría de obstáculos."El dinero no llegaría cuando España lo necesita, que es ya", concluye. "Sánchez debe ser más prudente".
España e Italia piden un acuerdo ya
La prioridad del Sur en las negociaciones es cerrar un acuerdo lo antes posible. "La propuesta de la Comisión es un punto de partida, pero debemos alcanzar un acuerdo pronto. Cuanto más tiempo perdamos, más profunda será la recesión", ha escrito el presidente del Gobierno en Twitter.
Una urgencia que comparten también tanto la presidenta del Banco Central Europeo (BCE) como la de la Comisión. Christine Lagarde les ha dicho a los líderes de la UE que prevé un desplome económico del 13% durante el segundo trimestre del año y una contracción sin precedentes del 8,7% para 2020. Además, lo peor del impacto de la crisis en el empleo "todavía está por venir" y golpeará con especial dureza a los jóvenes.
Un nuevo fracaso en la cumbre de julio provocaría un shock en los mercados que agravaría todavía más la crisis, avisa la presidenta del BCE. También Von der Leyen sostiene que "no podemos permitirnos ningún retraso".
A su juicio, la UE se encuentra "al principio y no al final de una crisis muy grave". "Lo que queremos con este plan sin precedentes es evitar que se generalice la desigualdad de condiciones y que se amplíen las divergencias entre los Estados miembros, que debilitarían el mercado único", ha resaltado.