Mario Draghi llegó a la cúspide del Banco Central Europeo (BCE) en noviembre de 2011, cuando la Unión Europea atravesaba una crisis de liderazgo y el euro estaba en cuestión. El inicio de su mandato no dio tregua. Su primera decisión fue bajar los tipos de interés para combatir una recesión que acechaba a la Eurozona. Después, encabezó el diseño del arsenal monetario con el que Fráncfort salvó el euro -y con él, a España y por extensión a Italia, del abismo financiero- en 2012.
Convertido ya en 'Super Mario' y fuera de las instituciones europeas, Draghi pronunció el pasado verano en Rímini su primer discurso como expresidente del BCE. Allí afirmó que los fondos europeos "enriquecen el arsenal político de Europa" y fortalecerán a una Unión Europea que debe encontrar inspiración en quienes lideraron la reconstrucción de la II Guerra Mundial.
Unas palabras que toman significado si se ponen en contexto porque durante sus años como presidente de la casa guardiana del euro, a Draghi le tocó hacer horas extra para tapar los agujeros que la política había abierto y que los políticos, siempre pendientes de los sondeos demoscópicos, no querían sellar.
De hecho, era habitual escuchar en sus discursos tirones de orejas a los Gobiernos que no aprovechaban la munición con la que el BCE estaba defendiendo sus bastiones para acometer reformas estructurales. Unas reformas impopulares, pero necesarias para evitar que si llegaba otra crisis les cogiera en una situación de extrema vulnerabilidad y sin una Europa con una política fiscal común.
Aquí está el coronavirus y así están Italia y España, los dos países más azotados en Europa por el impacto económico de la pandemia. La Unión Europea reaccionó algo tarde, pero la Covid ha forzado a avanzar en la línea que pedía Draghi: con más Presupuesto común y con emisiones de deuda conjuntas para financiar a los Estados.
Tecnócrata con fondos
Con una Italia inmersa en una crisis de inestabilidad política que ha provocado un baile constante de presidentes en la última década, el presidente de la República, Sergio Mattarella ha llamado a Draghi para encargarle la formación de un Gobierno.
Cuando 'Super Mario' se convierta en primer ministro, será el encargado de gestionar 200.000 millones de euros procedentes de los fondos europeos. Una cifra que representa el 26% de los 750.000 millones en ayudas aprobados por la UE, de las que España recibirá 140.000 millones.
En esa gestión, no se debe perder de vista a Vittorio Colao. El expresidente de Vodafone lleva meses trabajando en el diseño de los fondos por encargo de su Gobierno y con la vuelta de la tecnocracia a Italia, una figura como la de Colao puede tener cabida en un Ejecutivo liderado por Draghi.
De Monti a Draghi
Es la situación de emergencia generada por la pandemia lo que ha justificado el paso dado por Mattarella al encomendar a un economista la formación de un Ejecutivo de "alto perfil".
Algo que en el terreno financiero recuerda al difícil momento que se vivió a finales de 2011, cuando Draghi llegó a la presidencia del BCE y el tecnócrata Mario Monti se hizo con las riendas del Gobierno italiano.
Aquella experiencia tecnócrata -en tiempos de los 'hombres de negro' y de austeridad en Europa- acabó en un fracaso electoral de Monti cuando se sometió a las urnas. Fue también el germen del Movimiento Cinco Estrellas, que gracias al populismo consiguió tocar poder.
Sin embargo, ser tecnócrata con un Presupuesto para gastar de 200.000 millones de euros puede ser electoralmente rentable. Bien lo sabe Pedro Sánchez en España, porque ha confiado a un economista de su confianza, como es Manuel de la Rocha, la gestión de esas ayudas que él mismo supervisará como presidente.
En este sentido, lo que se conoce de la 'hoja de ruta' de Draghi, promete.
Dinero para los jóvenes
Draghi defiende la "inversión productiva", un vocablo difícil de entender para el electorado pero que si se aplica con acierto acaba siendo rentable para el bolsillo del ciudadano.
Pero este verano en Rímini el expresidente del BCE centró su discurso en las personas. 'Super Mario' advirtió que la prioridad de los fondos europeos debe ser invertir en la "gente joven", que es la que tendrá que pagar la deuda de la factura de la Covid-19. Educación e inversión en I+D para dar un futuro a la juventud.
"Los subsidios sirven para sobrevivir, pero a los jóvenes hay que darles más", advirtió desde la ciudad costera italiana.
La política necesita tiempo para que se vea el fruto de sus reformas. Y si se atiende a los cortos mandatos de los últimos hombres que han ocupado el cargo de primer ministro en Italia, el reloj juega en contra de Draghi. Pero el expresidente del BCE y exbanquero de Goldman Sachs sabe manejar equilibrios y en 2012 supo comprar el tiempo a los mercados.
Veremos si lo consigue de nuevo y convierte a Italia en un referente en la salida de esta crisis o si sale escaldado de la aventura política. De momento, el FMI prevé que Italia crecerá este año un 3% y un 3,6% en 2022. Es pronto para aventurar si el 'efecto Draghi' se consolida, pero será clave para juzgar su paso por la política atender a cómo evolucionen esas cifras.
De momento, la Bolsa de Milán y la prima de riesgo italiana están rentabilizando el anuncio. Ojo con ello porque con un 'hombre de confianza' gobernando Italia y un Gobierno ruidoso en España, la inversión privada por la que compite el sur de Europa puede moverse rápido al país transalpino.