Con ánimo sombrío y sin tiempo que perder. El presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, han ido al grano en su reunión inaugural del Foro Anual que como cada otoño el FMI celebra en Washington: "Existe el riesgo y el peligro real de una recesión mundial el próximo año".
Tras dos años de reuniones virtuales y malabares para gestionar los estragos de la pandemia de coronavirus, la capital estadounidense vuelve a recibir a los responsables de las economías de todo el mundo. Se trata de las primeras reuniones presenciales entre el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde la pandemia de la COVID-19.
Los ánimos son sombríos y no es para menos: el crecimiento económico mundial camina al filo de una inflación que ya ha superado los máximos históricos, aderezada por los coletazos de la guerra de Rusia en Ucrania, el calentamiento global y las divisiones – cada vez más visibles - entre los líderes internacionales.
En el evento virtual de inauguración de las reuniones entre los dos organismos internacionales, Georgieva ha hecho honor a su nombre y ha hablado alto y claro: “Si no hacen lo suficiente, vamos a tener problemas”. Georgieva ha pedido encarecidamente a los responsables políticos que no permitan que “el tren de la inflación descarrile”.
"Existe el riesgo y el peligro real de una recesión mundial el próximo año", confirmó el presidente del Banco Mundial, tras dialogar con su homóloga en el FMI. Ambos dirigentes hablaron de un riesgo creciente de una recesión global, alimentada por la deceleración de las principales economías y una inflación desatada que ha obligado a la Reserva Federal estadounidense (FED) a seguir subiendo las tasas de interés.
Esta maniobra de la FED no hace sino aumentar las presiones de la deuda sobre los países en desarrollo. En concreto, el banco central estadounidense supondría un perjuicio substancial para el 60% de los países de bajos ingresos y una cuarta parte de los mercados emergentes, que se encuentran a las puertas del sobreendeudamiento, de acuerdo con los datos presentados este lunes por el FMI.
En este sentido, Malpass citó la desaceleración del crecimiento en las economías avanzadas y la depreciación de la moneda en muchos países en desarrollo, así como las preocupaciones constantes sobre la inflación.
Cabe recordar que el jefe del FMI dijo la semana pasada que el prestamista global rebajaría su pronóstico de crecimiento global del 2,9% en 2023 cuando publique su Perspectiva de la economía mundial este martes.
Dicho informe cita los impactos causados por la pandemia de Covid-19, la invasión de Rusia a Ucrania y los desastres climáticos en todos los países como los principales factores en el panorama económico actual.
4.000 millones en pérdidas
Los datos que maneja el FMI indican que alrededor de un tercio de la economía mundial tendrá al menos dos trimestres consecutivos de contracción este año y el próximo, y que la pérdida de producción hasta 2026 será de 4.000 millones de dólares.
La dirigente del FMI ha destacado que en Estados Unidos, la mayor economía del mundo, el mercado laboral sigue siendo muy fuerte, pero está perdiendo impulso porque el impacto de los mayores costos de endeudamiento está “comenzando a notarse”.
Mientras, la zona euro sigue desacelerando, lastrada por la guerra de Rusia en Ucrania, que ha disparado los precios del gas natural. China tampoco se libra, acosada por las interrupciones en la cadena de suministro y la volatilidad en el sector de la vivienda propiciados por el Covid-19.
En un tono similar, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, advirtió de que existe un "peligro real" de una contracción mundial el próximo año. La fortaleza del dólar está debilitando las monedas de los países en desarrollo, aumentando su deuda a niveles "gravosos", según explicó Malpass.
Desde los principales organismos financieros internacionales pidieron que el apoyo fiscal “se focalice, y bien” en no impulsar la inflación. ¿La prioridad según Georgieva y Malpass? Ayudar a las economías emergentes y en desarrollo que se ven especialmente afectadas por el endurecimiento de las condiciones financieras.
En la actualidad, el FMI calcula que el déficit de la cobertura de la balanza de pagos para los países de ingresos medios y bajos en unos 9.000 millones de dólares. Para hacer frente al fantasma de la inflación global, el FMI acaba de lanzar una “ventana de crisis alimentaria” de financiación de emergencia que según espera Georgieva, contribuya a satisfacer esas necesidades.
El FMI ha aprobado programas de financiación para 10 países desde el comienzo de la guerra de Rusia en Ucrania el pasado 24 de febrero. La cuantía total de dichas ayudas superaría los 77.000 millones de dólares, según estimaciones de consenso de varios analistas macroeconómicos.
Esa cantidad excluye el financiamiento de emergencia bajo la facilidad de crédito rápido (RCF) y las facilidades de instrumento de financiación rápida (RFI), que países como Ucrania y Tonga han disfrutado en los últimos meses.
La directiva del FMI también ha aprobado recientemente un préstamo de 1.300 millones de dólares para Ucrania, su primer préstamo a la nación desde principios de marzo.