El plan de subvenciones masivas de Joe Biden para la industria verde (conocido con el equívoco nombre de Ley de Reducción de la Inflación) ha provocado estupor y divisiones entre los países de la Unión Europea. Estupor porque, pese a la luna de miel que atraviesan las relaciones transatlánticas, Estados Unidos reserva las ayudas únicamente a los productos fabricados en su territorio, ya sean coches eléctricos o paneles solares. Divisiones porque las capitales no se ponen de acuerdo sobre cuál debe ser la respuesta de la UE para combatir esta discriminación y evitar la deslocalización de empresas europeas.
Por un lado, Francia y Alemania apuestan por lanzar un gran plan de inversión para reindustrializar el continente y descarbonizar las plantas de fabricación comunitarias. Para ello, París y Berlín han pedido a la Comisión de Ursula von der Leyen que relaje las reglas que limitan las ayudas públicas nacionales. Pero en el eje franco-alemán también hay desacuerdos. Emmanuel Macron va un paso más allá y pide crear un nuevo fondo europeo a imagen de Next Generation para financiar la transición energética. Pero Olaf Scholz rechaza otra emisión conjunta de deuda.
En el extremo contrario, los países frugales nórdicos (liderados por Holanda) no sólo se oponen a cualquier nuevo instrumento de financiación europeo para la transición energética, sino que también rechazan una carrera de subvenciones nacionales. A juicio de los frugales, la receta para mejorar la competitividad de la industria europea pasa por acabar con el exceso de regulación, recortar la burocracia y facilitar la libre circulación de capital y trabajadores.
[España pide a Bruselas un "procedimiento acelerado" para dar fondos Next Generation a las empresas]
La competitividad de la industria europea "no puede basarse en subsidios generales permanentes o excesivos". "Eso pone en riesgo la igualdad de condiciones en el mercado único así como la sostenibilidad presupuestaria y amenaza con desembocar en una nociva carrera de subvenciones que es insostenible para los Estados miembros y perjudicial para la UE en su conjunto", avisan los ministros de Finanzas de Austria, Finlandia, Dinamarca, Irlanda, Estonia, República Checa y Eslovaquia en una carta conjunta remitida este jueves a la Comisión Europea.
Estos países resaltan que hasta ahora sólo se han gastado 100.000 millones de euros de los 390.000 millones de subvenciones Next Generation y además todavía quedan muchos créditos blandos disponibles. Por ello, los frugales afirman que "no debe introducirse nueva financiación". En lugar del choque de trenes, los firmantes apuestan por intensificar el diálogo con Biden para resolver los problemas que plantea la Ley de Reducción de la Inflación. "Debemos evitar tensiones comerciales innecesarias con Estados Unidos, especialmente en la actual situación (de guerra en Ucrania)", dice la misiva, a la que ha tenido acceso este periódico.
Aunque Holanda no figura entre los firmantes de la carta, comparte plenamente su contenido, según explican a El Español-Invertia fuentes diplomáticas. "No creo que necesitemos nuevo dinero (para contrarrestar el plan de Biden). Quiero decir, no subvenciones pero tampoco préstamos", dijo su primer ministro, Mark Rutte, durante una visita a Bruselas la semana pasada. Rutte rechaza así reeditar un programa similar a SURE, que se utilizó durante la pandemia para financiar los ERTE con créditos blandos.
En tierra de nadie se encuentra el Gobierno de Pedro Sánchez. El presidente no renuncia a seguir presionando a Berlín y La Haya para que rectifiquen y apoyen una nueva emisión de deuda común europea. Sin embargo, el problema en el caso de España no es ahora el dinero, ya que dispone de una gran cantidad de fondos europeos: 70.000 millones de subvenciones Next Generation, a los que habrá que sumar 95.300 millones entre créditos blandos y subsidios extra de la adenda del plan de recuperación que se presentará próximamente en Bruselas.
El principal obstáculo son las reglas de la UE que limitan las ayudas públicas a empresas, que según Moncloa dificultan el despliegue de los fondos Next Generation, hasta el punto de bloquearlos. El ejemplo más claro es el PERTE del coche eléctrico, que preveía ayudas de 3.000 millones, pero de las que sólo se han podido adjudicar 877 millones.
Por eso, Sánchez ha pedido de nuevo este viernes a Bruselas un "procedimiento acelerado" para dar fondos Next Generation a los PERTE y también a las empresas de sectores clave, como la energía limpia, los semiconductores, el coche eléctrico o las tecnologías críticas.
Agilizar procedimientos
"En la coyuntura actual, la ejecución eficiente es tan importante como la cantidad de apoyo público. Por tanto, es necesario agilizar los procedimientos de ayuda estatal para que las empresas puedan tener certidumbre sobre el calendario y el importe de los subsidios, al tiempo que se evitan distorsiones significativas en el mercado interior", apunta el documento de posición de España sobre la respuesta a los subsidios verdes de Biden.
La cita clave para tratar de acercar posturas entre intervencionistas y frugales será la cumbre extraordinaria de líderes europeos que se celebra el 9 y 10 de febrero en Bruselas. Para preparar la reunión, Von der Leyen presentará el próximo miércoles su propio plan de respuesta a la Ley de Reducción de la Inflación, que pretende ser una solución de compromiso entre los diferentes bandos en liza.
La propuesta de la presidenta (bautizada como Plan Industrial del Pacto Verde Europeo) consta de cuatro ejes, según adelantó ella misma en Davos. En primer lugar, simplicar y acelerar los permisos para nuevas plantas de producción de tecnologías limpias, tal y como reclaman los frugales.
El Ejecutivo comunitario se ha comprometido además a relajar las reglas sobre ayudas públicas nacionales y a crear a medio plazo un fondo soberano europeo (rechazado por Alemania y Holanda). El tercer pilar consiste en formar trabajadores especializados en estos sectores. Finalmente, Bruselas quiere impulsar acuerdos comerciales con México, Chile, Nueva Zelanda o Australia para tener acceso a materias primas y reducir su dependencia respecto a China.
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