Las duras e inesperadas sanciones impuestas a Rusia por la comunidad internacional el pasado fin de semana ya pasan factura a Vladímir Putin. Muestra de ello es que el Banco Central Ruso pasó este lunes intentando crear una nueva arquitectura que sustente una economía que tiene un PIB de 1.500 millones de dólares.
La desconexión de SWIFT ha hecho y va a hacer daño, pero la decisión de bloquear al Banco Central Ruso su acceso a los activos en monedas extranjeras ha sido un jarro de agua inesperado para las autoridades de Moscú. De tener 640.000 millones de dólares disponibles para aguantar el tipo, ahora tiene acceso a poco más de 240.000 millones. Y eso se nota.
El primer síntoma de que las cosas no van bien la ha dado el rublo. Si bien cierra la jornada de este lunes con una caída del 11,7% frente al euro y del 12,28% frente al dólar, en los primeros compases llegaba a dejarse un 50% tocando mínimos históricos.
La rápida (y esperada) caída de la moneda no pillaba por sorpresa al banco central. Antes de la apertura el regulador prohibía la venta de acciones en manos de extranjeros y cerraba la bolsa de Moscú. También ha obligado a las empresas exportadoras a convertir en rublos todas las divisas extranjeras que estuvieran en su poder.
Medidas que detuvieron la sangría y que, sobre todo, permitía a su gobernadora, Elvira Nabiullina, no tener que echar mano de las reservas monetarias. Algo que sí hizo durante los primeros días de la invasión rusa sobre Ucrania para sostener al rublo.
De momento, parece que el objetivo está cumplido, porque se ha frenado la corrida cambiaria. Aun así, desde el Kremlin ya han anunciado que los nacionales tampoco podrán intercambiar divisas. Desde Renaissance Capital, su economista Sofya Donets, decía en Bloomberg este lunes que "la depreciación debería contenerse".
La venta y salida de divisas es la primera y más inmediata consecuencia. Las restricciones monetarias obligan también a que la gente trate de sacar sus ahorros, para evitar un posible corralito en las próximas semanas. Las colas en los cajeros son habituales desde el domingo. Tanto es así que el propio banco central tuvo que salir en público a garantizar su compromiso de mantener la liquidez en todo el país.
Se trata de evitar el pánico entre los ciudadanos rusos, lo que podría llevar a una crisis financiera por falta de liquidez. De hecho, este lunes se han levantado numerosas restricciones de capital a las entidades financieras para que pudieran tener mayores garantías de resistencia.
Al miedo por la depreciación de las divisas se suma otro punto más que se dejará sentir en las próximas semanas: la inflación. A menor valor del dinero mayor es la subida de la inflación, que ya era un problema para Rusia. Está en el 8,7% cuando el objetivo es del 4% y, a buen seguro, irá subiendo en los próximos meses.
Huida de inversiones
Todo ello porque "las medidas implementadas por Occidente son una llamada a huir del país, a no invertir", explica el economista Abel Amón. Ahí está, por ejemplo, el caso de BP que ya ha anunciado su intención de vender el 20% que tiene en la petrolera rusa Rosneft. A su juicio "existe un riesgo serio de confiscación para las empresas" lo que hará que las pocas compañías que siguen allí se marchen.
Además, hay que tener en cuenta que trabajar en Rusia ahora no va a ser sencillo. La desconexión del sistema SWIFT impide que las transferencias internacionales puedan hacerse. Eso hará, además, que también caigan las exportaciones ya que a las empresas internacionales les resultará complejo hacer los pagos. Es cierto que "hay otros sistemas, pero mucho más complejos y eleva los costes", recuerda Amón.
El primer golpe a la economía rusa está dado. Veremos cuáles son sus consecuencias. Las estimaciones todavía son prematuras, pero llegarán en los próximos días. Además, conviene tener en cuenta también el papel que jugará China.
"No puede usar dólares que estén bajo sanción, pero Rusia tiene el 20% de sus activos en yuanes que podrá utilizar", insiste el economista. Sin embargo, Amón cree que el país que lidera Xi Jin Ping "ha comprendido que tiene mucho que perder" si presta un apoyo explícito.
Dilema chino
¿Por qué? En primer lugar, porque ha visto lo que le puede ocurrir si decide invadir Taiwán. En segundo, porque se arriesga a perder las buenas relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea que son sus principales clientes.
Eso sí, Amon insiste en que es necesario esperar a lo que denomina como la "contraofensiva de Vladímir Putin". Sobre todo porque tiene en su mano activar el freno a las exportaciones de gas o la ralentización del crudo. Ahora bien, como recuerda el economista, hay que tener en cuenta que Occidente no ha bloqueado las transferencias de este tipo de productos lo que "evita" la asfixia completa de la economía rusa.
Pero las sanciones no le saldrán gratis a Europa. Muchos de los países de la zona euro dependen en buena medida del gas y del petróleo rusos. Un ‘corte’ de suministro o un incremento de precios de la energía tendría un importante impacto en las economías comunitarias.
Según los datos de Oxford Economics y Eurostat, el 38% del gas que importan los países de la UE es ruso, un porcentaje que se queda en el 22,8% en el caso del petróleo. Por tanto, una falta de abastecimiento o un incremento en sus precios tendrá un impacto directo en el IPC europeo, y empeorará si el conflicto entre Rusia y Ucrania se alarga en el tiempo.
Concretamente, según la gestora de fondos Natixis, cada incremento del 15% en el precio de la energía (representada por el precio del crudo Brent expresado en euros) tiene un impacto medio de 0,2 puntos porcentuales en un periodo de 12 meses sobre la variación del índice de precios al consumo armonizado (IPCA) de la zona euro.
El golpe, en cualquier caso, no sería solo a Europa, puesto que el régimen que dirige Vladímir Putin es el segundo mayor exportador a nivel mundial de petróleo.
Por otro lado, es una posición de fuerza que también tiene en otros mercados. Rusia es uno de los grandes graneros del mundo y el mayor exportador de trigo global. Así mismo, tiene entre el 2% y el 6% de reservas mundiales de platino, aluminio y cobre.
Por tanto, la carrera de las sanciones perjudicará a ambos bandos. La clave será cuál puede forzar la rendición del rival antes.
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