La crisis de los últimos años ha cambiado los hábitos en España, y en el caso de la Bolsa puso de moda el pago de dividendos en especie como método para que no saliera dinero de la caja fuerte de las empresas en un momento complicado en los mercados. Según datos de Bolsas y Mercados (BME) relativos a 2015, los bancos cotizados españoles emitieron 987.6 millones de nuevas acciones para remunerar a sus accionistas, esto es un 3% sobre los casi 30.596 millones de títulos que había en circulación. Una fórmula que parece que ha llegado a sus fin, según han aclarado las propias entidades en sus últimas declaraciones de sus directivos.
Si ha habido un protagonista en el llamado scrip dividend ese ha sido Banco Santander. La entidad dirigida por Ana Botín, que fue pionera en la instauración de esta fórmula, solo en 2015 ha tenido que ampliar capital en un 5% para pagar a sus accionistas. En total ha puesto en circulación 636.5 millones de nuevas acciones durante 2015 en tres ampliaciones distintas, una por 262 millones, otra por 256 millones y una última por 117.8 millones ¿ya con el recorte de dividendo anunciado hace ahora justo un año-.
De hecho, la propia Botín ha enmendado a su padre Emilio al anunciar un recorte del dividendo y la vuelta al pago en efectivo. Pasó de golpe de 60 céntimos a 20 céntimos por acción, aunque en dinero contante y sonante. En septiembre de este año, anunciaba a bombo y platillo en la City londinense que la intención del banco era elevar paulatinamente su dividendo y seguir apostando por el efectivo.
Un anuncio que choca de lleno con las recomendaciones del BCE, que es desde hace un año el supervisor bancario europeo. La entidad presidida por Mario Draghi diferencia entre tres tipos de entidades: las que pueden pagar el dividendo que quieran, las que pueden pagarlo pero si no afecta a sus niveles de capital y las que deben suspender la remuneración a los accionistas.
Tanto BBVA como Santander se encontrarían en el segundo grupo, aunque actualmente pueden pagar el dividendo porque cumplen perfectamente con las ratios de capital, están por debajo de sus pares en lo que se refiere al ratio de solvencia que pide Basilea III y que entra en vigor en 2019. Y aquí es donde entra la lectura entre líneas, ya el BCE solo reconoce como dividendo el pago en efectivo, por lo que en caso de necesidad los bancos españoles podrían volver a echar mano del scrip dividend para eludir la recomendación de Frankfurt.
Tras Santander, se colocó BBVA como la entidad que más tuvo que darle a la máquina de crear acciones. En total, emitió 141.7 millones de acciones nuevas para pagar a sus accionistas durante 2015. Dos emisiones, una primera de 80 millones de acciones y otra segunda de 61.4 millones, según los registros de BME. Así, la entidad azul cerró el año pasado con 6.366 millones de acciones en circulación frente a los 6.171 millones de 2014. Mientras que Santander, acabó 2015 con 14.434.5 millones de acciones frente a los 13.220 millones de un año antes, a principios del año pasado emitió casi 1.200 millones de acciones en una ampliación de capital con la que captó 7.500 millones de euros en los mercados.
CaixaBank le pisó los talones a BBVA en lo que a ampliaciones de capital se refiere. Lo aumentó un 2% para poder pagar a sus accionistas. Un total de 109 millones de acciones nuevas, lo que elevó hasta los 5.715 millones sus títulos en circulación, según datos recogidos por BME. Otro banco catalán, Banc Sabadell, emitió 76.5 millones de acciones nuevas para remunerar a sus dueños, un aumento de un 2% de su capital. Así, la entidad presidida por Josep Oliu acabó 2015 con 5.493 millones de acciones frente a los 4.024 millones de un año antes, una vez sumados los 1.083 millones de títulos que tuvo que emitir para financiar parte de la compra del británico TSB.
Popular es el otro banco que entra en este ranking de emisiones de nuevas acciones para pagar al accionistas, según BME. En total, 23.78 millones de nuevos títulos, un 1% más. Frente a los 2.100 millones de acciones que tenía al cierre de 2014, acabó 2015 con 2.165 millones. Además de las que emitió dentro de su plan de scrip dividend, hay que sumar los 36 millones por los bonos convertibles obligatoriamente en acciones que vencieron a finales de 2015 y que supuso pérdidas de hasta un 80% en el canje para los tenedores.