El pleno del Parlamento Europeo ha aprobado este miércoles -por una amplia mayoría de 431 votos a favor, 172 en contra y 4 abstenciones- su posición negociadora sobre la reforma del Pacto de Estabilidad. En síntesis, la Eurocámara reclama suavizar las nuevas reglas de disciplina fiscal aprobadas por el Ecofin a finales de diciembre bajo presidencia española, que responden a las exigencias de Alemania.
Para su aprobación definitiva, la reforma del Pacto de Estabilidad debe ser objeto de un acuerdo entre la Eurocámara y los Gobiernos de los 27, representados por la nueva presidencia belga del Consejo de la UE. Las negociaciones han empezado este mismo martes, pero el problema no es sólo que las posiciones están muy alejadas sino también la escasez de tiempo.
Los negociadores solo tienen de plazo hasta mediados de febrero para cerrar un acuerdo, de forma que haya tiempo para completar todos los trámites antes de la disolución del Parlamento Europeo de cara a las elecciones de junio. De lo contrario, la reforma de las reglas fiscales decaería y se volvería a aplicar el viejo Pacto de Estabilidad sin cambios.
"No es un momento, y basta con echar un vistazo al mapa y a las tensiones geopolíticas, en que Europa pueda permitirse volver a las viejas reglas del Pacto de Estabilidad o tener incertidumbre sobre el marco regulatorio. Se necesita un acuerdo rápido sobre la reforma", ha reclamado el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, tras la votación en Estrasburgo.
"Vemos que entre la posición del Consejo y del Parlamento hay diferencias en un par de aspectos substanciales y la Comisión será un intermediario honesto para intentar llegar a un acuerdo", ha dicho Gentiloni.
En concreto, la Eurocámara defiende dejar más margen de maniobra a los Estados miembros para que puedan desviarse de su senda de gasto si llevan a cabo inversiones en las prioridades estratégicas de la UE o en materia social, así como darles más tiempo para poner en orden sus cuentas públicas.
Sin embargo, los Gobiernos de la UE han recibido con escepticismo las exigencias del Parlamento Europeo. Su línea argumental es que el acuerdo alcanzado en el Ecofin en diciembre recoge un equilibrio muy precario cuyos elementos centrales no pueden cambiarse. Las capitales sólo están dispuestas a hacer concesiones a la Eurocámara en cuestiones colaterales, lo que a priori hace muy difícil un acuerdo en plazo.