A falta de limar los últimos detalles, la pinza económica con la que Estados Unidos (EEUU) y la Unión Europea (UE) quieren asfixiar a Rusia y que cese su invasión de Ucrania está ultimándose. El último conjunto de sanciones y anuncios protagonizados por Joe Biden y Ursula Von der Leyen tienen como objetivo derrotar al régimen de Vladímir Putin reduciendo al mínimo sus exportaciones y también su acceso a créditos internacionales

En unos anuncios prácticamente paralelos, en la tarde del viernes el presidente de EEUU y la de la Comisión Europea informaron de su intención de ampliar sus sanciones por varias vías. Por un lado, ambas potencias van a maniobrar para expulsar del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) a Rusia.  

Con esta acción, ambas potencias quieren que Rusia no pueda acceder a financiación, préstamos u otro tipo de crédito que se puedan obtener a través de estas organizaciones. 

Precisamente, según la valoración del FMI, las cuentas de Rusia ya están muy maltrechas. El Fondo ha avisado de que la bancarrota y un incumplimiento en los pagos ('default') de Rusia "ya no es un evento improbable" a raíz de las sanciones aplicadas al país, que sufrirá una "recesión profunda" por la guerra con Ucrania.

El 'default' se declararía si Rusia no pudiera afrontar el próximo abono de obligaciones de deuda, 107 millones de euros a pagar el próximo 16 de marzo. En cambio, el Kremlin niega que pueda haber posibilidad de 'default': asegura que cuenta con margen suficiente para pagar su deuda externa en rublos

Exportaciones

La segunda parte de la pinza de Washington y Bruselas es bloquear, dentro de lo posible, sus exportaciones para dañar la economía rusa. En este sentido, Biden esta semana anunció la prohibición de adquirir en su país petróleo, gas natural y carbón importados desde Rusia. A estas materias primas, este viernes el presidente de EEUU sumó la prohibición de importar vodka, diamantes, pescados y mariscos, incluido el caviar.

Mientras, el paquete de sanciones europeo (el cuarto adoptado desde que se inició el conflicto) se centra en prohibir la exportación de cualquier artículo de lujo europeo a Rusia (golpe a los oligarcas rusos, argumenta Von der Leyen) y la importación de productos en el sector del hierro y del acero. También se establece veto a cualquier nueva inversión europea en el sector energético ruso

En ambos casos, se busca cortar algunas de las principales entradas de liquidez a Rusia: la energía y la producción de materias primas. Anualmente, Rusia exporta combustibles fósiles por valor de 141.325 millones dólares anuales. Es su principal fuente de ingresos. La exportación de hierro y acero es la tercera, con 15.997 millones de dólares anuales. 

Con esta acción para estrangular la economía rusa, tanto EEUU como la UE (sobre todo Bruselas) corren riesgos. En el caso del hierro y del acero, Rusia es uno de los principales productores a nivel mundial. Renunciar a comprar su producción provocará un incremento de los costes de estas materias primas de otros proveedores y agravará el problema de acceso a las materias primas que ya existe por la crisis de la Covid. 

Diferencias con el petróleo 

Harina de otro costal es el asunto energético. El petróleo ruso no es indispensable para Estados Unidos, el mayor productor de crudo en el mundo. En cambio, el 22,8% del petróleo que se emplea en la UE procede Rusia.

Más dramática es la situación en el caso del gas: el 38% del que se emplea en la UE tiene el sello de Moscú. De ahí que Bruselas haya anunciado su intención de ir progresivamente reduciendo su dependencia de los recursos energéticos rusos, pero no lo pueda hacer repentinamente, como Estados Unidos. 

La vertiente económica de la guerra será de desgaste. Mientras a Rusia se le bloquean las fuentes de financiación, el incremento de los costes de la energía y de los piensos (tanto Ucrania como Rusia son los 'graneros' de la UE) disparan los precios en la UE, un fenómeno que ya sucede en Estados Unidos. 

Todo ello está llevando a una ralentización del PIB mundial. Más allá de cómo acabe el conflicto que se está librando en Ucrania, ya hay una víctima clara: la recuperación económica global tras la pandemia.   

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