La inflación de la eurozona bajó por tercer mes consecutivo y de forma pronunciada en enero hasta situarse en el 8,6%, frente al 9,2% registrado en diciembre, según los datos finales publicados este jueves por Eurostat. La cifra definitiva es una décima más alta que la estimación inicial que realizó la oficina estadística comunitaria el 1 de febrero porque el dato de Alemania fue peor de lo previsto.
En el conjunto de la Unión Europea, la tasa de inflación también bajó desde el 10,4% registrado en diciembre de 2022 al 10% en enero de 2023.
Esta bajada de la inflación se explica principalmente por la disminución de la factura energética respecto a los niveles estratosféricos alcanzados durante el último año, así como por una moderación en la subida de los precios de los alimentos. Aún así, el nivel de precios en la eurozona cuadriplica el objetivo del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE).
En enero, la principal contribución a la tasa de la inflación anual de la eurozona vino de alimentos, alcohol y tabaco (+2,94 puntos porcentuales), seguidos de energía (+2,17), servicios (+1.80) y productos industriales no energéticos (+1,73)
La inflación subyacente (que excluye los precios más volátiles de la energía y de los alimentos frescos) todavía aumenta pero a un ritmo más lento, desde el 6,9% en diciembre al 7,1% en enero. Por su parte, la inflación básica (que excluye además el alcohol y el tabaco y que es la referencia del BCE) también sube del 5,2% al 5,3%.
Tras la subida de la inflación registrada en España (del 5,5% en diciembre al 5,9% en enero), Luxemburgo adelanta a nuestro país y se convierte en el Estado miembro con menor presión de precios (5,8%).
En el extremo contrario de la clasificación, los países con tasas más altas son Hungría (26,2%), Letonia (21,4%) y República Checa (19,1%). En comparación con diciembre, la inflación anual cayó en dieciocho Estados miembros y subió en nueve.
Pese a los buenos datos de enero, el BCE ya ha anunciado que volverá a subir los tipos 0,5 puntos en su próxima reunión del 16 de marzo, hasta situarlos en el 3,5%. Su presidenta, Christine Lagarde, ha vuelto a confirmar esta semana el incremento con el fin de combatir la inflación subyacente.
En cuanto a los próximos movimientos más allá de marzo, la cacofonía es total en el directorio del BCE. La representante alemana, Isabel Schnabel, sostiene que "todavía estamos muy lejos de cantar victoria sobre la inflación" y da a entender que todavía no ha llegado el momento de ralentizar las subidas de tipos.
Por su parte, el italiano Fabio Panetta apuesta por "suavizar las subidas de tipos" y "avanzar en pequeños pasos" con el fin de asegurarse de que el endurecimiento de la política monetaria tenga un "coste mínimo para la economía y el emplea".