Es hijo de la década de los 80. No está aún en la treintena y ya es fundador de dos compañías tecnológicas con un negocio global. Y lo ha hecho dando rienda suelta a su alma de viajero. Con la maleta (casi) siempre hecha. Es Pablo Villalba, el joven fundador de 8fit, una aplicación de nutrición y ejercicio físico. Es la ‘criatura’ en la que hoy está concentrado, tras abandonar un primer proyecto que logró el respaldo de grandes inversores internacionales y cuenta entre sus clientes con grandes compañías como Apple, Spotify o Airbnb.
Ahora, su propósito es hacer crecer 8fit en un sector muy ‘caliente’ para tecnológicas. Y siempre con la facturación como carta de presentación. “Siempre facturar desde el minuto uno te permite ser independiente y no depender del siguiente inversor”.
Primeros pasos
En este 2016 cumplirá 30 años. Será el momento en el que 8fit, dos años después de su fundación, alcance el break-even (punto de equilibrio entre ingresos y gastos). Para llegar a hoy, el periplo comenzó pronto. En los primeros años de la veintena, mientras estudiaba Ingeniería Aeronáutica en Madrid, decidió crear una web en la que los aspirantes a técnicos de mantenimiento de aeronaves se preparaban y entrenaban para los exámenes técnicos. “Aprendí por dentro cómo son los negocios de suscripción, cómo aceptar pagos con tarjetas online…”, recuerda Villalba.
Para este y otros proyectos, el trabajo en equipo era esencial. Pero había una necesidad evidente: la organización. Era el germen de Teambox (hoy Redbooth), una herramienta para la comunicación en la nube. Arrancó en 2008, con casi 23 años. Su paso por la aceleradora de empresas Seedrocket le permitió conocer a algunos emprendedores españoles destacados, como Albert Feliú (cofundador de Infojobs) o Jesús Monleón (cofundador de Offerum). A partir de esos primeros contactos se fraguó su primera ronda de inversión de 30.000 euros.
No tenía experiencia en vender licencias de varios millones de euros a grandes clientes; si yo iba sin más a una de esas empresas, me preguntarían quién era… No soy americano y se me veía bastante joven
Era el pistoletazo de salida. A partir de ahí, más inversión y más crecimiento. Tenían compañías tecnológicas españolas entre sus clientes pero también estadounidenses. “Había que hacerlo más internacional y me fui un poco a la aventura a Silicon Valley”, recuerda. No tenía una oficina formal, aunque fue reclutando a varias personas con las que trabajaban allí (en España se mantuvo el equipo de desarrollo tecnológico y soporte).
¿Por qué salir de tu propio proyecto?
Había una oportunidad en los grandes clientes norteamericanos. ¿La salida? “Busqué a un equipo más senior que yo para que lideraran esta fase”, relata. Él dio un paso atrás y contrató a Dan Schoenbaum, directivo con años de experiencia. Cedía el ‘cetro’ al frente de su propio proyecto.
Era un joven de 25 años al frente de una compañía que, con los años, se convertiría en una de las de mayor crecimiento según la revista Inc. “No tenía experiencia en vender licencias de varios millones de euros a grandes clientes; si yo iba sin más a una de esas empresas, me preguntarían quién era… No soy americano y se me veía bastante joven”, reconoce. Él quería que el proyecto “funcionara bien y el equipo se desarrollara”. Y dio el paso atrás.
Nueva ‘parada’: 8fit
Vendió una quinta parte de su participación en la compañía –sigue siendo el mayor accionista-, por casi 2 millones de euros. Y convenció a uno de sus compañeros en Redbooth para unirse a 8fit. “Había ganado un montón de peso y vi ahí la oportunidad”, recuerda.
Pero no perseguían arrancar en Estados Unidos. En realidad, descartaban hacerlo desde una sede fija. “Nos pusimos a viajar, a un sitio con sol”, explica mientras sonríe. Era marzo de 2014. La primera parada fue Canarias, donde se establecieron durante dos meses. Después, Berlín, donde se quedaron todo el verano. Y en invierno completaron un periplo asiático: Tailandia, Indonesia y Hong-Kong. “Era divertido; entrábamos en cualquier café y nos poníamos a trabajar”.
