Colocarse para ser los primeros. Algunas de las grandes petroleras del mundo ya se están posicionando para tomar la delantera y conseguir la mejor parte del pastel petrolero iraní. Unos contratos valorados en 25.000 millones de dólares que están a punto de firmarse después de que en enero se levantaran las sanciones a Irán a cambio de que restringiera su programa nuclear.
La Compañía Nacional de Petróleo Iraní, el monopolio que gestiona el crudo en el régimen de los ayatolás, acaba de aprobar el nuevo marco legal para los dos próximos años que contempla abrir un plazo para recibir ofertas. Serán entre seis meses y una año para conocer cuáles son las empresas interesadas en desarrollar y explotar los campos de crudos y gas del país. La estimación inicial de la compañía estatal es que podría haber hasta 34 compañías internacionales interesadas en poner en marcha los proyectos.
Entre ellas, si no cambian las cosas, no estará la española Repsol. No será una de las petroleras que puje por la explotación de crudo en suelo iraní a pesar de que fue una de las grandes empresas españolas que viajó en la delegación empresarial que, a principios del pasado mes de septiembre, acudió a Teherán para interesarse por las posibilidades económicas y comerciales que se iniciaban con el fin de las sanciones.
¿A quién le interesa Irán?
Irán ha abierto la puerta a los nuevos contratos a sabiendas de que las compañías interesadas van a tener que rascarse el bolsillo. A su favor, contar con las cuartas mayores reservas de petróleo del mundo y con las primeras de gas natural. En contra, unas instalaciones anquilosadas desde el punto de vista tecnológico y una capacidad de refino muy limitada.
Las estimaciones del Gobierno iraní pasan por conseguir que las compañías que se lancen a explotar su ‘oro negro’ inviertan hasta 50.000 millones de dólares anuales, según indica la agencia Bloomberg. Entre ellas, ya hay nombres confirmados, como los de compañía italiana Eni o la francesa Total, que ya han expresado su interés al gobierno de Hassan Rouhani. En total, según la agencia estadounidense, el régimen tiene identificados hasta 13 campos petrolíferos y gasistas en los que sus futuros socios deberán invertir de forma prioritaria.
Las multinacionales foráneas no podrán, en ningún caso, invertir solas. Siempre deberán ir de la mano de una compañía local, con la que tendrán que constituir una ‘joint venture’. Y sus opciones son limitadas porque, hasta el momento, el Ejecutivo sólo ha autorizado alianzas con ocho compañías locales.
Aunque Repsol no cierra la puerta a la compra de crudo iraní, la explotación en el terreno es otra historia. Básicamente, porque la petrolera sigue centrada en apretarse el cinturón tras la adquisición de Talisman. “Estamos centrados en el cumplimiento del plan estratégico 2016-2020, que contempla medidas de eficiencia, captura de sinergias, creación de valor y gestión de activos a través de la reducción de las inversiones y la venta de activos no estratégicos”, argumentan desde la compañía española. No es el momento de mirar a Irán.
Su consejero delegado, Josu Jon Imaz, ya señaló el pasado octubre que no era el momento de ampliar el punto de mira. “Algunos activos los tenemos, desde el punto de vista del tamaño, con mucha dispersión. Estamos posiblemente en demasiados países, quizá podríamos concentrar algo nuestra actividad”, indicó.
A Repsol, sin embargo, sí le interesa el crudo iraní. El pasado mes de junio, la República Islámica acordó la venta de un millón de barriles de petróleo a la empresa española, según señaló entonces la televisión iraní PressTV. No era la primera vez. En marzo, España recibió el primer envío de petróleo de la era postsanciones. En total, un millón de barriles de petróleo que llegó a la Península desde la Isla de Jark en el Golfo Pérsico. Una cifra que, desde entonces, ha ido creciendo. Según la prensa iraní, entre enero y junio, sus exportaciones de crudo a Europa, que partían de los 100.000 barriles diarios, se han multiplicaron por seis.
Además, la petrolera presidida por Antonio Brufau no es nueva en las negociaciones con el país de Oriente Medio. Repsol ya importaba crudo cuando se impusieron las sanciones en 2012. Sólo en el año anterior, sus contratos comerciales alcanzaron los 65.000 barriles diarios, según datos de la agencia Reuters.
El vecino Irak dinamita la OPEP
Mientras en Irán se dan los primeros pasos, su país vecino acelera. Irak ha llegado a un acuerdo con la británica BP, la holandesa Shell y la rusa Lukoil para que retomen las inversiones en yacimientos que están paralizados desde hace un año, lo que permitirá elevar sustancialmente su producción de crudo a partir de 2017, según Reuters. Estos proyectos se suspendieron después de que el crudo iniciara su espiral de caída de precios.
El acuerdo llega en plenas negociaciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para poner topes a la producción y controlar su precio. Gracias a este acuerdo, Irak aumentaría su producción en 250.000 o 300.000 barriles diarios, según aseguran a la citada agencias funcionarios del gobierno iraquí. De lograrlo, su producción pisaría el acelerador, ya que actualmente Irak produce cerca de 4,6 millones de barriles de crudo al día.
Irak ya es el segundo mayor productor de crudo de la OPEP después de Arabia Saudí. Los aumentos de producción que plantea con estas inversiones, junto a los de Irán, podrían agravar la sobreoferta global de crudo y complicar las discusiones entre los miembros del cártel y los países fuera del grupo para establecer límites a la producción. BP ha acordado gastar 1.800 millones de dólares este año en el yacimiento iraquí de Rumaila. Shell ha previsto invertir otros 742 millones de dólares, mientras que Lukoil desembolsaría cerca de 1.100 millones de dólares.