Rafael Pampillon (Barcelona, 1950) es uno de los economistas más reputados de nuestro país. Ante el curso electoral de 2024 se lanzó junto a José María Beneyto a elaborar un libro titulado La Alternativa: desafíos políticos y económicos en el nuevo ciclo. Un texto con el que querían remover las conciencias en torno a las medidas económicas que debería adoptar el próximo Gobierno.
Cuando publicaron el texto no eran conscientes de que las elecciones iban a ser inminentes. Ahora, tiene más actualidad que nunca. Prologado por Alberto Núñez Feijóo, cuenta en sus páginas con las reflexiones de mujeres y hombres pegados a la economía y que en muchos casos suenan como ministrables si el líder del PP gana las elecciones.
Cuando publicaron no eran conscientes de la inminencia de las elecciones. Ustedes proponen una alternativa a las políticas que se han venido llevando a cabo hasta ahora, ¿cuáles son los problemas que detectan ahora mismo en nuestra economía?
Tenemos buenos datos de coyuntura económica, pero si ponemos las luces largas hay un problema con las pensiones. El modelo de Escrivá va a durar tres años y luego los partidos políticos tendrán que acordar cómo repartir el coste de una bajada en las pensiones. O eso o una subida en las cotizaciones sociales o alargar más la jubilación. Creo que esto último es clave. Que haya más gente cotizando durante más tiempo y haya menos pensionistas porque se jubilan más tarde.
Otro tema esencial es la educación, que está estancada en la mediocridad. Es un país donde la excelencia brilla por su ausencia. Necesitamos casar los puestos de trabajo libres con las personas, y en estos momentos ocho de cada diez empresas no encuentran trabajadores entre los 3 millones de desempleados que tenemos. Para ello tenemos que avanzar en la Formación Profesional, en conocimientos sobre tecnología, inteligencia artificial…
Para eso también hay que incentivar a las empresas españolas a que tengan más tamaño. Así serán más exportadoras, emplearán gente a largo plazo… Cuanto mayores son, son más competitivas y, sobre todo, mejoran la formación de sus trabajadores. Ahora mismo hay muchas pequeñas y medianas empresas, porque dar el salto a un mayor tamaño tiene tal coste para el empresario que prefiere tener dos pequeñas a una mediana.
Hablaba de la inteligencia artificial, de la tecnología… ¿Cómo van a impactar estas herramientas en el mercado de trabajo?
Deben llegar de forma que nuestros trabajadores estén en condiciones de utilizarla. Si no es así las empresas perderán competitividad. ¿Qué ocurrirá? Pues que sus pares en la Unión Europea o en el resto del mundo serán más competitivas porque tendrán una herramienta tecnológicamente más cercana de la frontera del conocimiento.
En España necesitamos que la universidad pública y la formación profesional se adapte mejor a lo que requieren las empresas. Las universidades privadas y el sector de educación secundaria privada espabilan solos porque si no se quedarán sin alumnos. Además, la sociedad española tiene un reto con el empleo, con la inteligencia artificial, la descarbonización y todo lo que tiene que ver con la digitalización.
Necesitamos que la universidad pública y la formación profesional se adapte mejor a lo que requieren las empresas
Para afrontar ese reto, ¿los fondos europeos serán suficientes o tenemos que apoyarlo con otro tipo de políticas?
Hay que apoyarlo con políticas que conecten esos fondos europeos con la empresa privada. Es importantísimo que estos fondos europeos vayan a resolver los problemas de descarbonización y de digitalización que tienen las empresas, que no se queden en hacer rotondas o en hacer muros en los jardines públicos. No pueden ser lo que fue el plan E de Zapatero. Deben ir a mejorar esa formación profesional y a mejorar la investigación y desarrollo e innovación.
Decía al principio que la reforma de las pensiones nos va a durar tres años, ¿por qué?
Porque ahora lo que se ha hecho es topar las pensiones máximas, pero han destopado las bases de cotización. Habrá más ingresos y estarán ahí o ahí con los gastos de la gente que se va a jubilar. Llegan los babyboomers, que es gente que ha cotizado mucho y que va a recibir pensiones máximas. Eso, lógicamente, volverá a hacer quebrar el sistema. El sistema ya está quebrado porque tiene más pagos que ingresos.
¿Cómo debería ser esa reforma que hagamos del sistema a partir de ahora?
Le decía antes que lo primero es alargar la edad jubilación. Para ello el Pacto de Toledo debe estar activo, que todos los partidos políticos deben implicarse en la necesidad de que hay de equilibrar el sistema de pensiones. Mientras eso no se haga, mientras España sea de los países de Europa con una mayor tasa de reposición… No habrá forma de equilibrarlo. No olvidemos que el 80% del último sueldo es lo que la gente cobra en pensión, cuando otros países del norte de Europa están con el 60% o el 40%. Aquí las pensiones son muy altas.
Otro de los problemas que tenemos es la deuda pública, por encima del 110% del PIB. ¿Cómo debemos reducirla, teniendo en cuenta que el año que viene empiezan las reglas de gasto?
El Banco Central Europeo está dejando de renovar deuda, con lo cual está desinflando su balance y dejará de ser el gran comprador de deuda pública que ha sido hasta ahora. Por tanto, para reducir poco a poco la deuda pública hay que equilibrar más las cuentas y que el déficit público crezca menos que el crecimiento del PIB.
