La escalda de la inflación en Reino Unido parece no tener freno. El índice de precios al consumo (IPC) británico se situó en julio en el 10,1% en tasa anual, frente al 9,4% del mes anterior. Se trata del mayor incremento desde 1982.
Según ha informado este miércoles la Oficina Nacional de Estadística británica (ONS, por sus siglas en inglés), la subida respondió principalmente al alza de la electricidad y el gas, así como del transporte, los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas.
Por su parte, el IPC subyacente -que excluye la volatilidad de los precios de la energía, alimentos, alcohol y tabaco- aumentó un 6,2% respecto al mismo mes del año anterior. El dato superó la tasa de junio, cuando se situó en el 5,8%.
Hasta el 13%
En términos mensuales, los precios registraron en el séptimo mes del año un incremento del 0,6%, tras haberse mantenido estables en el mes de junio.
En su última reunión, celebrada a principios de agosto, el Banco de Inglaterra advirtió de que la subida del IPC puede superar el 13% en el cuarto trimestre de 2022 y mantenerse en niveles muy elevados durante gran parte de 2023, antes de caer al objetivo del 2% dentro de dos años.
Para intentar frenar la escalada de los precios, la institución gobernada por Andrew Bailey elevó los tipos de interés 50 puntos básicos para situarlos en el 1,75%, su nivel más alto desde finales de 2008, al comienzo de la crisis financiera.
Fue la mayor subida acometida por el emisor británico desde 1995 y la primera vez que lo hizo en 0,5 puntos desde que se independizó de su Gobierno en 1997.
Además, anticipó que Reino Unido puede entrar en recesión en el último trimestre de 2022 y que esta crisis puede continuar en 2023.