Durante toda la pandemia, los países de la UE se han puesto de acuerdo, contra todo pronóstico, en mantener la barra libre de gasto público para apuntalar la economía, sin importar el nivel de déficit y deuda. Pero a medida que la recuperación se afianza, la tregua llega a su fin y empiezan a reaparecer las viejas fracturas entre norte y sur, entre acreedores y deudores. Una brecha que contribuyó a agravar la crisis del euro y que hasta ahora se había evitado en la crisis de la Covid-19.
Alemania y el club de los países 'frugales' (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca) comienzan a presionar al resto de socios europeos para que regresen a los ajustes, la disciplina presupuestaria y la reducción de la deuda. Un viraje que ha pillado a contrapié al Gobierno de Pedro Sánchez, que sigue reclamando perseverar en los estímulos fiscales y mantener congelado el Pacto de Estabilidad, que obliga a recortar déficit y deuda, al menos hasta que la economía recupere su nivel prepandemia. España defiende también reformar el Pacto para flexibilizarlo.
La batalla se escenifica al máximo nivel durante la segunda jornada de la cumbre de verano que concluye este viernes en Bruselas, que está consagrada íntegramente a la situación económica tras la Covid-19. Los líderes europeos pedirán al Ecofin que acelere los trabajos para aprobar la primera tanda de planes de recuperación, entre los que está el de España, de forma que los fondos europeos empiecen a fluir cuanto antes.
La aprobación del plan español, que permitirá desbloquear un anticipo de 9.000 millones de euros, está prevista para el Ecofin del 13 de julio y no se espera "ningún problema". Incluso los 'frugales' confían en la evaluación de Bruselas (que ha puesto 10 sobresalientes y un suficiente a Sánchez) y no tienen previsto plantear batalla en este momento.
"Ahora hay que ver cómo se ponen en marcha no sólo las inversiones, sino también las reformas. Esperamos que todos los países hagan lo que han prometido en sus planes y, si no es así, esperamos que la Comisión actúe", señalan fuentes diplomáticas. Si las reformas no se cumplen y el Ejecutivo comunitario decide ser indulgente, los 'frugales' todavía pueden activar el "freno de emergencia" y bloquear el desembolso de los futuros tramos de ayuda.
En contraste con la armonía reinante sobre Next Generation, la política fiscal se ha convertido ya en motivo de disputa. El primero en desencadenar las hostilidades ha sido el ministro de Finanzas austriaco, Gernot Blümel, que ha enviado una carta a sus colegas del Ecofin en la que, sin citar expresamente a España o a los países del sur, critica a aquellos que "cuestionan un marco presupuestario basado en reglas" o "minimizan el valor de la sostenibilidad".
Acelerar la reducción de la deuda
"No debemos abandonar el camino de procurar unas finanzas públicas sostenibles. Nuestro objetivo común debe ser la reducción de la ratio de deuda a medio y largo plazo", sostiene Blümel. "Si bien el entorno actual de financiación es indudablemente favorable (...) no hay garantía de que siempre sea así. Todos hemos sido testigos de los costes económicos, sociales y políticos de los cambios en el sentimiento de los mercados, cuando las políticas ya no se consideraban sostenibles", avisa el ministro austriaco.
En Alemania, el debate lo ha lanzado el líder de la CDU, Armin Laschet, y candidato a suceder a Angela Merkel en las elecciones de septiembre. Su programa electoral defiende volver rápidamente a la ortodoxia fiscal. La posible reforma del Pacto de Estabilidad no debe debilitarlo y debe concentrarse en hacer más automáticas las sanciones. Laschet se opone además a convertir el fondo Next Generation en un instrumento permanente para amortiguar las crisis en la eurozona, como pide España.
"La economía va mucho mejor de lo previsto, lo que es un buen signo, y además tenemos el fondo de recuperación. Así que lo que vamos a pedir es, en primer lugar, trabajar duro para mejorar rápidamente la resistencia frente a futuras crisis, examinar la sostenibilidad de la deuda de todo el mundo y reducir la ratio de deuda nacional más rápido de lo previsto porque el desplome económico ha sido inferior al previsto", explica un diplomático de otro país frugal.
En contraste, la posición que defiende Sánchez en Bruselas es de máxima "flexibilidad" en la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, según explican fuentes de Moncloa. Las reglas fiscales de la UE no deben reactivarse hasta que la recuperación esté totalmente consolidada y se haya recuperado el nivel de PIB y la trayectoria de crecimiento previos a la pandemia. La Comisión de Ursula von der Leyen ya ha confirmado que el Pacto seguirá congelado en 2022 pero se reactivará seguro en 2023, fecha en que tendrán que volver los ajustes y recortes.
Los líderes europeos celebran también este viernes una cumbre del euro, que servirá únicamente para constatar que no ha habido ningún avance en los últimos meses ni sobre la unión bancaria ni sobre la unión de mercados de capital. Aquí, el presidente del Gobierno volverá a reclamar que se apruebe cuanto antes el sistema europeo de garantía de depósitos bancarios (EDIS), una iniciativa que sigue vetando Berlín.
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