El proyecto se encontraba inmerso en lo que él denomina ‘fase familia’: la plantilla estaba formada por cinco personas. Era fácil vivir en una maleta con un equipo tan pequeño. Todos se movían juntos de una ciudad a otra. ¿Cómo se organiza algo así? “Lo importante es mantener los procesos claros y las vías de comunicación…”, recuerda. La premisa era que el equipo no podía estar distribuido, sino que si se movían de ciudad, debían hacerlo juntos.
Sin embargo, el proyecto fue creciendo. Lograron financiación del fondo español Vitamina K (200.000 euros). “Nos ayudó a pagar a todo el mundo, pagar servidores y hacer algo de publicidad”, explica.
“Facturar desde el minuto uno”
En aquellos primeros pasos, los ingresos no eran una aspiración. Era una realidad. No más de 3.000 euros al mes. Pero había una rentabilización de su aplicación con un modelo de pago. “Queremos ser independientes y no depender del siguiente inversor; además ahora los tiempos están cambiando y los proyectos se miden más por la facturación”, admite el emprendedor.
Queremos ser independientes y no depender del siguiente inversor; además ahora los tiempos están cambiando y los proyectos se miden más por la facturación
El año 2015 ha sido el del crecimiento, con una nueva inyección de capital de 2,5 millones de dólares (sin ningún nuevo fondo español, más allá de Vitamina K). Estados Unidos ha sido su principal mercado, aglutinando el 90% de la facturación. Y Berlín, su sede fija de la compañía, donde se dan cita casi 25 personas (entre ellos 2 fotógrafos, dos nutricionistas y cinco entrenadores personales), junto a otras cuatro especialistas en ventas en territorio norteamericano. Aunque se han visto obligados a renunciar al cambio de ubicación, mantienen ese espíritu: una vez al año viajará el equipo al completo a algún lugar del mundo. El próximo mes de febrero trabajarán desde Tailandia.
La consecuencia: 250.000 dólares de ingresos en enero. Y con el propósito de ser rentables al final del primer trimestre del año. Ese crecimiento de la compañía ha complicado la gestión. Hace un tiempo, el propio Villalba explicaba lo complejo que es liderar el día a día de una startup en pleno crecimiento. “Es un poco caótico… A veces las métricas van creciendo y otras por mucho que hagas no consigues mover los números; las cosas cambian de la noche a la mañana”, recuerda.
Competidores en un sector ‘caliente’
Pero, realmente, ¿con quién compite una aplicación para el ejercicio y una dieta saludable? Uno de sus competidores, aunque no directos, son los desarrolladores de programas que miden las sesiones físicas. Y ese segmento está más ‘caliente’ que nunca. Pruebas de ello son las dos operaciones de venta que han tenido lugar en estos dos últimos años. Una es la protagonizada por Adidas, que adquirió la app Runtastic por 220 millones de euros. La otra tiene a la marca de ropa deportiva Under Armour que desembolsó 560 millones de dólares por otras dos herramientas MyFitnessPal y Endomondo.
Creemos que no es momento de preparar la empresa para venderla, porque tiene mucho potencial y sería una pena vender antes de tiempo
Pese a este movimiento, no ha recibido ninguna oferta en firme para ser adquirida. “Creemos que no es momento de preparar la empresa para venderla, porque tiene mucho potencial y sería una pena vender antes de tiempo”, apunta Villalba.
En su hoja de ruta se encuentra consolidar la aplicación como una de las más rentables –hoy en la tienda de apps de Google se encuentra en el ‘top 15’-. Quieren alcanzar los 10 millones de dólares anuales, centrándose casi en exclusiva en el mercado estadounidense.
“España, muy buen sitio para empezar”
Ahora, con casi una década de trayectoria al frente de dos compañías con vocación global, Villalba mira al ecosistema emprendedor español y reconoce que ha mejorado mucho. “Hemos aprendido mucho; las empresas tienen más claro cómo generar dinero, los inversores saben qué tienen que hacer…”, reconoce. Para él, España es “un muy buen sitio para empezar un proyecto”. Él continúa en Berlín “por diversión”.
Con esa experiencia a las espaldas, ¿qué diferencia a España de otros ecosistemas más maduros como el estadounidense? “En España hay más miedo, aunque los productos son bastante buenos y el talento también… Lo único que falta es un poco de experiencia y tiempo”.