Lo primero es reconducir el gasto. Por eso en este libro se trata mucho el tema. Hay que hacerlo más eficiente, como dice Gregorio Izquierdo, ser más amables con las empresas, como destaca Íñigo Fernández de Mesa…
¿Este Gobierno ha sido amable con las empresas?
No, qué va. El desgaste que han sufrido las empresas en su reputación por los ataques permanentes a Mercadona, Inditex, Ferrovial o el Santander no son de recibo. No ocurre en ningún país del mundo. En Alemania sería impensable que un gobierno se metiera con las empresas, porque son ellas las que crean empleo duradero, productivo, a largo plazo.
Pero existe una creencia popular en que durante estos años, sobre todo después de la Covid-19, las empresas han aprovechado la coyuntura de experiencias para ampliar sus márgenes y engordar sus cuentas.
El Banco Central Europeo está dejando de renovar deuda, con lo cual está desinflando su balance
Yo no estoy tan seguro de esa afirmación. Los márgenes son conocidos y los beneficios también. Puede que después de la pandemia en que tuvieron más pérdidas algún sector como el energético o el de la distribución haya subido los precios, pero no lo tengo claro.
Los bancos, por otro lado, han subido los tipos de los préstamos hipotecarios y corporativos acorde con la subida del Banco Central Europeo, y no han remunerado a los depositantes porque tienen mucho ahorro acumulado creado en pandemia.
Ahora, poner como se ha puesto, un impuesto sobre los márgenes, a mí me parece una osadía. Los impuestos se ponen sobre las rentas, sobre las rentas de las empresas, que son los beneficios, sobre la renta de los ciudadanos, que es lo que está contemplado en el IRPF. Sobre las rentas, no sobre el patrimonio, no sobre los márgenes, porque los márgenes no incluyen impuestos, los intereses, las amortizaciones, etc. El margen es muy bruto y puede tener mucho margen y no tener beneficios.
¿La guerra de Ucrania va a seguir impactando en la inflación?
Sí. Ucrania puede afectar a la producción de cereales de Rusia y Ucrania. La menor previsión de crecimiento económico a nivel mundial que ha hecho el FMI llevará a una menor demanda de hidrocarburos y eso repercutirá en el precio de la gasolina. Por eso convendría devolver esos impuestos a esos sectores. El energético todavía tiene un IVA reducido, por lo que deberíamos avanzar en intentar recaudar por esa vía y no tener tanto afán recaudatorio en las cotizaciones sociales, que son costes laborales para las empresas.
¿Las políticas que se han adoptado para paliar los efectos de la inflación han sido beneficiosas para el conjunto de la economía?
Lo más destacable de la economía española desde 2008 ha sido la salida al exterior de nuestras empresas. Las exportaciones de bienes y servicios representan el 40% del Producto Interior Bruto. Están creciendo las exportaciones de bienes, de turismo extranjero y de servicios turísticos.
Deberíamos avanzar en intentar recaudar por esa vía y no tener tanto afán recaudatorio en las cotizaciones sociales
La segunda cosa que me parece muy interesante son los salarios. Es impresionante. Los sindicatos se han comportado de manera razonable en esta crisis. No han pedido aumentos salariales como ha ocurrido en Francia, Alemania y otros países del norte de Europa, que han subido los salarios un diez o un doce por ciento con la inflación.
Eso ha generado unas expectativas de menor inflación, lo que ha provocado que la inflación en España sea de las más bajas. Si a ello unimos las reducciones fiscales que ha tenido este Gobierno sobre impuestos indirectos o impuestos especiales, pues encontramos con una de las economías de Europa con menos inflación, pero también con menos crecimiento salarial.
¿Cuáles serían las tres primeras medidas que debería adoptar el nuevo gobierno en materia económica?
El nuevo gobierno debería hacer frente al sector público, que es el más ineficiente de Europa. El Índice de Competitividad del World Economic Forum dice que España está en el puesto 26 del mundo y el sector público español está en el 47. Para ello hay que acabar con los asesores y personal contratado para contratar más en sanidad o educación, que son claves para la productividad. El sector público, junto con las pensiones, sería un primer aspecto que habría que mejorar.
En segundo lugar, cómo hacer que nuestras empresas sigan siendo competitivas y en tercer lugar todo lo que tiene que ver con la formación profesional y la mejora de la productividad.
¿Estamos realmente transformando el modelo productivo del país, como dice el Gobierno?
Los datos de la industria fueron buenos en el último año, pero de ahí a transformar el modelo productivo yo creo que no. Las transformaciones que estamos observando en las exportaciones se están haciendo gracias a las empresas y a pesar del Gobierno.
Son buenos pese a que el Gobierno busca el voto populista. No tiene sentido que haya tan poco estímulo al trabajo. Que haya 2.800.000 españoles que no quieren trabajar, que habiendo vacantes no quieren ocupar un puesto. Si una persona tiene dificultades para vivir sin trabajar, trabajaría.
Sin embargo, si puede vivir sin trabajar y consigue ser un gran receptor de rentas… Creo que estamos creando una gente no muy bien educada que no busca vivir por sí mismo.