La oficina del primer ministro holandés en La Haya se ha convertido en un centro de peregrinación. En las últimas semanas han visitado a Mark Rutte el presidente francés, Emmanuel Macron; el líder del Consejo Europeo, Charles Michel; o el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, que ha viajado a Holanda este mismo viernes. La semana que viene, Rutte recibirá al presidente Pedro Sánchez y al primer ministro portugués, António Costa.
Todos ellos saben que el holandés tiene la clave del éxito (o del fracaso) de la cumbre de la semana que viene, en la que la UE pretende aprobar el fondo anticrisis de 750.000 millones de euros para salir al rescate de España e Italia, los países más golpeados por el Covid-19. Se ha convertido en el portavoz de los Estados miembros que quieren menos presupuesto, menos integración y más libre mercado. Una alianza de países nórdicos pequeños que ha logrado protagonismo a raíz del Brexit y del cambio radical de la canciller Angela Merkel.
De momento, Rutte ha logrado ya una doble victoria importante. En primer lugar, la rebelión de los pequeños (sumada a la movilización del Partido Popular Europeo en favor del irlandés Paschal Donohoe) ha conseguido tumbar la candidatura de Nadia Calviño para la presidencia del Eurogrupo. Ella era la candidata de más integración en la eurozona, de la mutualización de la deuda y de más gasto de la UE para ayudar al Sur.
Además, Holanda ha conseguido endurecer las exigencias en materia de ajustes y reformas que se impondrán a Madrid y Roma a cambio de las ayudas a la reconstrucción, según figura en la propuesta de compromiso presentada este viernes por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que servirá de base de negociación en la cumbre del 17 y 18 de julio. Sánchez se juega 140.000 millones de euros en fondos europeos para España.
Si quiere acceder a estas ayudas, el Gobierno español deberá enviar a Bruselas (preferiblemente antes de 15 de octubre) un plan de inversión y reformas en el que explique cómo piensa gastar el dinero. La novedad que plantea Michel es que serán todos los Gobiernos de la UE -y no sólo la Comisión, como planteó inicialmente Ursula von der Leyen- los que evalúen las reformas de Sánchez, las corrijan o incluso las rechacen si consideran que no se ajustan a las exigencias de Bruselas, que por ejemplo siempre ha defendido las bondades de la reforma laboral de 2012. La decisión se adoptará por mayoría cualificada.
Reformas económicas
"Hemos oído muchas promesas sobre reformas económicas en el pasado, la cuestión ahora es cómo las podemos concretar", ha resaltado Rutte este viernes durante una rueda de prensa. Los nórdicos siguen pensando que si España e Italia están en problemas por el Covid-19 es porque han gastado demasiado y no han hecho las reformas necesarias. Así lo dijo el ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra, en plena emergencia sanitaria, unas declaraciones que provocaron un choque diplomático con el primer ministro portugués, António Costa, que tachó su discurso de "repugnante".
La desconfianza de países como Holanda o Austria se extiende a la Comisión, porque consideran que no es bastante firme a la hora de aplicar las reglas presupuestarias: por ejemplo, perdonó las sanciones a España y Portugal por saltarse el déficit en 2015. Temen que Madrid y Roma malgasten los fondos europeos en iniciativas no productivas, como el ingreso mínimo vital o los cheques de vacaciones que ha puesto en marcha Conte, según denunciaba el primer ministro austriaco, Sebastian Kurz.
Si ellos son los que pagan, quieren tener voz y voto en las reformas de España y el resto de países beneficiarios. "No habrá dinero sin condiciones. Y nunca podremos aceptar asumir deuda en favor de otros países sin que nuestro parlamento lo avale", explica a EL ESPAÑOL un diplomático de uno de estos países.
Emmanuel Macron se quedó atónito cuando en su reunión con Rutte en un restaurante de La Haya, este empezó a interrogarle sobre cómo pensaba proseguir las controvertidas reformas de las pensiones y del mercado laboral en Francia, según relata el diario Financial Times. Es el precio que tendrán que pagar los países del Sur a cambio de las ayudas de la UE.
Esta propuesta supone un nuevo revés para Pedro Sánchez tras el fiasco de la candidatura de Nadia Calviño para la presidencia del Eurogrupo. El presidente del Gobierno lleva semanas defendiendo que la UE no debe imponer "condiciones exorbitantes" a cambio de las ayudas.
¿Será como un rescate?
Los países del Sur temen que los controles se acaben pareciendo a los de los rescates a Grecia, Irlanda, Portugal o España durante la Gran Recesión. Aunque de momento no se contempla una troika de 'hombres de negro', sí que está previsto que los fondos europeos se distribuyan por tramos, cuyo desembolso estará supeditado al cumplimiento de las reformas comprometidas y podrá congelarse si estas no se llevan a cabo.
Por lo demás, el compromiso de Charles Michel mantiene otros elementos fundamentales del fondo de reconstrucción que odian Holanda y los nórdicos. La dotación sigue siendo de 750.000 millones de euros y se preserva el mismo equilibrio entre subvenciones (500.000 millones) y préstamos (250.000 milllones). Los nórdicos todavía batallan para lograr más rebajas.
"Queda mucho trabajo por hacer en el fondo de reconstrucción. Necesitamos un tamaño global más reducido y un mejor equilibrio entre subvenciones y préstamos", ha escrito en su cuenta de Twitter la primera ministra finlandesa, la socialista Sanna Marin.
"Gracias a los análisis de la Comisión, sabemos que la sostenibilidad de la deuda de Italia y de España no va a ponerse en riesgo si reciben nuevos préstamos. Por esta razón, nuestra posición es que la ayuda tiene que llegar mediante préstamos y no con subvenciones", insiste Rutte en una entrevista al Corriere della Sera.
La rebelión de los pequeños ha alterado el equilibrio de fuerzas en la UE y complica todavía más la toma de decisiones. Tradicionalmente, Alemania ha sido la representante de las posiciones de los nórdicos y Francia abanderaba las ideas del sur. Un pacto entre París y Berlín se traducía casi automáticamente en un acuerdo de todos en la UE.
Esta mecánica ya no funciona. La candidatura de Calviño al Eurogrupo fracasó pese a tener el apoyo de Alemania, Francia, Italia y España, países que representan el 80% del PIB de la eurozona. Berlín, París, Roma y Madrid apoyan también el fondo anticrisis de 750.000 millones, pero los frugales (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca) pueden vetarlo porque la decisión se adopta por unanimidad de los 27 países miembros. Pocos en Bruselas apuestan por un acuerdo la semana que viene.